PARÍS.- ¡Están asesinando a palestinas y palestinos y al propio judaísmo! En tres meses de guerra, ha habido más de 30.000 muertos o
desaparecidos en Gaza, el 1,5% de su población. Un porcentaje
equivalente al de franceses asesinados en cinco años durante la Segunda
Guerra Mundial.
El 75% de los muertos son mujeres, niños y ancianos. El pretexto de
“erradicar” a Hamás es grotesco, es claramente una guerra de exterminio
de la población de Gaza.
Casi toda la infraestructura quedó destruida, incluidos hospitales y
escuelas. La población, masivamente desplazada y bombardeada, se ha
quedado sin sus hogares y pasa hambre.
En Israel, las barreras morales se han derrumbado.
Las declaraciones de los dirigentes israelíes son inequívocas. Son
palabras de asesinos que se jactan de sus crímenes: “Los palestinos son
animales humanos”, “hemos devuelto Gaza a la Edad de Piedra”, “lanzar
una bomba atómica sobre Gaza, es una opción”, “si fomentamos la
emigración y quedan 200.000 árabes en Gaza en lugar de dos millones, lo
que venga después será completamente diferente”, “He matado a muchos
árabes en mi vida, no veo cuál es el problema”… La lista sería larga.
A estas declaraciones de asesinos les siguen los actos: en todas
partes se ven las imágenes de barrios pulverizados, de miles de niños
masacrados, de familias enteras aniquiladas, del éxodo interminable de
una población deliberadamente sometida a la hambruna, de hospitales
destruidos… Negar lo que está sucediendo es imposible. Esta destrucción
de Gaza va acompañada de otras matanzas en Yenín o Huwara y de una
generalización de la tortura a los prisioneros.
En Israel gran parte de la opinión ha franqueado los límites de la
humanidad, como ya ha ocurrido en otras sociedades. Estos crímenes son
aplaudidos. Los medios de comunicación se divierten con el sufrimiento
palestino. La vida del otro no tiene importancia. Se asume el
supremacismo y la desigualdad de derechos.
¿Y los judíos?
El Estado de Israel se define a sí mismo como un Estado judío. Los
asentamientos que despedazan Cisjordania se denominan “asentamientos
judíos”. Los sionistas consideran un traidor a cualquier judío que no
apoye a Israel.
Están matando al judaísmo, ya sea secular o religioso. Como minoría a
menudo oprimida, los judíos lucharon por su emancipación vinculándola a
la de la humanidad. A menudo han sido portadores de valores
universales. Para los religiosos, el pueblo elegido tiene el deber de
portarse bien y está prohibido dañar la existencia del prójimo.
Lo que el Estado de Israel está infligiendo a los palestinos
reproduce en muchos aspectos lo que el antisemitismo infligió a los
judíos. Los líderes israelíes no tienen ningún derecho a reclamar la
memoria de los guetos. Hoy Gaza es un gueto. No tienen derecho a invocar
la memoria del genocidio nazi. Los judíos exterminados eran dominados.
Se les consideraba población “excedente”. Fueron víctimas de una
ideología de extrema derecha.
En 1945 cayó el régimen nazi, pero no sus ideas. La extrema derecha
racista, colonialista y supremacista, que pisotea los derechos
fundamentales, está en el poder en Israel y está aliada con todas las
fuerzas de extrema derecha del Mundo, incluidas las antisemitas. También
asesinan la memoria del genocidio nazi.
Del crimen al suicidio
La UJFP se dirige a los judíos, los de Israel, los de Francia o de
otros lugares. Hay un derecho internacional, hay unos derechos humanos
fuera de los cuales no hay más que barbarie generalizada. El Estado de
Israel se ha salido de la vía. Apoyar lo que este Estado está haciendo,
ser cómplice del genocidio en curso en Gaza, no sólo es inmoral. Es
totalmente suicida.
¿Quién puede pensar que los israelíes podrán
imponerse eternamente mediante la violencia extrema y la negación del
otro? ¿Quién puede pensar que el apoyo incondicional a los asesinos que
multiplican sus crímenes no pone en peligro a los judíos?
Terminemos con palabras de dos ilustres judíos:
“la ocupación destruye la moralidad del ocupante”, Yeshayahu
Leibowitz (a raíz de la matanza en los campamentos de Sabra y Chatila
(1982) denunciara una mentalidad “judeo-nazi”)
“Ser judío es estar siempre del lado de los oprimidos”, Marek Edelman (segundo al mando del levantamiento del gueto de Varsovia)