viernes, 11 de enero de 2019

Los 'chalecos amarillos' han destruido el 60% de los radares fijos de Francia

PARÍS.- Cerca del 60% de los radares fijos de Francia han sido destruidos o desactivados desde el inicio del movimiento de los "chalecos amarillos", cuyo impacto en la seguridad vial inquieta al Gobierno y a asociaciones de transportistas, en un contexto en el que el número de muertos en carretera ha caído en el último año.

El Ejecutivo se negaba hasta ahora a cifrar el número de radares dañados o destruidos para no alentar un fenómeno que ha ido creciendo desde el inicio de la protesta de los "chalecos amarillos" a mediados de noviembre.
El ministro del Interior, Christophe Castaner, ha roto esa ley del silencio este jueves: "Cerca del 60% de los radares han sido neutralizados, atacados, destruidos por los que reivindican ese movimiento". Esto significa que han dejado de funcionar 2.000 de los 3.200 radares fijos desplegados en las carreteras (de los cuales 2.500 son de control de velocidad).
La consecuencia de estos actos de vandalismo son claras: los excesos de velocidad han crecido un 20% en diciembre, según el departamento encargado de la seguridad vial. 
"Esto es dramático. Cuando aumenta la velocidad, aumenta el número de accidentes. Se trata de vidas y de muertes, de heridos, de discapacitados", afirma el delegado interministerial de Seguridad vial, Emmanuel Barbe.
Aunque dañados, cierto número de radares continúan controlando las infracciones. "Un radar tiene dos sistemas: uno que mide la velocidad y otro que la fotografía. En esos radares dañados, la velocidad se toma, la información se envía al centro de tratamiento de datos, pero la foto está velada o en negro", explica Barbe.
Estos actos vandálicos preocupan a las autoridades, que habían conseguido revertir la tendencia al alza del número de muertos registrados desde 2014 (3.684 víctimas mortales en 2017).
El balance de la mortalidad en carretera en 2018, que se conocerá oficialmente a finales de mes, se prevé muy positivo, con 3.176 muertos en los once primeros meses del año, la cifra se había reducido en 193 víctimas frente al mismo periodo de 2017, lo que debería significar que se puede reducir el mínimo histórico que se logró en 2013 (3.427 víctimas mortales).

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