SAO PAULO.- La
inflación en Brasil se mantuvo en 2018 bajo control (3,75%), un dato
que alivia la presión sobre las tasas de interés en el primer año de
gestión del presidente Jair Bolsonaro, confrontado al desafío de
reactivar la economía.
El
índice IPCA estuvo levemente por encima de las previsiones del mercado
(3,69%), pero quedó por debajo del centro de la meta oficial, que para
el año pasado era de 4,5% con un margen de tolerancia de 1,5 puntos
porcentuales hacia arriba o hacia abajo.
La
inflación de 2018 se vio influenciada especialmente por los gastos en
productos y servicios de los grupos Vivienda (+4,72%), Transportes
(4,19%), Alimentación y Bebidas (4,04%).
El
dato debe servir al nuevo gobierno de Bolsonaro para mantener su tono
optimista en relación a la economía, tras prometer un amplio plan de
ajuste fiscal y privatizaciones comandado por el ministro Paulo Guedes,
que cuenta con la simpatía de los mercados.
También
debe alejar la posibilidad de un aumento a corto plazo de la tasa
básica de interés, que se halla en su mínimo histórico de 6,5% desde
marzo.
El
presidente del Banco Central, Ilan Goldfajn, celebró el resultado
ajustado a la meta oficial, pero advirtió que mantener la inflación bajo
control es "un trabajo continuo".
"La
continuidad del proceso de reformas y ajustes necesarios para la
economía brasileña es esencial para mantener la inflación baja en el
medio y largo plazo, para la caída de la tasa de interés estructural y
la recuperación sustentable de la economía", afirmó este viernes durante
un evento público del BCB en Rio de Janeiro.
De
acuerdo con la serie histórica del Instituto Brasileño de Geografía y
Estadísticas (IBGE), se trata de la segunda menor inflación anual desde
2006 (3,14%). La de 2018 fue 0,8 puntos porcentuales superior a la de
2017 (2,95%), que había perforado el piso de la meta con su menor valor
en dos décadas.
Según
los analistas, la baja inflación todavía refleja en parte la lenta
actividad económica del gigante sudamericano, que atravesó por dos
contracciones consecutivas de su PIB de 3,5% en 2015 y 2016.
En 2017, el crecimiento fue de apenas 1% y las estimaciones del mercado se sitúan en 1,3% para 2018 y 2,53% en 2019.
"Venimos
de una recesión tan fuerte que las personas simplemente no tienen
dinero para consumir", explica Camila de Caso, economista de la
consultora Necton, de Sao Paulo.
De
Caso sostiene que el índice de 2018 habría sido incluso menor si Brasil
no hubiese sido sacudido por una huelga de camioneros que paralizó el
país e hizo saltar la inflación acumulada a doce meses de 2,86% en mayo a
4,39% en junio y 4,48% en julio.
Según
la especialista, Brasil todavía atraviesa un período económico frágil,
con un desempleo alto (11,6%), cuya disminución en los últimos meses ha
estado impulsada principalmente por una precarización del mercado de
trabajo, es decir un aumento de los puestos informales y del subempleo.
La
profesora de Economía Margarida Gutierrez, de la Universidad Federal de
Rio de Janeiro (UFRJ), señala que además del factor de una baja
demanda, Brasil tuvo una inflación controlada en 2018 porque los
"precios de los commodities (materias primas) están a la baja en el
mercado internacional" y esto se refleja en los precios internos.
Gutierrez
considera que si el gobierno de Bolsonaro logra ejecutar su plan de
ajuste y no ocurre ningún desastre en el escenario internacional que
provoque una disparada del dólar, Brasil podrá reactivar su economía
este año sin presión inflacionaria.
"Todo
lo que vi hasta ahora en la agenda económica del gobierno está en la
dirección correcta: la reforma del sistema de jubilaciones, la
simplificación tributaria, las privatizaciones y concesiones", dijo.
"La duda es cuál será la respuesta del Congreso a esos cambios", indagó.
La
expectativa del mercado es que la inflación se ubique en torno al 4% en
2019, por debajo del centro de la meta, modificado para 4,25%.
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