FRÁNCFORT.- La
nueva presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde,
considera que la entidad debe revisar su estrategia de política
monetaria y qué herramientas han funcionado mejor, al mismo tiempo que
se comprometió a vigilar de cerca los preocupantes efectos secundarios.
Tras
la reunión del Consejo de Gobierno, la primera que preside, Lagarde ha
mostrado cierto optimismo respecto a la situación económica pero muy
cauteloso.
Reiteró
que existen riesgos a la baja para el crecimiento económico de la zona
del euro, pero dijo que "han sido algo menos pronunciados".
Si comparamos con la situación hace unos meses, ahora es algo mejor y eso es "alentador", dijo Lagarde.
La
nueva presidenta del BCE considera que las tensiones comerciales se ha
relajado algo y que la elecciones que se celebran hoy en el Reino Unido
arrojarán cierta claridad sobre qué ocurrirá con el "brexit".
Estos
son dos de los principales factores que han frenado el crecimiento
económico de la eurozona porque en el caso del proteccionismo han
reducido el comercio mundial, han debilitado a China y también las
exportaciones de la zona del euro.
El
BCE ha revisado una décima al alza sus pronósticos de crecimiento para
este año, hasta el 1,2 % respecto a la previsiones de septiembre.
Pero
para el 2020 ha hecho lo contrario y los ha revisado una décima a la
baja, hasta el 1,1 %, así que no espera una remontada significativa el
próximo año.
Los
datos disponibles desde la reunión del Consejo de Gobierno a finales de
octubre muestran que las presiones inflacionistas son "débiles" y que
el crecimiento de la zona del euro es "débil", dijo Lagarde.
Abogó
por una revisión "amplia" de la estrategia de la entidad", que dijo
comenzará en enero del próximo año y prevé terminar a finales de 2020.
Lagarde
señaló que no hay nada extraordinario en realizarla teniendo en cuenta
que la última se hizo en 2003, pero que no se ha decidido el marco en el
que se hará
La
revisión de la estrategia del BCE podría implicar cambios en la
definición de estabilidad de precios, que es el principal mandato de la
entidad, y que define como una inflación algo por debajo del 2 %.
Lagarde ha explicado que esta revisión tendrá en consideración el cambio climático.
La
nueva presidenta del BCE dejó claro que va a tener su propio estilo de
comunicación y pidió a los mercados y periodistas que no interpretaran
excesivamente sus palabras.
Se
aprecian diferencias en la comunicación de Lagarde en la primera rueda
de prensa tras una reunión del Consejo ya que ha sido más de tipo
político, y el comunicado que hoy ha leído la presidenta del BCE también
muestra algunos cambios, los párrafos y frases son más cortos para
facilitar su comprensión.
Y
es que Lagarde quiere que los europeos entiendan qué hace el BCE y ya
había declarado en el Parlamento europeo que la comunicación de la banca
central es muy compleja.
Su antecesor, Mario Draghi, gran conocedor de los mercados, se dirigía a ellos más explícitamente.
Lagarde
ha dicho que no es ni un halcón, en referencia a los claros defensores
de una política monetaria restrictiva, ni una paloma, como se conoce en
la banca central a quienes defienden políticas expansivas.La nueva
presidenta del BCE ha enfatizado que quiere ser más bien una "lechuza",
quizá defensora de una postura más neutral.
La
presidenta del BCE ya había anunciado antes de comenzar su mandato como
presidenta del BCE que revisaría la estrategia de la entidad después de
que las medidas adoptadas en septiembre fueran muy criticadas
públicamente por algunos miembros del Consejo de Gobierno y por la
prensa en algunos países como Alemania.
Hoy
ha hecho hincapié en rueda de prensa en que consultará al Consejo de
Gobierno antes de tomar una decisión y que va a tratar de lograr un
consenso.
La
medida más polémica en septiembre fue reiniciar las compras de deuda de
la zona del euro, y semanas después la alemana Sabine Lautenschläger
dimitió de su cargo como miembro del Comité Ejecutivo del BCE con
efectos a partir del 31 de octubre, pese a que su mandato terminaba a
finales de enero de 2022.
Aunque el BCE no explicó los motivos de esta dimisión era conocida la oposición de Lautenschläger a la compra de deuda.
Lagarde insistió hoy en que los efectos secundarios de esas medidas son "una preocupación" y que los observan con atención.
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