En el contexto de esta nueva guerra entre Israel y el grupo extremista palestino, es importante entender cómo nació este movimiento que tiene como principal objetivo la completa destrucción del Estado de Israel. Pero
para eso primero hay que remontarse a décadas atrás cuando se formaron
diferentes movimientos que luchaban por la causa palestina.
Durante su califato, todas las victorias de Mahoma -fundador del islam- se conocían como “Fataj”.
En 1959, en Kuwait, Yasser Arafat -nacido en El Cairo en 1929- fundó una organización que se llamó “Al Fataj”.
Su objetivo era concreto: destruir al Estado de Israel, que había
declarado su independencia apenas unos años atrás en 1948. El movimiento
rechazaba toda presencia judía en la región.
En 1964 se formó la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) tras
una conferencia convocada por la Liga Árabe en Jerusalén Oriental. Para
hacer frente a la expansión israelí, las naciones árabes convocaron el
Consejo Nacional Palestino, liderado por Ahmed Shukeiri, y como
resultado de ese encuentro nació la OLP, que se formó a partir de la
unión de diferentes movimientos políticos que luchaban por la causa
palestina.
En un principio, los sectores más radicales se
mostraron críticos con este nuevo movimiento, ya que reclamaban una
fuerza revolucionaria.
Gabriel Ben Tasgal recuerda en su libro “300 preguntas en 300 palabras” que el primer objetivo de la OLP fue destruir las cañerías nacionales israelíes que llevaban agua del norte al sur.
Sin embargo, el escenario cambió en 1967 con la derrota de los países árabes en la Guerra de los Seis Días. Shukeiri dimitió y los Estados árabes respaldaron la lucha de las guerrillas palestinas. La organización más fuerte era la de Arafat.
Así, durante las décadas de 1960, 1970 y 1980, la Organización para la Liberación de Palestina apeló a la lucha armada.
“Los objetivos civiles prevalecían ampliamente sobre los militares”,
remarca Ben Tasgal, quien en su libro también recuerda el modus
operandi de los ataques de la OLP en esos tiempos: secuestros de
aviones, asesinato de atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de
Munich 1972, secuestro y muerte de pasajeros de autobuses en rutas
israelíes -incluidos niños-, y atentados con bombas en diversas
ciudades.
Al mismo tiempo, la organización coordinaba ataques contra
territorio israelí desde los países árabes vecinos.
Desde su nacimiento la OLP había empezado a operar
desde El Cairo (Egipto) y luego, a fines de los 60, se trasladó a
Jordania. Pero apenas unos años después fueron expulsados de allí tras
el Septiembre Negro, la guerra civil jornada de 1970 entre la OLP y el
régimen del rey Hussein I.
Ya desplazados al Líbano, contribuyeron
también al inicio de la guerra civil en 1975. En 1982, Israel invadió el
Líbano con el objetivo manifiesto de eliminar a la organización
palestina. Tras un alto el fuego, los palestinos se retiraron de Beirut y
se trasladaron a países vecinos; la mayoría de los líderes se exiliaron
en Túnez.
Desde 1974 fue considerada por la Liga Árabe y por Naciones Unidas como la única organización representante legítima del pueblo palestino. El
13 de noviembre de ese año Arafat fue reconocido en la Asamblea General
de la ONU como “jefe de Estado” gracias a que 105 países votaran a su
favor. Países que, en el marco de la Guerra Fría, respondían a una alianza árabe-islámica-soviética-no alineado y algunas dictaduras.
En su alocución el líder palestino dejó una frase desafiante ante la comunidad internacional: “Vengo
con una rama de olivo en una mano y la pistola del combatiente por la
libertad en la otra. No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano”.
En la década de 1980, en tanto, la OLP cambió de estrategia e inició una rebelión en los territorios ocupados. Esto condujo a la primera intifada en 1987,
cuando comenzó un alzamiento masivo contra la ocupación israelí en la
Ribera Occidental y Gaza. Un año más tarde, en 1988, la Organización
declaró la Independencia de Palestina. Se estableció un gobierno en el
exilio y Arafat fue nombrado como su presidente.
A
comienzos de los 90, y tras la caída de la Unión Soviética, que era una
de las principales fuentes de armas de los países árabes, la OLP abandonó la lucha armada y tomó el camino de la diplomacia.
Después de intensas y largas negociaciones, en 1993 concluyó la primera intifada con la firma de los Acuerdos de Oslo, en Washington. Acuerdos que terminaron con el estado de guerra entre el Estado de Israel y la OLP, y condujeron a la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para el gobierno de los palestinos en Israel.
Arafat murió en 2004, y el liderazgo de la OLP pasó a manos de Mahmoud Abbas.
