
A pesar de que puede parecer algo osado creer que los billetes y monedas pueden, en un plazo de unos 15 años, quedar relegados a un uso casi marginal, la sociedad europea ha asimilado otros cambios de conducta de similar calado en mucho menos tiempo.
Los pagos en “no efectivo” están cada vez más generalizados y ya no extraña su uso cuando se paga la compra con una tarjeta de crédito, se usa un pase electrónico para acceder a una autopista de peaje o se alquila una película a través de un descodificador, por no hablar del pago domiciliado en bancos de facturas y servicios.
Los datos del Consejo Europeo de Pagos (EPC) muestran que los pagos realizado en “no efectivo” aumentaron un 12% entre 2000 y 2004, aunque en países como España sus habitantes aún realizan menos de 100 operaciones al año, menos de la mitad de las que se realizan en Holanda, Francia o el Reino Unido, según el 'World Payments Report 2006'.- (EFE)
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