
La inflación, el encarecimiento del petróleo, la subida de las tasas de interés, el deterioro de las expectativas etc. son los factores determinantes del ajuste a la baja del gasto de los hogares. Si se tiene en cuenta que éste supone alrededor del 70 por 100 del PIB, la contracción del consumo de las familias es el elemento básico que explica la intensidad de la desaceleración.
En el lado de los sectores productivos, los datos del INE comienzan a recoger la fuerte desaceleración de la construcción. La inversión en esa rama productiva aumentó un magro 1,3 por 100 en los tres primeros meses del año frente al 2,9 en los tres últimos y el conjunto del mundo del ladrillo creció tan sólo un 1,3 por 100 entre enero y marzo.
Los ejemplos de malos indicadores podrían multiplicarse pero lo más importante a resaltar es la rapidez del deterioro de la economía española. Con una rapidez extraordinaria se ha pasado de crecer cerca del 4 por 100 a hacerlo a la mitad con la inevitable destrucción de puestos de trabajo que ello provoca.
El tema básico es si, como dice el Secretario de Estado de Economía, señor Vegara, estamos o no llegando al "final de lo peor". Ojalá sea cierto pero todo apunta a un empeoramiento de la coyuntura española.
Para decirlo en román paladino, la crisis está empezando, se agudizará en los próximos meses y, probablemente, el crecimiento económico español será muy cercano al cero. No existe ningún elemento interno o externo que permita creer que la actividad económica se puede estabilizar en sus niveles actuales ni mucho menos mejorar.
Así pues, el Instituto Nacional de Estadística se ha limitado a confirmar que esto se pone cada vez más feo.
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