En 2013, la Autoridad Nacional Palestina pasó a llamarse Estado de
Palestina. A día de hoy, no obstante, varios países no lo reconocen como
tal.
Tras la primera intifada, Hamas y la OLP se disputaron la representación del pueblo palestino y de la Autoridad Nacional Palestina.
La organización Hamas fue fundada en 1987 en el marco de la Primera Intifada. Desde su concepción tuvo como inspiración a los Hermanos Musulmanes de Egipto, y cuestionaba la oposición a Israel que ejercía la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) liderada por Arafat.
El jeque Ahmed Yassin,
líder espiritual del movimiento, sostenía que, además, de luchar contra
Israel, había que mantener la ley de la sharia como columna vertebral
de un futuro Estado palestino.
La carta fundacional de Hamas -firmada en abril de 1988- está repleta de antisemitismo. Allí los judíos son presentados como merecedores sólo de humillación y una vida de miseria.
Si
bien su nacimiento se dio durante la Primera Intifada, la principal
figura de la resistencia palestina fue Arafat. Tras la firma de los
Acuerdos de Oslo, Hamas comenzó a exponer cada vez más su intransigencia ante cualquier intento de acercamiento a Israel.
El acuerdo fue tomado por la organización -y por otros sectores- como
algo imperdonable; se negó a formar parte de la recién creada Autoridad
Nacional Palestina y llevó a cabo una serie de ataques contra Israel
para perturbar cualquier contexto o clima de paz.
Esto hizo que el
movimiento fuera incluido en la lista de organizaciones terroristas por Israel, Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y otras potencias occidentales.
Desde entonces, su influencia en Medio Oriente y entre la población palestina fue en aumento.
Ben Tasgal explica que, tras los Acuerdos de Oslo, los objetivos del terrorismo islámico eran tres: convencer
a la población israelí que lograr un acuerdo no le traería
tranquilidad; provocar la reacción de Israel para afectar la
credibilidad del proceso entre los propios palestinos; y mostrarse ante
los palestinos como el grupo auténticamente combativo.
La
derrota en la Segunda Intifada (2000-2005), la muerte de Arafat, la
falta de autoridad de Abbas, y la profunda corrupción que había en la
Autoridad Palestina, empezaron a allanar el camino a Hamas, que en enero
de 2006, bajo el liderazgo de Ismail Haniyeh, venció a la OLP en
las elecciones parlamentarias. Paralelamente, en la región también se
veía un ascenso de todos los movimientos islamistas.
Tras
su victoria en las elecciones, el gobernante Al Fataj empezó a ver a
Hamas como una amenaza, y las tensiones entre ambos derivaron en un
enfrentamiento abierto por el poder en 2007. Al Fataj consiguió
sostener el poder en Cisjordania, pero fue expulsado de la Franja de
Gaza, que empezó a ser gobernada de facto por Hamas.
Tal
como lo pretendía Hamas, esto perjudicó notablemente la situación entre
Israel y Palestina. Es que, a pesar de las grandes diferencias, Al
Fataj cree en la solución de dos estados; Hamas, no obstante, considera
que Israel debe desaparecer y que solo debe prevalecer el estado de
Palestina.
De forma oficial, la comunidad internacional desconoció la autoridad de Hamas. Estados
Unidos y la Unión Europea exigieron tres condiciones para su
reconocimiento: reconocimiento de Israel; reconocimiento de los tratados
firmados por la OLP; y el cese de la violencia. Sin embargo, Hamas
rechazó esas condiciones.
Al mismo tiempo, en esos años el grupo terrorista palestino alcanzó un gran fortalecimiento gracias a la colaboración de países como Irán y Qatar, y a la de otros movimientos extremistas como Hezbollah, presente en el sur del Líbano, cerca de la frontera con Israel.
En este contexto de creciente amenaza terrorista,
las autoridades israelíes comenzaron a aislar a la Franja de Gaza
imponiendo un bloqueo para debilitar a Hamas.
Pese
a la existencia de otros grupos extremistas en el enclave palestino,
como la Yihad Islámica, siempre que hay un ataque desde Gaza Israel
responsabiliza a Hamas.
Desde su irrupción, los terroristas palestinos lanzaron innumerables ataques con cohetes y misiles sobre territorio israelí,
lo que provocó hasta el día de hoy cuatro guerras entre Hamas e Israel
(2008, 2012, 2014 y 2021). Gran parte de esos cohetes han sido
proporcionados por Irán y por la dictadura siria de Bashar al Assad.
Además, excavaron cientos de túneles para infiltrarse en territorio
israelí y así llevar a cabo atentados y secuestros de civiles y
militares. Todo esto, con un solo fin: destruir Israel y crear un estado
islámico independiente.
“Disparar cohetes adrede contra población civil es un crimen de guerra”, afirma Ben Tasgal.