BRUSELAS.- A medida que el momento de la verdad de junio se aproxima, el Reino Unido y la Unión Europea (UE) volvieron a tropezar este viernes con los mismos escollos al término de una nueva ronda de una negociación comercial cada vez más tensa.
Europeos y británicos expresaron su "decepción" por la
falta de avances en la última ronda, celebrada por videoconferencia por
la crisis del coronavirus, aunque las críticas en público se transforman
en duros reproches en privado.
"Lamento que se haya avanzado muy poco hacia un acuerdo
sobre las cuestiones más importantes", dijo en un comunicado el
negociador británico, David Frost, una visión compartida por su par
europeo, Michel Barnier.
Pese al incipiente diálogo en la espinosa
cuestión del acceso de los buques europeos a las ricas aguas
británicas, la cuestión sobre cómo evitar una competencia desleal entre
ambos sigue paralizando las discusiones.
Frost y Barnier tienen la
ardua tarea de destejer casi medio siglo de estrechos vínculos
económicos y comerciales entre el Reino Unido y el continente para el 31
de diciembre, un plazo que Londres se niega a prorrogar.
Los
británicos abandonaron oficialmente la UE en enero para iniciar un
período de transición de 11 meses durante el cual siguen dentro del
mercado único europeo y de la unión aduanera, y continúan respetando las
reglas europeas.
Este período de transición impide a Londres
cerrar acuerdos comerciales con terceros países como Estados Unidos, con
el que inició una negociación el 5 de mayo, o, en palabras del gobierno
británico, recuperar su soberanía.
"Parecen convencidos de que
podemos prescindir de la prórroga, así que vamos a prescindir, pero es
un poco aberrante", comenta una fuente europea, para quien los
británicos muestran "mala fe unida a una ceguera económica".
Aunque el objetivo
inicial de este período fue evitar un daño a la economía provocado por
una separación abrupta, la irrupción de la crisis del coronavirus y la
presentida recesión en 2020 representa un nuevo argumento para Londres.
"Si
el Reino Unido quiere poder reaccionar eficaz y rápidamente a la
recesión económica, (...) debe conservar la mayor libertad de
reglamentación posible", según Leila Simona Talania, profesora del
King's College.
Junio representará un
momento clave para conocer las intenciones de Londres. Para fines de ese
mes, ambas partes deben decidir si prorrogan la negociación más allá
del 31 de diciembre y resolver la cuestión de la pesca.
Los
negociadores británicos propusieron a los europeos negociar anualmente
cuotas de pesca en sus aguas, algo que la UE rechaza. Barnier reiteró
además este viernes que sin acuerdo sobre la pesca no habrá acuerdo
comercial.
El principal escollo sigue siendo, no obstante, el
reclamo europeo de que Londres aplique las normas del bloque en materia
fiscal, laboral, ambiental y de ayudas de Estado, una petición que el
gobierno británico rechaza.
Frost criticó así la intención de
"vincular" la legislación británica a las normas europeas. "Tan pronto
como la UE reconozca que no vamos a concluir un acuerdo sobre esa base,
podremos avanzar", advirtió.
"El juego limpio económico y
comercial no está en venta", respondió el negociador europeo. La UE teme
de hecho que el Reino Unido rebaje sus estándares en estas áreas
convirtiéndose en un rival desleal a sus puertas.
Otros
desacuerdos son la forma del eventual pacto --si un acuerdo global como
pide la UE o una serie de diferentes pactos-- y cómo resolver las
posibles disputas, con Bruselas pidiendo el papel de árbitro para la
justicia europea.
"Nada nuevo bajo el sol", indicó una fuente
próxima a la negociación sobre la ronda celebrada esta semana. Las
discusiones se reanudarán el 1 de junio de cara a empezar a allanar el
camino a un acuerdo.
En caso de no lograrlo, las reglas de la
Organización Mundial del Comercio (OMC) se aplicarían a la relación
comercial entre ambos, lo que se traduce en aranceles más elevados y la
reintroducción de barreras aduaneras.