LONDRES.- A medida que la enorme deuda pública
de Italia se dispara aún más debido a la crisis del coronavirus, las
autoridades están pidiendo a los ciudadanos que ayuden a financiar los
esfuerzos de recuperación.
El plan
podría contribuir a cubrir las necesidades financieras inmediatas, pero
no servirá de mucho para reducir el riesgo de impago.
La
deuda pública de Italia ha sido considerada durante mucho tiempo como
un factor de riesgo para la supervivencia de la zona euro, y los
analistas dicen que la pandemia está planteando nuevas preguntas sobre
la sostenibilidad de las finanzas de Roma.
Por
ahora, a pesar de una deuda que los economistas prevén que alcance el
170% de la economía este año, Italia está a salvo gracias a las compras
masivas de bonos del Banco Central Europeo, recientemente ampliadas en
el marco de su Programa de Compras de Emergencia Pandémica (PEPP, por su
sigla en inglés).
Sin
embargo, los economistas creen inevitable que llegue la hora de la
verdad para Italia, que demostró ser incapaz de bajar la tercera montaña
de deuda más alta del mundo incluso durante los buenos tiempos
económicos, y además no puede confiar en el BCE eternamente.
"¿Quién
comprará nuestra deuda cuando el BCE deje de hacerlo? Eso es algo en lo
que nadie quiere ni siquiera pensar", dice Roberto Perotti, profesor de
economía de la Universidad Bocconi de Milán.
El
jefe de gestión de la deuda de Italia, Davide Iacovoni, dijo
que el Tesoro no está preocupado por lo que sucederá cuando el BCE
reduzca sus compras.
"Una vez que
salgamos de esta emergencia volveremos a una situación de mercados
completamente funcionales, sin el BCE o con una mínima presencia del
BCE", señaló.
"La estructura subyacente de nuestras finanzas públicas
está bajo control".
Con la
economía de rodillas por la pandemia, los tres caminos habituales para
la reducción de la deuda -crecimiento más rápido del PIB, austeridad e
inflación - parecen inviables.
La
deuda de Italia se disparó después de la crisis financiera mundial y ha
rondado el 135% del PIB en los últimos años, a pesar de unos costos de
financiación en mínimos históricos.
En
2019 Italia emitió 245.000 millones de euros en bonos, más de la mitad
de la capacidad de préstamo actual del fondo de rescate de la zona euro.
Este año, las necesidades de financiación alcanzarán el medio billón de
euros, incluyendo también las facturas a corto plazo.
Deutsche
Bank pronosticó esta semana que la relación deuda/PIB de Italia subiría
a más del 200% a finales del próximo año, concluyendo que "esto no
parece sostenible".
Una
idea que está ganando fuerza entre los políticos y banqueros es que la
ciudadanía italiana asuma más la carga de la deuda del país.
Miran a
Japón, cuya deuda eclipsa a la de Italia, en cerca del 240% del Producto
Interno Bruto, y sin embargo se considera que el riesgo de impago es
insignificante porque casi toda está en manos de acreedores nacionales.
Italia
comenzó el lunes la colocación de un nuevo bono 'BTP Italia' dirigido a
los pequeños ahorristas, que según el Estado será utilizado para
financiar los gastos de salud y recuperación.
El
principal analista de Scope Ratings en Italia, Dennis Shen, dijo que
diversificar las fuentes de financiación atrayendo a más compradores
minoristas era "constructivo" para la calificación crediticia de Roma.
Algunos importantes políticos y banqueros de Italia son más ambiciosos.
Matteo
Salvini, jefe del partido ultraderechista Liga, ha propuesto una
"emisión extraordinaria" de 100.000 millones de euros de bonos a largo
plazo reservados para los inversores italianos, con el aliciente de
incentivos fiscales especiales.
Carlo
Messina, el jefe del mayor banco minorista de Italia, Intesa Sanpaolo,
pidió el mes pasado la emisión de "bonos sociales" dedicados al común de
los italianos y destacó que con buenas condiciones Roma podría elevar
la proporción de la deuda en manos de inversores minoristas de menos del
5% al 10-20% del total.
Sin
embargo, algunos gestores de fondos estiman que los hogares y las
empresas tienen hasta una cuarta parte de la deuda del país. Además,
Italia tiene una estructura financiera y política muy diferente a la de
Japón y parece poco probable que pueda seguir un camino similar hacia la
autosuficiencia de la deuda.
Más
del 40% de la deuda pública de Japón es propiedad de su banco central,
algo imposible para Italia como miembro de la zona euro. Japón es
también una propuesta mucho más segura para los inversores nacionales
que Italia debido a la constante amenaza de inestabilidad política, el
aumento de los rendimientos y la amenaza de una crisis de deuda.
Lorenzo
Bini Smaghi, exmiembro del consejo del Banco Central Europeo, describió
como "ingeniería financiera" propuestas como los incentivos fiscales y
escudos legales para la repatriación de fondos.
Según
Smaghi, los pedidos para que los italianos compren deuda pública son
una "señal de desesperación" y podrían generar temores de que el
Gobierno haga obligatorias tales operaciones retirando fondos
directamente de las cuentas bancarias.
"La gente puede sospechar que hay algo que está pasando bajo la superficie y eso les hace sentir aún más miedo", señaló.
La oficina del primer ministro no estaba disponible para hacer comentarios. Un portavoz del Tesoro se negó a hacer comentarios.
La
proporción de deuda en manos nacionales ha aumentado desde la crisis
financiera mundial, y es mayor que en los países vecinos. Francia y
España a finales de 2018 tenían más del 45% de su deuda en manos
extranjeras, y Alemania, con la mejor calificación, tenía el 48%, según
datos de Eurostat.
Los bancos
nacionales acudieron al rescate de Italia durante la crisis de la deuda
soberana de 2011-12, aumentando sus inversiones en bonos nacionales, que
actualmente representan el 10,5% de sus activos, una proporción
relativamente alta.
Los bancos
siguen desempeñando un papel importante en el apoyo a la deuda italiana
porque tienden a intensificar las compras durante las ventas en el
mercado, para luego descargar parte de ella cuando los precios repuntan.
Desde finales del año pasado, los bancos italianos han añadido 20.500 millones de euros en bonos del Estado.
Su
creciente exposición a Italia revive el llamado "bucle de la fatalidad"
por el cual los problemas de la deuda soberana se convierten en
problemas de los bancos y viceversa, amplificando así la tensión del
mercado.
La pandemia de COVID-19
está reforzando aún más el vínculo entre los bancos y la deuda soberana,
debido a los planes de avales estatales para los préstamos bancarios a
empresas afectadas por el virus, con la condición de que el Estado asuma
la responsabilidad si las cosas van mal.