BERLÍN.- La digitalización, la globalización y
la precariedad van a ser los grandes retos del empleo a escala global
en los próximos años, según un informe presentado este jueves por la
OCDE, que receta negociación colectiva, formación continua y políticas
para proteger a colectivos vulnerables.
El
"Observatorio del Empleo 2019", que aboga por una "agenda de transición
para un futuro que funcione para todos", disecciona los notables cambios
que está experimentando el mercado laboral en todo el mundo y detalla
los que a su juicio van a ser los grandes vectores de esta
transformación, con sus consiguientes riesgos y oportunidades.
"Los mercados laborales están bajo presión por los
efectos combinados de una serie de megatendencias", señala en el estudio
Stefano Scarpetta, director de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El
dossier asegura que el "cambio tecnológico" y la "globalización"
ofrecen "nuevas oportunidades", pero también "una mayor incertidumbre
para aquellos no equipados para asumirlas" y advierte de que estas
transformaciones pueden "ampliar las disparidades entre trabajadores".
Por
eso, señala a continuación cuáles son a su juicio las conductas que
llevarán a pilotar con éxito esta transición hacia el mercado laboral
del futuro a los distintos actores implicados.
Los
trabajadores, por un lado, deben estar dispuestos a "abrazar el cambio"
en un proceso que describe como de "destrucción creativa", señala el
informe.
Los gobiernos, por el otro lado, deben jugar
un papel fundamental, pues tienen que poner en marcha las "políticas e
instituciones adecuadas".
"Los países deben valorar
cómo se ajustan las actuales políticas a las prioridades y evitar que
los trabajadores más vulnerables se queden atrás", afirma el texto.
Scarpetta
lo resume así: "El cambio es preciso en la conducta de los trabajadores
individuales, las empresas, los interlocutores sociales y, sobre todo,
en las políticas".
Para la población activa esto
significa formación continua, porque estimaciones previas de la OCDE
hablan de un cambio copernicano.
La institución
calcula que el 46 % de los empleos puede verse muy afectados por la
automatización (un 14 % podría desaparecer y otro 32 % sufriría una
"transformación "radical") y que el 60 % de los trabajadores no tiene la
capacitación técnica adecuada para los nuevos empleos que se van a
crear.
Aquí, argumenta el informe, es preciso que
cooperen empresas y gobiernos en apoyo sobre todo de los colectivos de
trabajadores más vulnerables, de los jóvenes precarios a los más mayores
y con menores niveles de cualificación, pasando por las mujeres.
La
OCDE subraya la importancia de la financiación por ambas partes de
esta transición, algo costoso que conllevará una "profunda reflexión de
los sistemas fiscales".
Tras referirse al aumento de
la precariedad y el descenso de los contratos indefinidos, el estudio
defiende la importancia de que todos los trabajadores,
independientemente del tipo de vinculación laboral con su empresa,
"tengan acceso a una serie adecuada de protecciones laborales".
Asimismo
reivindica la centralidad de la negociación colectiva y asegura que el
diálogo social "puede ser una herramienta complementaria y flexible para
dar forma al futuro del trabajo", ayudando a empleados y empresas a
adaptarse a las oportunidades y desafíos" mediante "soluciones
consensuales" que combinen "seguridad y adaptabilidad".
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