MADRID.- Chalecos amarillos y reiteradas jornadas de huelga que han paralizado Francia, crisis del motor alemán, enfrentamientos comerciales de muy diverso calado e impacto, Brexit, pugna en el Ejecutivo de coalición italiano, protestas en las calles de Hong Kong,
Chile... 2019 ha estado marcado por un sin fin de acontecimientos
políticosociales que han devenido en una "desaceleración sincronizada", resume el diario español El País.
El término, utilizado por la nueva directora gerente del Fondo Monetario
Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, resume el frenazo registrado
por la economía mundial este año. Una ralentización generalizada en
todos los países que, por ahora, se ha quedado ahí, alejando los
nubarrones de una nueva crisis global.
La economía internacional cierra 2019 con el menor avance desde la
crisis financiera mundial, un 3%, que se incrementará en cuatro décimas
el próximo ejercicio, según las estimaciones realizadas por el FMI.
"Esta moderación del crecimiento es consecuencia del aumento de las
barreras comerciales; la elevada incertidumbre en torno al comercio y la
geopolítica", aseguró en octubre el organismo internacional.
El motor de la economía global no ha llegado a griparse pero ha
registrado su peor comportamiento desde la crisis financiera lastrado
por las idas y venidas de las relaciones comerciales internacionales,
con Donald Trump en el papel de protagonista de todas ellas. El pulso
del presidente estadounidense con el Gobierno chino ha supuesto un paso
más en la paulatina ralentización de la economía del gigante asiático
pero de paso se ha llevado consigo de paso la economía de la zona euro,
que se ha mostrado muy dependiente al ciclo económico global, y la
estadounidense.
Según las estimaciones del FMI y del Banco Mundial, las
tensiones comerciales provocarán hasta 2020 unas pérdidas de 630.000
millones de euros, es decir, un 0,8% del PIB mundial.
Los bancos centrales han vuelto a convertirse en los grandes
salvadores de las economías nacionales con su decisión de mantener los
tipos de interés en el cero y de poner en marcha un nuevo programa de
compras de deuda, en el caso del Banco Central Europeo (BCE), y de
pausar el proceso de normalización monetaria, léase elevar el precio del
dinero por primera vez desde 2008, por parte de la Reserva Federal de
EE UU para hacer frente a la desaceleración, a las consecuencias del
pulso arancelerario entre Washington y Pekín y a la pugna de su
presidente Jerome Powell, con Trump.
Un papel de superhéroes que los banqueros centrales aspiran a quitarse
de encima cuanto antes y que ha llevado ya al expresidente del BCE,
Mario Draghi, y su sucesora, Christine Lagarde, a alertar de los efectos
negativos de unos tipos históricamente bajos y de la necesidad de que
sean los Gobiernos más saneados los que tomen la batuta y eleven el
gasto público.
Un mantra que por ahora ha caído en saco roto pese a los
llamamientos directos a Estados como Alemania, Holanda o Austria.
De cara al año que arranca, 2020 volverá a estar marcado por la
evolución de las economías emergentes, que se comportarán mejor que las
avanzadas. El FMI calcula que las primeras crecerán un 4,6%, siete
décimas más que este ejercicio, mientras que las segundas se mantendrán
estables en el 1,7%.
Dentro de las avanzadas, la guerra arancelaria con
China y el agotamiento de los estímulos fiscales emprendidas por Trump
en los primeros dos años de su legislatura pasarán factura a Estados
Unidos. Su PIB se elevará un 2,1%, frente al 2,9% registrado en 2018, en
un año marcado por las elecciones presidenciales a la Casa Blanca del
próximo mes de noviembre, que carecen por ahora de un candidato
demócrata que haga a Trump.
El PIB de la zona euro mejorará previsiblemente dos décimas, hasta el
1,4%, aunque su evolución dependerá en buena parte de la economía
alemana, para la que tras el bache de 2019 se espera que avance un 1,2% e
insufle aire en el resto de los países del bloque del euro.
España seguirá liderando los registros de la zona euro, aunque tras
cerrar el 2019 con un avance del 2%, según las estimaciones
preliminares, los cálculos del 1,8% para el próximo ejercicio realizados
por el FMI bien pudieran quedarse desfasados a la espera de una
formación de Gobierno que logre sacar adelante unos Presupuestos
Generales del Estado. Por lo pronto, el país se situará en el número 20
de las economías más avanzadas en cuanto al crecimiento de su PIB
–cuatro puestos por delante del que ocupaba hace justo un año–,
superando a Canadá (1,8%) y Austria (1,7%). En la clasificación mundial,
España retrocede hasta el puesto 146, frente al 122 con el que cierra
2019 si atendemos a los mayores incrementos de PIB, por detrás de
Dinamarca y Rusia.
