MADRID.- Frente a la costa de Gaza yace sumergido el yacimiento Gaza Marine,
el primer campo de gas natural descubierto en 1999 en esa zona
caliente, explotado de manera incipiente en 2000 por British Gas y
después por Gazpron.
En ninguno de los dos casos las exploraciones
pudieron ir a más debido a la oposición a esas perforaciones por parte
del Gobierno de Israel, cuya Marina de Guerra controla las aguas
costeras de la franja.
La polémica envuelve desde entonces a esta bolsa de gas, que Tel Aviv considera una prolongación sin más de los yacimientos israelíes de Leviatán y Tamar,
al centro y al norte costero del territorio judío y cuya explotación
gestiona Netanyahu desde hace años.
Justo antes de la ocupación de la Franja por las tropas de Israel se ha había sabido que la actividad de extracción en Tamar, gestionada por Chevron, había sido paralizada por motivos de seguridad, en previsión de que su Plataforma pudiera ser objetivo de los cohetes de Hamas.
Asimismo, la Plataforma de Leviatán, en el norte y cerca de la frontera
con Líbano, ha sido amenazada por parte de Hizbollah, la fracción
armada más beligerante de los enemigos de Israel.
La
Autoridad Palestina ha intentado gestionar Gaza Marine con tecnología
británica, primero, y rusa después, y la mediación de Egipto, pero el
Gobierno israelí lo ha impedido bajo el argumento de que los royalties
obtenidos servirán para financiar el terrorismo.
Las operaciones
militares israelíes “Plomo Fundido”, “Respuesta del Eco” y “Marco
Protector” tuvieron siempre entre sus objetivos impedir la explotación
de Gaza Marine, que 25 años después sigue sumergida y sin actividad.
Hoy nada indica que Palestina sea un país rico, pero lo es. Lo dejó
escrito la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo
(UNCTAD) en 2019. Los yacimientos de petróleo y gas natural de la Cuenca
del Levante –o Mar Levantino, dentro del Mediterráneo– tienen un valor
neto de 453.000 millones de dólares.
Esta agencia de la ONU publicó un extenso informe
“Los costos económicos de la ocupación israelí para el pueblo
palestino: el potencial no aprovechado del petróleo y el gas natural” en
el que confirma que los recursos naturales tienen capacidad para
beneficiar a la población gazatí, y a Israel, pero que también “fuente
de conflictos y violencia adicionales si las partes individuales
explotan estos recursos sin tener en cuenta la parte justa de los
demás”.
La campaña de exterminio lanzada por Israel el 7 de
octubre, en la que, según otra agencia de la ONU, UNRWA, ya han
muerto 15.000 personas, indica que el escenario es el segundo. El gas y
el petróleo frente a las costas de Gaza son un objetivo estratégico para
el Gobierno de Benjamin Netanyahu, que ha apostado por un futuro
económico basado en la explotación para consumo propio y la distribución
con destino a los países de Europa, del combustible.
Un nuevo punto de vista sobre ese factor secundario de la invasión israelíel lo aportaba el experto en relaciones internacionales israelí Guy Laron, de la
Universidad Hebrea de Jerusalén, señalaba un cambio de rumbo en la
política económica del Gobierno del Likud. Según Laron, Netanyahu
“siempre ha querido convertir a Israel en una economía de recursos y un
centro energético”.
Oriente Medio es el punto energético más
importante del mundo. En ese área se encuentra casi la mitad de las
reservas probadas mundiales de gas y petróleo. La situación de Israel,
más si se produce la colonización completa de la Franja, es estratégica
como punto de reparto y puede ser definitiva si se explotan las bolsas
que quedan bajo el mar.
El objetivo es convertir Israel en un nodo
clave para el suministro de combustible fósil, inicialmente a través de
gaseoductos conectados al continente desde los yacimientos de Tamar,
que tiene reservas de 200 billones de metros cúbicos (bcm) y de Leviatán
(600 bcm), descubiertos en 2009 y 2010.
