PARÍS.- Empleados ferroviarios,
conductores de metro, médicos, profesores, funcionarios o abogados
salieron a las calles de Francia este martes para pedir al gobierno de
Emmanuel Macron que retire su polémica reforma del sistema de pensiones,
pero el primer ministro reiteró su "total determinación" a seguir
adelante con el proyecto.
Más de 600.000 manifestantes, según el
ministerio del Interior, y 1,8 millones, según los sindicatos,
participaron en las protestas en varios puntos del país.
Es la tercera gran jornada de manifestaciones desde
principios de diciembre y este martes por primera vez todos los
sindicatos estaban presentes en las calles.
"No hay marcha atrás",
gritaban los manifestantes. "Macron ya ha hecho demasiado daño al
país".
En París se produjeron algunas tensiones cuando las fuerzas del
orden respondieron a los lanzamientos de proyectiles con gases
lacrimógenos. Según fuentes oficiales, a las 21H00 locales 30 personas
estaban bajo custodia.
Los sindicatos que
convocaron las protestas contra la reforma lanzaron un "ultimátum" al
gobierno tras una reunión intersindical el martes por la noche
decidiendo nuevas acciones locales el jueves y hasta finales de
diciembre, sin tregua de Navidad, y prometieron "consecuencias" si el
gobierno no responde "en las próximas horas".
Francia lleva casi
dos semanas inmersa en una huelga de transportes a la que se suman
movimientos en otros gremios. Los sindicatos desean que el gobierno dé
marcha atrás antes de que las fiestas de fin de año se vean totalmente
enturbiadas por estas protestas.
"Todos aquellos que deseen una reforma justa deben estar
en las calles", pidió el secretario general del sindicato CFDT, Laurent
Berger, presente en la manifestación de París.
Los sindicatos
estiman que el plan del gobierno, que busca fusionar los 42 regímenes de
pensiones existentes en un sistema único y atrasar dos años la edad de
jubilación (de 62 a 64 años) para recibir una pensión completa, es una
"regresión" social.
Para el ejecutivo esta reforma no es solo
"justa", ya que dará a los pensionistas los mismos derechos por cada
euro ganado durante sus carreras, sino también "necesaria" para
garantizar un equilibrio financiero del sistema de pensiones.
El
presidente francés designó el martes a Laurent Pietraszewski como nuevo
secretario de Estado para gestionar la reforma en reemplazo del alto
comisionado Jean-Paul Delevoye, conocido como "Monsieur Retraites"
(Señor Jubilaciones), que dimitió el lunes por un presunto "conflicto de
intereses".
Pietraszewski, diputado y gran conocedor de este
dossier, tendrá la difícil labor de reanudar las negociaciones con los
sindicatos tras 13 días de un pulso que ni gobierno ni sindicatos están
dispuestos a perder.
Este martes, el primer ministro francés, Édouard Philippe, reiteró que el gobierno no tiene intenciones de retirar esta reforma.
"Mi determinación, la del gobierno y la de la mayoría (parlamentaria) es total", dijo ante los diputados.
Philippe invitó a los sindicatos y a las organizaciones patronales a mantener "reuniones de trabajo" el miércoles y jueves.
La huelga de
transportes comienza a hacer mella en los ciudadanos, quienes, para
seguir con su vida normal recurren al teletrabajo, las bicicletas, los
automóviles compartidos o a calzarse unos buenos zapatos y caminar.
"¡No
aguantamos más!", se queja Sylvie Baheux, una profesora de educación
física, con un monopatín en la mano. "Normalmente me toma dos horas, ida
y vuelta, ir a trabajar. Desde que comenzó la huelga, es el doble",
añade exasperada este mujer de 55 años.
En París, este martes la
mitad de las 16 líneas de metro estaban totalmente cerradas, las otras
ocho tenían servicios mínimos, y sólo un 30% de autobuses circulaba con
dificultad en medio de interminables atascos.
Pese a que al inicio
de esta movilización social una mayoría de franceses la apoyaba, en
este momento un 55% de los ciudadanos estima "inaceptable" que la huelga
se prolongue durante las fiestas de fin de año.
El tiempo apremia a una semana de Navidad. La compañía
ferroviaria francesa, la SNCF, ya ha advertido que, a menos que la
huelga termine pronto, no habrá tiempo de volver a la normalidad para
los viajes previstos en vacaciones.
A la huelga en los
transportes se suman otras. Las aerolíneas redujeron en 20% sus vuelos
programados el martes desde el aeropuerto parisino de Orly, el segundo
más grande de Francia, debido a una huelga de controladores aéreos.
Además,
muchas escuelas no abrieron sus puertas ya que alrededor del 25% de los
profesores, que también reclaman mejores condiciones salariales, se
declararon en huelga. Varias universidades, incluida La Sorbona de
París, cancelaron o aplazaron sus exámenes de diciembre, debido a las
dificultades de los estudiantes para desplazarse.
La
huelga puede empezar a provocar pronto un impacto financiero negativo
en comercios, sector turístico o bancos. La patronal francesa, Medef,
consideró esta semana que "es urgente terminar con el bloqueo" y mostró
su preocupación por "un fin de año con las cuentas en rojo".