Las otras dos grandes economías de la zona euro, Francia e Italia,
remontarán levemente tras un año de fuertes movilizaciones sociales por
parte de los franceses y por la amenaza de la recesión en el país
transalpino, hasta ver su PIB avanzar un 1,3% y un 0,5%,
respectivamente.
Las negociaciones sobre el Brexit entre Reino Unido y la Unión
Europea han protagonizado también las dudas de los analistas y el
mercado sobre la economía del bloque europeo.
Sin embargo, el resultado
de las elecciones británicas, que ha dado la mayoría absoluta a Boris
Johnson, ha despejado las incógnitas sobre una salida abrupta o, incluso
una marcha atrás en el proceso, pese a que aún se deben pactar los
términos de las relaciones comerciales futuras y evitar así que Reino
Unido se convierta en un tercer país para la UE a pesar de sus fuertes
vínculos comerciales.
Dejados a un lado los peores temores, el PIB
británico se elevará previsiblemente un 1,4%, dos décimas más que en
2019.
Malta e Irlanda lideraran a las 30 economías más avanzadas, con aumentos de su PIB del 4,3% y del 3,5%, respectivamente.
El frenazo de Islandia
La isla, muy dependiente de la industria turística tras la quiebra de
su banca en la crisis financiera, se ha visto penalizada en 2019 por la
quiebra de la aerolínea low cost Wow y de la caída de los visitantes.
Lejos queda ya 2016, cuando el boom turístico llevó a Islandia a crecer
un 6,6%. Tras otros dos años elevando su economía a tasas superiores al
4%, el ejercicio que acaba ha logrado su menor avance desde 2010 (0,8%) y
se estima que en 2020 su PIB aumente un 1,6%.
Una suerte similar ha corrido Hong Kong. Las protestas de su
población, que arrancaron el pasado mes de junio ante un polémico
decreto de extradición que fue retirado por su Gobierno se han
convertido en un movimiento que lucha por mejorar la democracia del
territorio que ha puesto en jaque su relación con Pekín.
Esta región
autónoma de China crecerá, según las estimaciones, un 1,5% en 2020 tras
lograr evitar la recesión este año.
Entre las economías emergentes, los denominados como países BRICS han
ido en los últimos años alejándose de las primeras posiciones en
evolución del PIB anual.
En la clasificación de las 30 economías
emergentes que más crecerán en 2020 solo se encuentran ya India, con un
avance estimado del 7%, y China. La mayor economía asiática ha avanzado
en su progresiva ralentización y los cálculos prevén un repunte de tan
solo el 5,8%. Su peor registro desde 1981.
La llegada al poder de Jail Bolsonaro en Brasil y la puesta en marcha
de sus políticas, bien recibidas por el mercado, servirán para animar a
la economía nacional e impulsarla desde al 2%, frente al 0,9% de cierre
de 2019. Un repunte que también experimentarán Rusia, hasta el 1,9%, y
Sudáfrica (1,1%).
Guyana y la fiebre del oro negro
Un PIB disparado. La estadística del FMI estima que la economía del
país que más avanzará este 2020 sea un pequeño estado caribeño, Guyana,
de tan solo 780.000 habitantes. El descubrimiento de yacimientos de
petróleo y el hecho de que la petrolera ExxonMobil haya logrado ya
producir barriles de crudo para su comercio han provocado un estallido
económico en el país que según los análisis se colocaría entre los diez
primeros productores mundiales de crudo.
Eso sí, el avance económico se reduce, según los cálculos del organismo presidido por Georgieva a este ejercicio, dado que estima que el PIB vuelva crecer a ritmos inferiores, pero con bastante volatilidad a medida que los nuevos pozos estén listos para la comercialización de su crudo.
Eso sí, el avance económico se reduce, según los cálculos del organismo presidido por Georgieva a este ejercicio, dado que estima que el PIB vuelva crecer a ritmos inferiores, pero con bastante volatilidad a medida que los nuevos pozos estén listos para la comercialización de su crudo.