LONDRES.- Los mayores operadores de petróleo del mundo están invirtiendo cientos
de millones de dólares en proyectos respetuosos con el medioambiente,
como parques eólicos, plantas de generación de energía con estiércol de
vaca o el conocido como “hidrógeno azul”, con la esperanza de igualar
los beneficios que obtienen actualmente con la compraventa de petróleo.
La industria energética en su conjunto se enfrenta a un momento
crucial ante la necesidad de avanzar hacia un futuro con menos emisiones
de dióxido de carbono, viendo como aumenta la presión de inversores,
Gobiernos, activistas y fuentes de financiación para encontrar un modelo
de negocio sostenible.
Para los agentes petroleros el desafío es
todavía mayor, ya que sus márgenes de beneficios se han visto reducidos
debido al aumento de la competencia, el estricto control de los
reguladores y la creciente demanda de transparencia de la industria.
Firmas
como Vitol y Trafigura ya han invertido partidas presupuestarias en
parques eólicos, hidrógeno, energía solar, vehículos eléctricos,
biocombustibles y biometano como posibles sustitutos del petróleo, que
históricamente ha sido su gran fuente de beneficios.
Pero al
igual que las grandes productoras internacionales de petróleo, aún no
han dado con su nuevo modelo de negocio para un futuro respetuoso con el
medioambiente.
“Nadie ha descubierto todavía cómo hacer
dinero”, comenta Jean-Francois Lambert, de la consultora Lambert
Commodities.
“Los operadores todavía están tanteando el terreno”.
Los
operadores se ganan la vida explorando oportunidades de obtener grandes
beneficios con el suministro de energía, explotando negocios que otras
empresas no logran detectar o que consideran demasiado arriesgados.
Estas oportunidades son escasas en el sector de las energías renovables.
“Los
proyectos de energías renovables están alcanzando una fase en la que
pueden ofrecer atractivas propuestas de inversión, pero hay demasiado
capital detrás de un número limitado de proyectos”, dijo el consejero
delegado de Vitol, Russell Hardy. “Encontrar el proyecto adecuado al
precio adecuado no es fácil”.
Por su parte, los cambios en el
sector financiero también contribuye a la sensación de urgencia por dar
con nuevas fuentes de negocio.
El banco francés Natixis, por
ejemplo, fue el primero en introducir penalizaciones financieras
internas en septiembre a los negocios que no son respetuosos con el
medioambiente.
El banco anunció que los acuerdos categorizados
como “verdes” recibirán una reducción de hasta el 50% en la cantidad de
capital que el banco retiene a la hora de respaldarlos, los conocidos
como activos por riesgo ponderado. Por contra, un acuerdo que no sea
respetuoso con el medioambiente, etiquetado como “marrón”, se enfrentará
a un aumento en esta partida de hasta un 24%.
En un
momento en que el Banco Central Europeo está promoviendo una agenda
verde, otros grandes bancos europeos también están considerando aplicar
esquemas similares, según dijeron dos fuentes bancarias.
“Los
requisitos mínimos para la concesión de préstamos regulares se están
volviendo cada vez más duros. Existe una presión (sobre los operadores)
por parte de las organizaciones no gubernamentales y los bancos”, señaló
una de las fuentes bancarias.
“También es una cuestión de recursos humanos: ¿qué milenial quiere una gran bonificación de una industria sucia?”
La
compraventa de valores de energía es una de las maneras de subirse al
tren del cambio de las renovables, ya que la diversificación de las
fuentes creará nuevos desplazamientos.
“Se producirá una
transición de las moléculas a los electrones, para 2030 los vehículos
eléctricos añadirán un incremento de 250GW por hora a la demanda
mundial”, dijo Hardy.
Vitol y Mercuria, con sede en Ginebra, ya
cuentan con equipos activos energéticos, pero otras empresas todavía
están empezando. Trafigura abrió su primera mesa de comercio energético y
de renovables en noviembre, mientras que en enero el grupo Gunvor
reinició la compraventa de energía con una mesa especializada en
Londres.
