LONDRES.- Christine Lagarde podría estar dispuesta a dejar que entre un poco
más de luz en el Banco Central Europeo. El proceso de formulación de las
políticas económicas del BCE es menos formal y transparente que el de
otros bancos centrales. Su nueva jefa podría cambiar esta situación
mediante la celebración de una votación propiamente dicha sobre las
decisiones clave.
Lagarde quiere comenzar su mandato con un
debate sobre cómo se decide la política monetaria. Según el Financial
Times, esta semana recibirá propuestas de cambio de cuatro miembros del
Consejo de Gobierno del BCE. Al menos uno de ellos propondrá la
introducción de una votación formal sobre las opciones de política
monetaria.
El proceso de toma de decisiones de la autoridad con
sede en Fráncfort es menos formal que en la Reserva Federal y el Banco
de Inglaterra, que celebran tales votaciones y comunican en qué sentido
votan sus miembros.
La práctica actual del BCE consiste en pedir a cada
uno de sus responsables de fijar los tipos de interés que se pronuncien
sobre la política monetaria. Si bien algunos miembros pueden adoptar una
postura clara a favor o en contra de una propuesta, otros expresan
objeciones pero luego manifiestan su voluntad de aceptar el consenso.
Solo en raras ocasiones el presidente del BCE pide una votación.
Hay una buena razón por la que el BCE no ha adoptado la moda de una
mayor transparencia en los bancos centrales. En principio, los
responsables políticos deben dejar sus procedencias nacionales en la
puerta y pensar en lo que es mejor para toda la zona euro.
Al ocultar
las deliberaciones en la confidencialidad, resulta más fácil que dejen
de lado los intereses nacionales sin temor a ser vilipendiados en sus
países.
Sin embargo, los desacuerdos públicos que siguieron al
lanzamiento del nuevo paquete de medidas de estímulo del BCE en
septiembre socavan ese argumento.
Varios miembros del Consejo de
Gobierno, entre ellos el jefe del Banco Central neerlandés, Klaas Knot,
se distanciaron públicamente de la decisión.
Pero no todas las
voces críticas son coherentes. Según un banquero central nacional,
algunos dirigentes del BCE expusieron públicamente unos argumentos en
contra de las medidas de relajación que no expresaron en la reunión.
Otros miembros de la cúpula del organismo han revelado sus objeciones,
pero no su voluntad de aceptar el consenso.
Una votación formal reduciría el margen de maniobra. Es cierto que
también llevaría a una presión inmediata para que se publicaran los
resultados. Pero el BCE podría llegar a un término medio, revelando, por
ejemplo, los resultados de las votaciones en números sin dar nombres.
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