SEÚL.- Tanto
Corea del Norte como partidarios izquierdistas del presidente
surcoreano, Moon Jae-in, quieren que restablezca los lazos económicos
maltratados por las tensiones de seguridad. Pero complacerlos
significaría enojar al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El
martes, Corea del Norte dijo que iba a cerrar los enlaces de
comunicación establecidos hace dos años entre Moon y Kim Jong Un,
poniendo en peligro la promesa de la campaña de 2017 del líder
surcoreano de dirigir a los rivales fuertemente armados hacia una paz
permanente.
Es un mal momento para Moon: Su bloque gobernante aseguró
una supermayoría histórica en las elecciones de la Asamblea Nacional en
abril, impulsando llamamientos dentro de su Partido Demócrata para
reparar los lazos con Corea del Norte.
El
problema para Moon es que no hay mucho que pueda ofrecer a Corea del
Norte sin provocar una agresiva reacción de la administración Trump, que
ha rechazado repetidamente el alivio de sanciones solicitado por Corea
del Sur.
EE.UU. se ha negado a relajar las sanciones de las Naciones
Unidas y otras medidas contra el régimen si Kim no se compromete a una
mayor reducción de armas.
Woo
Won-shik, legislador de alto rango y antiguo líder del Partido
Demócrata, dijo el martes que había una “necesidad urgente” de revivir
la cooperación intercoreana, argumentando que la falta de acción ahora
podría aislar aún más a Corea del Norte y lograr un retorno a la
situación de riesgo de hace tres años.
A principios de este año, Kim
dijo que pronto debutaría con una “nueva arma estratégica” —parte de un
intento por presionar a Trump, quien enfrenta elecciones presidenciales
en noviembre, para que regrese a la mesa de negociaciones.
“Hay
muchos proyectos intercoreanos que pueden proceder sin violar el actual
régimen de sanciones de las Naciones Unidas”, dijo Woo.
El
más reciente lío, desencadenado por activistas surcoreanos que enviaron
mensajes contra Piongyang en globos a través de la frontera, llega
antes del vigésimo aniversario de la primera reunión entre los
principales líderes de las divididas Coreas.
La cumbre que comenzó el 13
de junio de 2000 fue el momento más importante del entonces presidente
Kim Dae-jung, cuyo esfuerzo de reconciliación intensificó el comercio y
proyectos conjuntos y ayudó al líder surcoreano a ganar el Premio Nobel
de la Paz.
Si
bien la política ayudó a calmar la tensión, también fue criticada por
proporcionar a líderes de Piongyang el efectivo necesario para
desarrollar su programa de armas nucleares. Medidas más modestas que
podrían permitir un goteo de moneda extranjera en Corea del Norte, que
carece de dinero, también podrían decepcionar a Kim Jong Un y a los
aliados de Moon, quienes consideran que su fuerza actual en el
parlamento es su mejor oportunidad para asegurar un cambio duradero.
Las
relaciones de Corea del Norte con Moon no han sido las mismas desde que
Trump se fue de una cumbre con Kim en febrero de 2019 en Hanói. El
líder norcoreano estaba impulsando un plan respaldado por Seúl para
renunciar a su anticuada instalación nuclear de Yongbyon a cambio de un
alivio de las sanciones, una oferta que no se acercaba a la exigencia de
la administración Trump de la “desnuclearización final y totalmente
verificada de Corea del Norte”.
“Es
una sensación de traición y decepción”, dijo Rachel Minyoung Lee,
exanalista del Gobierno de EE.UU. especializada en Corea del Norte. “Kim
Jong Un siente que Corea del Sur lo ha engañado haciéndole creer que
las instalaciones de Yongbyon serían suficientes para un acuerdo con
Trump en Hanói”.
Después
de eso, Corea del Norte ha ignorado las solicitudes de acercamiento de
Moon, rechazado sus propuestas de ayuda y lanzado nuevos misiles
balísticos capaces de llevar una carga nuclear a todas partes de Corea
del Sur, donde están estacionados unos 28.500 militares estadounidenses.
Corea
del Norte no respondió las llamadas de Corea del Sur realizadas por la
línea militar el martes por primera vez desde que se restableció el
enlace de comunicación intercoreana en 2018, dijo la portavoz del
Ministerio de Defensa, Choi Hyun-soo, en una sesión informativa en Seúl.
“Las líneas de comunicación intercoreanas son un medio básico para la
comunicación y deben mantenerse en línea con los acuerdos
intercoreanos”, dijo el Ministerio de Unificación de Corea del Sur en un
mensaje de texto a periodistas.
Un portavoz del Departamento de Estado dijo que EE.UU. insta a Corea del Norte a regresar a la diplomacia y la cooperación.
Kim
Jong Un podría seguir su iniciativa de cortar los enlaces de
comunicación con más pruebas de misiles, pero asegurándose de evitar la
ira de Trump.
El
Gobierno de Moon dijo a fines de mayo que quería intentar aliviar
nuevamente las restricciones de viaje y los intercambios intercoreanos.
Un intento similar en 2018 llevó a Trump a decirle sin rodeos a Seúl que
no podía hacer nada sobre las sanciones “sin nuestra aprobación“.
Miembros
de la administración de Moon han insinuado que Seúl podría actuar
unilateralmente para resucitar la cooperación intercoreana, pero eso
conllevaría el enorme riesgo de escindir a Seúl de su alianza con
Washington, dijo Soo Kim, analista de políticas de Rand Corp.
especializado en temas de la península coreana.
“El
presidente Moon puede prometer todo a los norcoreanos, pero de manera
realista, él sigue limitado en cuanto a las medidas prácticas que Corea
del Sur puede tomar, si Seúl fuera consciente y se preocupara por sus
relaciones con EE.UU.”, dijo.
Entre
las propuestas surcoreanas bloqueadas por la administración Trump está
la reanudación de las operaciones en un parque industrial conjunto en la
ciudad fronteriza de Kaesong, en Corea del Norte, y un centro turístico
aparte en el monte Kumgang de Corea del Norte. Ambos estaban dispuestos
y luego se cerraron debido a la agitación política.
Si
bien Corea del Sur logró una exención de las sanciones de las Naciones
Unidas que permitió al envío ceremonial de trenes a través de la
frontera hace unos dos años, su asistencia humanitaria se ha agotado
bajo la campaña de presión máxima de Trump. Corea del Sur ha enviado más
de US$3.000 millones de ayuda desde 1995, pero poca parte ha sido del
Gobierno de Moon, que envió solo US$12 millones en 2017 y 2018, según
datos gubernamentales.
El
comercio entre las dos naciones ha caído prácticamente a cero desde
US$2.700 millones en 2015, o cerca de 10% de la economía de Corea del
Norte. El régimen sufrió un nuevo golpe este año cuando cerró sus
fronteras en enero al comienzo de la pandemia de covid-19, que frenó
otros negocios con países como China.
Kim
Jong Un cree que no tiene mucho que perder al aumentar la presión sobre
Moon, según Duyeon Kim, asesor principal para el Noreste de Asia y
Política Nuclear del Grupo Internacional de Crisis.
“Corea
del Norte está subiendo la apuesta, tratando de castigar aún más,
asustar y obligar a Seúl a trabajar más duro para satisfacer las
demandas de Piongyang”, dijo Kim. “Kim Jong Un siente que ha hecho hasta
lo imposible por Moon, pero cree que Seúl no ha correspondido, ha
traicionado a Corea del Norte y a la raza coreana, y no tiene influencia
sobre Washington para cumplir sus promesas”.
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