
Y ¿cuáles son sus recomendaciones?, pues una serie de reformas que ya se están aplicando en otros países de Europa. Miguel Angel Fernández Ordóñez sugiere retrasar la edad de jubilación -que en otros países como Alemania ha pasado de los 65 a los 67 años-. Plantea también la modificación de la base reguladora a partir de la que se calcula la cuantía de la pensión y que ahora se fija teniendo en cuenta los últimos 15 años de la vida laboral y podría ampliarse a los 25.
Sus palabras, sin embargo, han caído como un nuevo jarro de agua fría en el Gobierno, que con renovación ministerial o sin ella, cada día se desayuna con un nuevo "sapo" que tragar. Sin embargo, algo habrá que hacer, aunque al presidente le salga salpullidos con los planteamientos de este tipo y a los sindicatos aun más.
Si en España un jubilado cobra por cada dos trabajadores en activo y el empleo sigue cayendo, el sistema puede llegar a ser inviable y hay que evitarlo. Países como Francia, Alemania y Suecia ya han tomado iniciativas en ese sentido y han funcionado. ¿O es que España es diferente? Cerrar los ojos a esta realidad puede poner en serio peligro las pensiones del futuro y con eso, señor presidente, no se juega.
La Seguridad Social tiene unas reservas de 53.000 millones de euros, suficientes para capear tres o cuatro años la crisis, pero ha de garantizarse su viabilidad a largo plazo. Urge pues la convocatoria del pacto de Toledo y que todos se pongan manos a la obra.
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