PARÍS.- La economía mundial sufrirá en 2020 una
contracción sin precedentes en tiempos de paz y con todas las economías
en recesión, lo que se traducirá en una caída del PIB global de entre el
6,1% y el 7,6%, dependiendo de si la recuperación gradual iniciada
sigue adelante sin mayores alteraciones o de si más adelante se produce
un rebrote significativo de la Covid-19, según ha advertido la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
"Mientras no haya una vacuna o tratamiento disponible, los
responsables políticos de todo el mundo seguirán caminando por la cuerda
floja", señala la economista jefe de la OCDE, Laurence Boone, para
quien el distanciamiento físico y las pruebas, el seguimiento, el
rastreo y el aislamiento serán los principales instrumentos para
combatir la propagación del virus e indispensables para reanudar las
actividades económicas y sociales.
Sin embargo, la economista gala apunta, en el caso de los sectores
afectados por el cierre de fronteras y aquellos que requieren un
contacto personal cercano, como el turismo, los viajes, el
entretenimiento, los restaurantes y el alojamiento, no volverán a la
actividad como antes y advierte de que las medidas de prevención pueden
incluso no ser suficientes para evitar un segundo brote del virus.
De este modo, la OCDE plantea en la actualización de sus
previsiones macroeconómicas dos posibles escenarios a los que otorga
idénticas probabilidades: uno donde el virus continúa retrocediendo y
permanece bajo control, y otro donde una segunda ola de contagio rápido
estalla más adelante en 2020.
"Ambos escenarios son aleccionadores, ya que la actividad
económica no puede volver a la normalidad en estas circunstancias",
afirma Boone, subrayando que para el final de 2021 "la pérdida de
ingresos excederá la de cualquier recesión anterior en los últimos 100
años fuera del tiempo de guerra, con consecuencias nefastas y duraderas
para las personas, las empresas y los gobiernos".
Según los nuevos pronósticos, la OCDE contempla una contracción de
la actividad "en todos los países", lo que supondrá, en el caso de que
se produzca un rebrote de la pandemia, una caída del PIB mundial del
7,6% en 2020, con un rebote del crecimiento del 2,8% en 2021, mientras
que, en ausencia de una segunda ola de contagios, la economía mundial
retrocederá este año un 6% para recuperar un 5,2% en 2021.
En este sentido, bajo el escenario menos optimista, la OCDE
anticipa que la economía de los miembros del 'club de los países ricos'
registrará en 2020 una contracción del 9,3%, con un rebote del 2,2% el
próximo año, mientras que en el caso de no producirse un rebrote de la
Covid-19, el PIB de la OCDE caerá en 2020 un 7.5% para crecer un 4,8% en
2021.
Entre las mayores economías de la OCDE, el PIB de EEUU bajará un
8.5% en 2020 en un escenario de segunda ola de contagios en 2020, con
una recuperación de solo el 1,9% el próximo año, mientras que en el caso
de la zona euro, la contracción será especialmente grave, con una caída
del PIB del 11,5% y un rebote del 3,5% en 2021.
En el caso de que la recuperación gradual no se viera trastocada
por una segunda oleada de contagios, el PIB de EEUU caería en 2020 un
7,3% para crecer un 4,1% en 2021, mientras que el de la zona euro
disminuiría un 9,1% este año y crecería un 6,5% el siguiente.
Fuera de los países de la OCDE, la organización augura que el PIB
de China se contraerá en 2020 un 3,7% en el escenario menos halagüeño,
con un rebote del 4,5% en 2021, mientras que en ausencia de un rebrote
la segunda economía mundial caería un 2,6% en 2020, pero crecería un
6,8% el próximo año.
Por su parte, India vería caer su PIB en el primer escenario un
7,3% en 2020, con un crecimiento del 8,1% en 2021, mientras que en el
escenario sin rebrote de la Covid-19 la contracción económica prevista
para 2020 se limitaría al 3,7%, con una expansión del 7,9% un año
después.
La pandemia ha acelerado el cambio de "gran integración" a "gran
fragmentación", señala la economista jefe de la OCDE, en referencia a la
aparición de restricciones comerciales y de inversión adicionales, así
como respecto de la evolución divergente mostrada por las economías en
función de cuándo y en qué medida fueron afectadas por el virus, la
preparación de sus respectivos sistemas sanitarios, su especialización
sectorial y su capacidad fiscal para enfrentar el shock.
"En todas partes, el encierro también ha exacerbado la desigualdad
entre los trabajadores", añade en referencia a la situación vivida por
aquellos trabajadores que pueden teletrabajar, en general altamente
cualificados, mientras que los menos cualificados y los jóvenes a menudo
están en la línea del frente, incapaces de trabajar o despedidos, con
los efectos agravados por el acceso desigual a las redes sociales de
protección.
Asimismo, la OCDE recuerda que los niveles de deuda privada son
incómodamente altos en algunos países y advierte de que en los casos de
países como España, Italia, Grecia, Portugal o Japón las ratios de deuda
pública podrían alcanzar su techo en 2021 a niveles "extremadamente
altos" entre 20 y 35 puntos porcentuales en relación al PIB por encima
de lo que se situaban en 2019 en el caso de un rebrote de la pandemia,
mientras que en un escenario sin segunda oleada el incremento sería
inferior.
La organización considera que serán necesarias políticas
extraordinarias para avanzar por la cuerda floja hacia la recuperación,
aunque advierte de que los gobiernos pueden proporcionar redes de
seguridad que permitan a las personas y las empresas adaptarse, pero no
pueden mantener la actividad, el empleo y los salarios del sector
privado durante un período prolongado.
De este modo, sostiene que el capital y los trabajadores de
sectores y empresas más afectados por la crisis tendrán que mudar hacia
los sectores en crecimiento, lo que suele representa una difícil
transición, que raras veces sucede lo suficientemente rápido como para
evitar que aumente el número de empresas en quiebra y el desempleo.
"Las políticas de recuperación de hoy darán forma a las
perspectivas económicas y sociales en la próxima década", defiende
Boone, para quien, si bien son necesarias las políticas monetarias ultra
acomodaticias y una mayor deuda pública, advierte de que el gasto
financiado con deuda debe estar bien dirigido para apoyar a los más
vulnerables y la inversión necesaria para una transición hacia una
economía más sólida.
"El apoyo público debe ser transparente y justo", señala en
referencia a las medidas de apoyo a las empresas por parte de los
gobiernos, que deben regirse mediante reglas transparentes, en las que
los tenedores de bonos y acciones privadas pierdan cuando el Gobierno
interviene, para que sus recompensas por asumir riesgos no sean
excesivas.
"Los gobiernos deben aprovechar esta oportunidad para diseñar una
economía más justa y sostenible, haciendo que la competencia y la
regulación sean más inteligentes, modernizando los impuestos
gubernamentales, el gasto y la protección social", señala la economista,
subrayando que la prosperidad proviene del diálogo y la cooperación.
"Esto es cierto a nivel nacional y global", añade.
No hay comentarios:
Publicar un comentario