“La industria energética tiene similitudes con la forma
en que opera la industria petrolera, incluyendo desplazamientos
regionales que los operadores aprovechan”, dijo a Reuters en Davos el
consejero delegado de Trafigura, Jeremy Weir.
También dijo que
el transporte marítimo representaba el 89% de las emisiones de dióxido
de carbono de Trafigura y que la industria en general necesitaría
establecer un punto de referencia único para controlar esta huella de
carbono.
A finales del año pasado, Trafigura invirtió en una
empresa de hidrógeno verde y este mes realizó su primera inversión en un
proyecto solar en Malí.
Vitol ha
creado un grupo de trabajo interno para examinar nuevas tecnologías
aplicables a la energía renovable y las formas en que la empresa puede
participar en una economía con menos emisiones de carbono.
La
empresa ha destinado 300 millones de dólares para la inversión en
energías renovables, con más de 200 millones de dólares ya asignados,
dijo la empresa en octubre.
Por otra parte, Vitol ha instalado
una granja solar en Estados Unidos y tiene un importante proyecto eólico
en Ucrania a través de un consorcio llamado VLC Renewables.
El
parque eólico producirá 500 MW de energía y cuando esté terminado se
colocará entre los cinco mayores generadores de energía eólica del
planeta.
Vitol forma parte del proyecto Humber Zero en Reino
Unido, cuyo objetivo es convertir el estuario del río Humber en la
primera área de emisiones cero de carbono del país para 2040.
La
compañía producirá hidrógeno “azul” para su planta de energía de 1,2 GW
en Immingham con el fin de alimentar las refinerías de petróleo de
Humber y Lindsey. El plan está a la espera de la aprobación de las
autoridades.
El conocido como “hidrógeno azul”, producido a
partir de gas natural, puede ser utilizado como una fuente energética
con bajas emisiones de dióxido de carbono.
Existen otros proyectos similares pero los costes son demasiado altos para su uso generalizado.
“Por
unidad de energía, los costes del suministro de hidrógeno son entre 1,5
y 5 veces los del gas natural. (...) El desarrollo de la
infraestructura del hidrógeno supone un desafío, lo cual está
ralentizando su adopción generalizada”, según un informe de la Agencia
Internacional de Energías Renovables de septiembre de 2019.
Los residuos también constituyen una nueva fuente de potenciales beneficios.
Vitol
ha invertido en varias “start-ups”, incluyendo empresas que convierten
los residuos de carbón y plástico en combustible. En Idaho, en Estados
Unidos, ha invertido en un “biodigestor” de estiércol de vaca que
produce unos 20.000 metros cúbicos de biometano por día.
La
empresa minera y operadora Glencore ha puesto un tope a su producción
de carbón y está reduciendo el consumo de diésel en algunas de sus minas
más remotas mediante el uso de vehículos hidroeléctricos,
aerogeneradores e hidroelectricidad.
Trafigura y Glencore están
centrando sus esfuerzos en los componentes de las baterías de vehículos
eléctricos. Trafigura ha invertido en la empresa minera finlandesa
Terrafame para producir níquel y cobalto.
El grupo
Gunvor, con sede en Ginebra, tiene previsto invertir cientos de
millones para reducir las emisiones de CO2 en sus tres refinerías
europeas y añadir una unidad de biocombustible en una de sus refinerías
que utilizará el exceso de hidrógeno.
Los biocombustibles
centrarán su estrategia tras haber comprado este año dos plantas en
España que convierten los residuos de aceite, como el empleado en la
cocina, en biocombustible.
“La transición energética será más
compleja y prolongada de lo que la gente cree”, dijo a Reuters el
consejero delegado de Gunvor, Torbjorn Tornqvist, con la demanda de
petróleo aumentando a pesar de que su porcentaje en la matriz energética
vaya a caer.
“El gas debe reemplazar al carbón. La mitad de las
emisiones desaparecerían con tan sólo adoptar esta medida. Abandonamos
el negocio del carbón por razones comerciales, pero ahora no volvería a
entrar en ello por pura convicción”.