DOHA.- Tres años después del
embargo que le imponen sus vecinos árabes, Qatar se ha adaptado y aspira
a la autonomía económica gracias entre otros a una fábrica de material
militar, reconvertida en parte para producir respiradores para los
enfermos de COVID-19.
En la fábrica de Barzan, el centro de la
industria del armamento de este pequeño emirato del Golfo rico en gas,
hay varios carteles con soldados portando fusiles de fabricación local y
elogiando la "soberanía".
Además de los fusiles, lanzagranadas o gafas de visión
nocturna, la planta también fabrica respiradores para responder a la
demanda en plena pandemia de COVID-19.
En colaboración con el
fabricante estadounidense de material de defensa Wilcox, la planta tiene
el objetivo de fabricar 2.000 respiradores por semana, gran parte de
ellos destinados a "países amigos".
"Hemos pensado que era el
momento ideal para aumentar la producción", dijo Naser Al Naimi,
director general de la empresa pública Barzan Holdings.
Este
compañía es la última manifestación de la ofensiva de Doha para reforzar
alianzas tras el boicot de las potencias regionales rivales.
En
junio de 2017, tres vecinos del Golfo, Arabia Saudita, Emiratos Árabes
Unidos y Baréin, así como Egipto, rompieron repentinamente las
relaciones diplomáticas y económicas con Doha.
Los cuatro países
acusan a Qatar de apoyar a movimientos islamistas, de ser demasiado
cercano a Irán y de injerencia en los asuntos interiores de los países
árabes.
Qatar negó estas acusaciones y rechazó aceptar las 13 condiciones impuestas por sus adversarios para retomar las relaciones.
Entre estas demandas, el cierre de una base turca y de la cadena de televisión Al Jazeera.
Naser
Al Naimi tuvo que supervisar un puente aéreo para traer desde Estados
Unidos las máquinas que sirven para fabricar los respiradores, un método
que ya utilizó Catar para importar vacas lecheras cuando empezó el
embargo.
"Había un plan de cinco años para importar las máquinas
pero las obtuvimos enseguida", declaró Naser Al Naimi en esta fábrica
nueva, situada en un parque científico en las afueras de Doha.
Su aislamiento de los
principales agentes económicos del Golfo obligó a Qatar a asegurarse
cierta autosuficiencia, con la creación de reservas de alimentos y de
granjas en un país muy dependiente de las importaciones.
Para
Naser Al Naimi, el bloqueo fue un "catalizador". "No hay mal que por
bien no venga. Nos permitió realizar nuestro potencial real, asegurarnos
que todo lo que necesitamos se fabrique aquí", dice.
Según los responsables de Barzan, cinco países expresaron su interés por los respiradores fabricados en Qatar.
A
pesar del embargo, la economía del emirato resistió más que la de sus
rivales del Golfo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que el
país será uno de los pocos del mundo que tendrá excedente presupuestario
en 2020.
Las autoridades son discretas sobre el precio de
producción de los respiradores que según Roberts, un experto de la
región, "será probablemente horriblemente caro".
En paralelo Qatar
sigue reforzando su seguridad alimentaria y almacena cinco alimentos
básicos en grandes almacenes para evitar que se vacíen los
supermercados, como pasó al principio del embargo.
"Hemos querido
aumentar las existencias de productos que no se pueden cultivar en Qatar
para enfrentarnos al desafío de una epidemia como la del coronavirus",
asegura Jasim Ben Jabr Al Thani, del ministerio de Comercio.
"Tenemos en reserva arroz para ocho meses, azúcar para siete meses y aceite para tres meses", apunta.
En diciembre Doha declaró que aumentaría sus reservas en seis meses para 22 productos esenciales para tres millones de personas.
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