PARÍS.- El presidente de China, Xi Jinping, ha comenzado este domingo en
Francia su primera visita a Europa en cinco años, un viaje en el que
compartirá impresiones sobre el desarrollo económico y el rol global de
su país con dirigentes de dos modelos políticos, uno entroncado
firmemente en la Unión Europea, representado en Francia -- con la
participación especial de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula
von der Leyen -- , y otro más próximo al entorno ruso y chino como son
Hungría y Serbia.
"En la tarde del 5 de mayo el presidente Xi Jinping ha llegado en
avión a París para iniciar una visita de Estado a Francia", ha informado
la televisión pública china CCTV. Xi ha sido recibido a las 16.00
hroas por el primer ministro francés, Gabriel Attal, en el Aeropuerto
Internacional de París-Orly.
El lunes tiene prevista una reunión con Von der Leyen y el presidente
de Francia, Emmanuel Macron. Desde El Elíseo se informa además que la
situación en Ucrania y Oriente Próximo también adquirirán importancia
durante las conversaciones.
El propio Xi ha publicado un
artículo en 'Le Figaro' en el que explica los objetivos principales de
su visita a Francia: relaciones comerciales y diplomáticas y colaborar
"con la comunidad internacional" para "resolver" la guerra de Ucrania.
La visita a Francia comienza después de que la ministra de Exteriores
alemana, Annalena Baerbock, criticara las prácticas chinas en materia
de subvenciones estatales, y no descartara la adopción de medidas de
respuesta.
De hecho, la Comisión Europea está investigando si la venta
de coches eléctricos chinos en Europa está siendo subvencionada
indebidamente y si es necesario tomar contra medidas.
Xi
advirtió contra cualquier medida de protección económica durante la
visita del canciller alemán Olaf Scholz a Pekín en abril. Tanto Alemania
como China dependen de la industria y apoyan el libre comercio, afirmó
el jefe de Estado chino.
"En este sentido, ambas partes deben protegerse
contra el auge del proteccionismo", añadió.
El presidente
chino visitará Hungría para conversar con el primer ministro Viktor
Orbán, jefe del Gobierno del único país de la Unión Europea que forma
parte del gran proyecto internacional de infraestructuras chino conocido
como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (o la Nueva Ruta de la Seda).
Orbán es conocido por sus discrepancias con las decisiones de Bruselas y
de la OTAN, así como por su proximidad a Moscú, como también lo es el
presidente serbio, Aleksandar Vucic, quien también compartirá
impresiones con el dirigente chino.
De hecho, hace una década,
Hungría y Serbia concluyeron un acuerdo con Pekín para modernizar el
ferrocarril entre sus capitales, Budapest y Belgrado, parte de un plan
de la Franja y la Ruta para conectar con el puerto de El Pireo en Grecia,
controlado por China, al sur, una entrada para los productos chinos
hacia Europa Central y del Este.
El proyecto, valorado en unos 2.000
millones de euros, espera entrar en funcionamiento en 2026, tras varios
retrasos.
La visita a Serbia comprenderá un momento
especialmente simbólico porque ocurrirá en torno al 25º aniversario del
bombardeo estadounidense de la Embajada china en la capital serbia,
Belgrado, durante el bombardeo de la OTAN sobre Yugoslavia, el 7 de mayo
de 1999.
El bombardeo mató a tres periodistas (Xu Xinghu, su
mujer, Zhu Ying y Shao Yunhuan) y ha caracterizado desde entonces las
tensas relaciones contemporáneas entre China y la Alianza Atlántica.
Ejemplo de ello han sido las críticas de China a lo que considera una
política expansionista de la OTAN, que Pekín ve como uno de los factores
fundamentales que ha terminado por desencadenar la guerra de Ucrania.
Xi, aliado del presidente ruso, Vladimir Putin, se ha negado a
describir el conflicto como una invasión rusa y achacado a la alianza
parte de la responsabilidad por su estallido.