
El muro de Wall Street es igual o más importante. Ahí también está chocando Obama. Entre expansionar brutalmente el gasto público con el correlativo aumento del déficit fiscal (que va a llegar a la cifra del 12 por ciento del PIB) o entrar decididamente en el saneamiento del sistema financiero, con lo que ello supondría de costes y pérdidas para responsables directos del desastre como son gestores, accionistas y prestamistas destacados, Obama opta decididamente por lo primero.
Muchos economistas y analistas ven esa opción como desacertada e insuficiente porque lo primero es sanear los balances bancarios y llegar, cuando haga falta, a nacionalizaciones, palabra y tema absolutamente tabúes en ese país. Supondría ello además un enfrentamiento directo con el gran poder, con Wall Street, que ya ha colocado muchos submarinos en los más altos niveles de la administración económica, empezando por el secretario del Tesoro, Geithner.
Así, poco a poco, la realidad, los tozudos hechos que no son otra cosa que los centros de poder, van mostrando a Obama, en el improbable caso que no lo supiese, su fuerza y su lógica implacables. Sólo algunos ingenuos esperaban otra cosa. Iremos viendo muchos más casos.
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