MADRID.- La cumbre climática de la ONU concluyó este domingo tras haber
sido pospuesto, con las principales economías reacias a emitir una nueva
y audaz llamada a la acción para combatir el calentamiento global,
provocando fuertes críticas por parte de los estados más pequeños y de
los activistas medioambientales.
La cumbre de Madrid estaba considerada como un test de la voluntad
colectiva de los gobiernos de seguir el consejo de los científicos de
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a tiempo para
evitar que el aumento de la temperatura global alcance un punto de
inflexión irreversible.
Pero con la cumbre en camino de aprobar
tan sólo una modesta declaración carente de un mensaje claro e
inequívoco para que los países eleven sus metas de reducción de
emisiones el próximo año, el estado de ánimo era más bien apagado cuando
los distintos delegados asistentes al evento comenzaron los
procedimientos finales.
“Estas conversaciones reflejan lo
desconectados que están los líderes de los países de los avisos de la
ciencia y de las demandas de sus ciudadanos en las calles”, dijo Helen
Mountford, vicepresidenta de clima y economía del laboratorio de ideas
World Resources Institute. “Necesitan despertar en 2020.”
La
cumbre debía terminar el viernes tras dos semanas de reuniones, pero
finalmente ha durado dos días más, lo cual supone un gran retraso
incluso para lo acostumbrado en las cumbres climáticas, a menudo
tortuosas.
Previamente el país que preside las conversaciones,
Chile, provocó indignación en la cumbre (conocida como COP25) tras
preparar un texto que los activistas rechazaron por considerarlo tan
poco sustancial que suponía una traición al espíritu del Acuerdo de
París de 2015.
El proceso establecido en dicho acuerdo depende de que los países aumenten la reducción de sus emisiones el próximo año.
Un
borrador posterior publicado por Chile expresaba la “urgente necesidad”
de que estos nuevos compromisos de los países cierren la brecha entre
los actuales y el objetivo del Acuerdo de París de evitar que las
temperaturas mundiales aumenten más de 1,5 grados centígrados.
Así
y con todo, todavía fue recibida como una respuesta débil a la
sensación de urgencia que sienten las comunidades de todo el mundo
afectadas por inundaciones, sequías, incendios forestales y ciclones
que, según los científicos, se están volviendo más intensos a medida que
la Tierra se calienta rápidamente.
“La COP25 demostró la falta
de ambición colectiva de los mayores emisores (de gases de efecto
invernadero) del mundo”, dijo el asesor político de Greenpeace para Asia
Oriental, Li Shuo.
Los científicos sostienen que el mundo sólo
tendrá una oportunidad de evitar un calentamiento catastrófico si los
países acometen grandes reducciones de las emisiones conforme al Acuerdo
de París, el cual entra en una fase crucial de aplicación el próximo
año antes de otra cumbre que se celebrará en Glasgow.
Las
conversaciones en Madrid se vieron envueltas en disputas sobre las
reglas que deberían regir el comercio internacional de carbono,
favorecidas por los países más ricos para reducir el coste de la
reducción de las emisiones. Brasil y Australia se encontraban entre los
principales opositores, dijeron los delegados presentes en los
encuentros, pareciendo probable que la cumbre aplazará las grandes
decisiones sobre los mercados de carbono para posteriores
conversaciones.
Las naciones más pequeñas también esperaban obtener garantías de que
recibirán ayuda financiera para hacer frente al cambio climático. La
isla de Tuvalu, en el Pacífico, acusó a Estados Unidos, que comenzó el
proceso de retirada del Acuerdo de París el mes pasado, de bloquear
cualquier posible progreso.
“Hay millones de personas en todo el
mundo que ya están sufriendo las consecuencias del cambio climático”,
dijo Ian Fry, representante de Tuvalu, a los delegados. “Negar este
hecho podría ser interpretado por algunos como un crimen contra la
humanidad.”