TOKIO.- Japón está abriendo sus principales
enclaves turísticos aplicando medidas para evitar un incremento
descontrolado de casos de COVID-19, como la limitación de aforo adoptada
desde este martes por los jardines del palacio imperial de Tokio.
Estos
jardines tokiotas abrieron sus puertas tras dos meses cerrados por la
pandemia de coronavirus, aunque por el momento se limitará el acceso a
100 personas al día y se les exigirá llevar mascarilla y se tomará al
público la temperatura antes de entrar, según detalles facilitados por
la Agencia de la Casa Imperial.
La apertura de los icónicos jardines de la capital
japonesa se produce un día después de que la ciudad entrara en la
segunda fase de alivio de restricciones para prevenir contagios de
coronavirus y en torno a una semana después de que el estado de
emergencia sanitaria quedara levantado en todo el archipiélago nipón.
En
la víspera ya quedaron abiertos otros populares enclaves turísticos del
país, como la torre Skytree de Tokio, que ha reducido horario de
visitas y el uso de ascensores; el templo Todaiji de Nara, famoso por su
estatua de Buda de 15 metros de altura; o el Museo de la Paz de
Hiroshima, todo aplicando controles de temperatura y con un llamamiento a
los visitantes para que ejerzan distanciamiento.
Mientras
que el operador del parque de atracciones Disneyland Tokyo ha anunciado
que sus instalaciones permanecerán cerradas por el momento pese al
levantamiento de la alerta sanitaria, Universal Studios Japan, en Osaka,
ha señalado que abrirá sus puertas el próximo 8 de junio, aunque con
restrictivas medidas de acceso.
Sólo los residentes
de la prefectura de Osaka que tengan un bono anual o especial para el
parque podrán entrar, dentro de un aforo limitado, mientras que a partir
del 19 de junio se ampliará el acceso a los visitantes que residan en
las otras seis prefecturas de la región de Kansai.
La
reapertura de estos lugares comienza mientras Japón mantiene un veto
migratorio sobre más de 110 países por la pandemia, que podría empezar a
levantar progresivamente este mismo mes.
La pandemia atrapa obras de Picasso, Miró o Dalí de un museo español
La mayor colección itinerante actual
del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) —entre las que se incluyen
obras de Picasso, Miró o Dalí— se encuentra confinada en un almacén de
Tokio después de la cancelación de su exposición en la capital japonesa
por la pandemia de coronavirus.
Debido a la falta de
vuelos por la situación sanitaria global, ni los organizadores japoneses
de la exposición pueden devolver las obras a España ni los técnicos de
la MNAC pueden verificar en persona el buen estado de estas.
La jefa de Registro y Exposiciones de este museo de
Barcelona, Susana López, explicó en una entrevista telefónica que
desde Japón les han dado todas las garantías de seguridad y
climatización para certificar el bienestar de las obras.
“Cada
semana, la empresa que la tiene guardada nos envía los registros de la
temperatura y la humedad. Nosotros los pasamos a nuestro departamento de
conservación preventiva para que revisen que todo es correcto y las
obras están en unas condiciones adecuadas. No se han olvidado de ellas”,
indicó López.
La colección formaba parte de la
exposición “Barcelona, la ciudad de los milagros artísticos”, que se
inauguró en la Galería de la Estación de Tokio el 8 de febrero y fue
suspendida veinte días después por la indicación del gobierno nipón de
clausurar espacios de gran afluencia para evitar contagios.
La galería se mantuvo cerrada hasta pasar la fecha prevista de cierre
de la muestra, el 5 de abril, por lo que los organizadores japoneses
desmontaron esta exposición y la guardaron en un almacén.
“Les
ofrecimos ampliar el préstamo más tiempo, como ya hemos hecho con otras
obras que tenemos en préstamos en otros lugares. No fue posible.
Nosotros no sabemos si fue una cuestión económica o si por los
compromisos que ya tenían después”, destacó López.
Para el desmontaje de una exposición de este calibre, el MNAC envía
habitualmente a dos supervisores de su equipo para comprobar que el
proceso es el correcto, pero en esta ocasión fue imposible y
certificaron el estado de las obras mediante fotografías de alta calidad
que les remitían desde la galería.
“Hay obras que son
muy fáciles de desmontar, pero esta exposición tiene lámparas,
cerámicas o muebles. Tienen puntos más frágiles que otros, hay que saber
por dónde cogerlas”, detalló López, que sin embargo afirmó que estaban
“muy tranquilos” por la profesionalidad de los japoneses.
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