LONDRES/BRUSELAS/DUBLÍN.- Las tensiones han crecido en los últimos meses en la región
del Ulster por los acuerdos comerciales que se han adoptado tras el
'Brexit', una situación tensa que ha llegado a su límite cuando
la semana pasada la Policía decidió no procesar a 24 políticos del Sinn
Féin por asistir a un funeral, violando las medidas establecidas por el
Gobierno para tratar de controlar la pandemia.
Al menos unas 2.000 personas asistieron al multitudinario funeral en recuerdo del antiguo miembro del IRA Bobby Storey, entre ellas la viceprimer ministra de Irlanda del Norte, Michelle O'Neill, que tuvo lugar en junio del año pasado.
Los violentos disturbios se extienden desde hace una semana por
Derry, Ballymena, Carrickfergus, Portadown y Newtonabbey y han dejado
más de 40 policías heridos.
El Brexit y la pandemia de coronavirus están avivando las tensiones en Irlanda del Norte, donde los disturbios de los últimos días en áreas protestantes de la provincia británica han causado cuantiosos daños y heridas a medio centenar de policías.
La violencia callejera, protagonizada principalmente por grupos de unionistas -en su mayoría jóvenes-, alcanzó en la noche del miércoles su punto álgido con el secuestro e incendio de un autobús urbano en Belfast y la agresión a un fotógrafo de prensa.
Los alborotadores buscan ahora, además del enfrentamiento con la Policía autónoma (PSNI), el choque con la comunidad católica-nacionalista en las zonas que dividen a ambos bandos en la capital norirlandesa, las llamadas eufemísticamente "líneas de paz".
Estos intentos por extender el conflicto ha hecho saltar las alarmas
entre los partidos de la región y los Gobiernos de Belfast, Dublín y
Londres, que ha efectuado este jueves un llamamiento a la calma para
evitar una escalada de la violencia.
A pesar de sus diferencias internas, el Ejecutivo norirlandés, de poder compartido entre protestantes y católicos, emitió un comunicado para pedir el fin de los "deplorables" ataques contra los funcionarios y los vecindarios,
en los que, según la PSNI, han estado implicados grupos paramilitares
lealistas (leales a la corona británica).
El Gobierno autónomo adoptó
esa posición conjunta después de reunirse con el máximo responsable
policial de la provincia, Simon Byrne, quien ha sido duramente criticado
estos días por la ministra principal y líder del probritánico Partido
Democrático Unionista (DUP).
De hecho, algunos observadores atribuyen el rebrote de la violencia al enfrentamiento entre la policía autónoma y el DUP, molesto porque las autoridades decidieron la pasada semana no imputar a miembros del Sinn Féin, brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), que asistieron en junio al funeral de un antiguo líder paramilitar pese a las restricciones por la pandemia.
El problema es que llueve sobre mojado, porque el sentimiento de agravio que acusa la comunidad unionista-protestante también tiene sus raíces en el Brexit y, en concreto, en el controvertido Protocolo Irlandés, incluido en el acuerdo de salida del Reino Unido de la Unión Europea.
En virtud de este mecanismo, Irlanda del Norte sigue vinculada al mercado único comunitario,
por lo que las mercancías que cruzan entre ese territorio y el resto
del Reino Unido deben pasar controles aduaneros, con una nueva carga
burocrática que ha provocado escasez de productos y tensiones políticas.
Aunque esa solución fue diseñada para evitar el establecimiento de una frontera física
entre las dos Irlandas, clave para sus economías y para el proceso de
paz, la comunidad unionista cree que pone en peligro su relación con
Londres, sobre todo ahora que los partidos nacionalistas han redoblado
sus esfuerzos para avanzar en el objetivo histórico de la reunificación
de la isla.
Dublín advierte ante posibles muertes
En este clima de creciente crispación, el ministro irlandés de Asuntos Exteriores, Simon Coveney, advirtió este jueves de que los disturbios "causarán muertes" si los políticos no trabajan juntos para "rebajar la tensión"
y abordar "los desafíos" a través de la vía democrática.
"Es muy
preocupante ver que hay esfuerzos para provocar una reacción de la
comunidad nacionalista (en las 'líneas de paz') y extender la violencia
más allá de las comunidades lealistas", dijo Coveney, quien pidió
recuperar el espíritu del acuerdo del Viernes Santo, el texto que puso
fin al conflicto en la región y que cumplirá 23 años este sábado.
El primer ministro británico, Boris Johnson, también ha condenado los disturbios y los ataques contra la PSNI, al tiempo que ha insistido en que la "única manera de resolver las diferencias" es a través del "diálogo, sin violencia o criminalidad", en clara referencia a la implicación de los paramilitares protestantes.
Sus palabras, no obstante, no son suficientes para los que le piden que se involucre personalmente
en los esfuerzos pacificadores, tal y como ha sugerido, por ejemplo, el
líder de la oposición británica, el laborista Keir Starmer.
De momento, Londres abordará la situación a través del ministro para Irlanda del Norte,
Brandon Lewis, quien mantuvo este jueves en Belfast una reunión con los
principales partidos de la región. Al término de ese encuentro, destacó
la unidad de las formaciones, ya que envía un "claro mensaje de que la violencia no es aceptable", al tiempo que descartó reunirse con el llamado Consejo de Comunidades Lealistas (LCC).
Esta organización representa a los tres principales grupos
paramilitares protestantes de la región, los cuales retiraron el pasado
mes su apoyo al acuerdo del Viernes Santo por su oposición al citado
protocolo del Brexit, aunque aseguraron que se mantienen en tregua.
"Siempre estoy dispuesto a reunirme con cualquiera que tiene claro que
el proceso para abordar los problemas es a través de la vía
democrática", dijo Lewis a ese respecto.
Bruselas pide el cese de la violencia
La Comisión Europea condenó este jueves "en los términos más enérgicos" y pidió que se detengan "inmediatamente" los actos de violencia en Irlanda del Norte,
donde los disturbios de las últimas siete noches, sobre todo, en la
capital, Belfast, han causado cuantiosos daños y heridas a medio
centenar de policías.
"Condenamos en los términos más enérgicos posibles los actos de
violencia que han ocurrido en Irlanda del Norte durante los últimos
días. Nadie tiene nada que ganar con esto", declaró el portavoz jefe de la CE, Eric Mamer, durante la rueda de prensa diaria de la institución.
Además, pidió a todos los implicados en los disturbios "abstenerse inmediatamente de realizar estos actos violentos".
El exnegociador de la Unión para el Brexit, Michel Barnier, también condenó los disturbios y recalcó que la violencia "nunca es una solución". "Apoyo
total a las autoridades y líderes políticos para apaciguar las
tensiones y restablecer la calma", escribió el político francés en
Twitter.
Desde el pasado viernes, decenas de personas protagonizan cada noche en
áreas protestantes de la región actos de vandalismo y enfrentamientos
con las fuerzas del orden, que culminaron este miércoles con el secuestro e incendio de un autobús urbano en Belfast y la agresión a un fotógrafo de prensa.