SANÁ.- Las necesidades humanitarias de la población yemení siguen creciendo
tras nueve años de guerra, un conflicto enquistado que deja a la
población civil ante un panorama desolador, que se ceba especialmente
con la infancia. Sin calidad de vida y ante un futuro devastador, la
desnutrición aguda pone en peligro la vida de más de medio millón de
niños en todo el país.
Actualmente, unos 21,6 millones de
personas, aproximadamente la mitad de la población, necesita ayuda
humanitaria y protección --11,1 millones de ellos niños--, mientras que
17,6 millones se enfrentan a la inseguridad alimentaria.
Esta situación,
que ha sumido a gran parte de la población en la pobreza, obliga a
Yemen a enfrentarse a una tasa de desnutrición significativamente alta,
que ha provocado que más la mitad de los niños yemeníes menores de cinco
años sufran desnutrición aguda o moderada.
Si bien la tregua entre los rebeldes hutíes y el Gobierno reconocido
internacionalmente auspiciada por la ONU expiró en octubre de 2022, el
alto el fuego 'de facto' se ha mantenido desde entonces, lo que ha
proporcionado cierto alivio a los civiles.
No obstante, con 4,5
millones de desplazados internos, las organizaciones humanitarias piden
una paz sostenible a largo plazo para poner fin a la terrible situación
humanitaria a la que se enfrenta la población. Los sistemas
socioeconómicos continúan al borde del colapso y, según cálculos del
Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), 593.000 niños sufren
desnutrición aguda.
Millones de niños --aproximadamente uno de
cada cuatro-- carecen de acceso a la educación y se han visto expuestos
a un futuro "catastrófico". El representante de UNICEF en Yemen, Peter
Hawkins, ha recalcado que es necesario "darles acceso a una educación de
calidad".
"Necesitamos lograr que estos niños vuelvan a la escuela,
necesitamos darles resultados, un aprendizaje de calidad, y ayudarlos a
tener aspiraciones de cara al futuro", ha dicho durante una sesión
informativa con motivo del noveno aniversario del inicio de la guerra en
el país.
"La situación actual no es fácil, pero nunca lo ha
sido en Yemen. Como agencia de la ONU, estamos dispuestos permanecer y
ofrecer ayuda", ha aseverado antes de aclarar que la terrible situación
"inspira a los trabajadores de UNICEF a hacer más por esta población".
"Queremos que construyan su resiliencia y tengan acceso a servicios
sostenibles en materia de sanidad, educación, agua y protección", ha
aseverado Hawkins.
En esta línea se ha pronunciado también la
jefa de Educación de UNICEF en Yemen, Nor Shirin, que ha subrayado la
importancia de abordar los desafíos educativos de los niños, algo
"fundamental" ante una situación "dura y compleja", especialmente para
los menores.
"El aprendizaje está en riesgo", ha alertado, antes de
afirmar que existe no solo una falta de escuelas sino también de
profesores.
"Más del 80 por ciento de los niños carecen de las
habilidades correspondientes para leer, y un 70 por ciento no han
desempeñado sus capacidades básicas a nivel matemático. La situación de
las niñas es peor porque existe una disparidad de género", ha
puntualizado antes de afirmar que los profesores no cobran su salario
desde 2016.
Así, ha lamentado que los años de conflicto hayan
provocado daños severos a la infraestructura educativa a nivel nacional,
lo que ha dejado numerosas escuelas inutilizables por el momento.
"La
crisis humanitaria y la situación económica ha llevado a muchas familias
a la pobreza, forzando a los niños a trabajar o involucrarse en otras
actividades para sobrevivir, en lugar de asistir al colegio", ha
denunciado.
Shirin, que ha puntualizado que los
desplazamientos forzosos son una de las principales causas de la falta
de acceso de los menores a la educación, ha hecho hincapié en que la
agencia de la ONU trabaja con las autoridades educativas locales en un
intento por sacar adelante políticas que apoyen el acceso de "todos los
niños, incluidos los más vulnerables", a la escuela.
Mansor, un
niño que vive con su familia en un campo de desplazados internos,
señala el desplazamiento como la situación "más difícil que ha tenido
que atravesar en la vida" y ha lamentado haberlo perdido todo a causa de
la guerra.
"Volvimos a casa y ya no quedaba nada, todo había sido
destruido", ha afirmado en declaraciones a UNICEF.
El caso de
Mansor es representativo de la infancia en Yemen: dejó la escuela
durante un año después de verse obligado a desplazarse por los combates y
desde entonces nunca ha regresado a su vivienda habitual.
La desnutrición aguda es un problema que se ensaña especialmente con
los menores, que se enfrentan a un alto nivel de mortalidad debido a la
falta de alimentos. Aunque UNICEF ofrece ayuda preventiva en unos 4.750
centros sanitarios que aún siguen en funcionamiento, entre el 10 y el 17
por ciento de los niños se enfrentan a la desnutrición aguda, lo que
los lleva a padecer problemas médicos que arrastran a lo largo de su
crecimiento.
Kebir Hassen, jefe de Salud de UNICEF en Yemen,
ha advertido que el sistema sanitario "siempre ha sido frágil a lo largo
de los últimos diez años" debido al conflicto, que lleva acarreado una
crisis social, económica y política "devastadora".
Aunque
destaca el papel de la agencia de la ONU a la hora de paliar la
situación actual sobre el terreno, ha manifestado que el sistema sigue
dependiendo de la ayuda de los donantes y ha denunciado la presencia de
epidemias como la polio. Hassen ha alertado de la presencia de
movimientos antivacunas, que hacen un flaco favor a la salud de los
menores.
"Tenemos que aumentar la vacunación y lograr que cada
niño sea vacunado, pero existen numerosos desafíos, por lo que
necesitamos ayuda por parte de nuestros donantes", ha reclamado. En
total, 2,7 millones de niños sufren algún tipo de desnutrición en Yemen.
Por su parte, la jefa de Nutrición de la agencia en el país,
Josephine Ippe, ha aprovechado la ocasión para recordar que los niños
que padecen desnutrición aguda severa tienen "diez veces más
posibilidades de morir que el resto de menores".
"También hay 1,8
millones de niños con desnutrición moderada, que tienen cuatro veces más
posibilidades de morir que otros menores".
A su vez, ha
condenado la existencia de desnutrición crónica, que a partir de los dos
años se vuelve irreversible y obstaculiza el desarrollo de los menores.
"Esto tiene consecuencias sobre su estudio, su futuro, su salud y su
desarrollo cognitivo", ha declarado.
La población yemení sigue
sufriendo día tras día las consecuencias del conflicto, cuyos inicios se
remontan a 2014. Muchos niños que se han visto obligados a desplazarse
viven en la calle sin la protección y supervisión de sus progenitores,
mientras que otros viven en campos de desplazados, a menudo sin
suficiente acceso a agua potable, sanidad y otros servicios básicos.