Ambos campos pueden cubrir la
demanda interna de Israel para el próximo cuarto de siglo y permitirán
convertirlo en un exportador a los países del norte del Mediterráneo, a
través de buques o de los proyectos de gaseoductos que negocia
Netanyahu, que pasarían a través de Chipre.
Israel se ha
convertido en un importante productor y exportador de gas durante los
últimos cuatro años, duplicando el tamaño de su cadena de valor del gas,
según destacaba este mes un informe del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford.
Extrae más que cualquier país europeo. El
29 de octubre, Israel anunció que había concedido 12 licencias a seis
empresas, incluida British Petroleum y la petrolera italiana Eni, para
explorar y descubrir campos adicionales de gas natural en alta mar.
El estudio de la UNCTAD, no obstante, reseña que no todo el gas y el
petróleo del mar que comparten Gaza, Israel y otros países como Líbano,
Egipto y Chipre, no ha sido aun descubierto, y que hay una parte importante
que aun no ha comenzado a ser explotada.
El bloqueo impuesto
sobre la Franja de Gaza desde 2007 ha impedido “cualquier acceso a los
yacimientos de gas, y a los miles de millones [de dólares] que
representan”. Según las estimaciones de los geólogos, hay sedimentos a
profundidades que oscilan entre los mil y seis mil metros que guardan
billones de metros cúbicos de gas.
La Cuenca
del Levante, que baña distintas orillas, es uno de los yacimientos de
gas natural más importantes del mundo y aun no se ha establecido la
soberanía sobre esas bolsas vírgenes.
Una
parte del yacimiento, llamado Gaza Marine, a 17 millas de la costa
gazatí y con 30 billones de metros cúbicos (bcm) de gas de calidad
óptima, es objeto de deseo por parte del Gobierno de Israel. En 1999, la
Autoridad Nacional Palestina (ANP) firmó un contrato con BG Group
(BGG), que desde 2015 es propiedad de Shell.
Ese acuerdo prometía a la
compañía el 90% de los beneficios, mientras que el 10% iba para la ANP.
El margen de la explotación de los dos pozos perforados hasta entonces,
Marine 1 y Marine 2, iba a incrementarse con el tiempo a favor de la
Autoridad Nacional Palestina. No ha sido así.
Desde la
intervención militar de Israel en la Franja 2008, sin embargo, los
yacimientos pasaron a estar controlados por Israel “sin tener en cuenta
el derecho internacional”, reseña la UNCTAD, que también refleja que las
negociaciones entre BGG y funcionarios israelíes estaban en curso en
octubre de 2008, dos o tres meses antes del comienzo de la operación
militar. BG Group pactó repartirse las regalías de entonces con Tel
Aviv.
El relativamente pequeño volumen de los campos ha sido el motivo,
según los expertos israelíes, de que no se avanzase en la explotación.
“En
2018, se cumplieron 18 años desde los estudios de perforación de Marine
1 y Marine 2”, concluye el informe: “Dado que la ANP no ha podido
explotar estos campos, las pérdidas acumuladas ascienden a miles de
millones de dólares. En consecuencia, al pueblo palestino se le han
negado los beneficios de utilizar este recurso natural para financiar el
desarrollo socioeconómico y satisfacer sus necesidades de energía
durante todo este período”.
Este verano, antes de la ofensiva,
el Gobierno israelí anunció la aprobación preliminar para la
explotación de los campos Marine, a condición de “preservar la seguridad
y las necesidades diplomáticas del Estado de Israel”.
En ese momento,
los expertos israelíes interpretaron
que la autorización era un signo de la mejora de relaciones con Hamás
“por ayudarlo a oponerse a los militantes de la Jihad Islámica durante
la última ronda de violencia en Gaza en mayo de 2023”.
Cinco meses
después, la posibilidad de una conquista del territorio palestino
amenaza con quedárselo todo.