BRASILIA.- El presidente brasileño, Jair
Bolsonaro, firmó este jueves un decreto que acaba con el llamado
"horario de verano", que suponía adelantar una hora los relojes durante
unos tres meses al año, con el objeto de minimizar el consumo de
energía.
Según el mandatario, la decisión se apoyó en
diversos estudios técnicos, que incluyeron el punto de vista energético
pero también el efecto que esa alteración del horario tenía hasta en la
salud de los brasileños, pues afectaba también el llamado "reloj
biológico".
"Es un deseo de la población brasileña", manifestó
Bolsonaro, en alusión a encuestas según las cuales el 55 % de los
brasileños no estaba de acuerdo con esa alteración, que ocurría durante
el verano austral.
"A mí tampoco me gustaba mucho", confesó el gobernante, durante una ceremonia celebrada en el Palacio presidencial de Planalto.
Según el Ministerio de Energía, el ahorro de electricidad logrado con
el cambio de horario, que permitía un mejor aprovechamiento de la luz
natural en las primeras horas de la noche del verano, se ha perdido
debido a cambios de hábitos de los consumidores y, sobre todo, a la
modernización de los equipamientos eléctricos.
"El
período de mayor consumo ahora se da por la tarde", por lo que "el
horario de verano ya no tiene ninguna influencia" y perdió su
"eficiencia", explicó en la misma ceremonia el ministro de Minas y
Energía, Bento Albuquerque.
El cambio de horario por
lo general se imponía a partir de octubre o noviembre, en vísperas del
inicio del verano austral, y concluía en febrero o marzo, por lo que
comprendía la principal temporada turística del país.
Eso "alargaba" el período de luz solar en una hora, con lo que el sol
se ponía más tarde durante esos meses, lo cual era considerado
beneficioso para el turismo, sobre todo en las ciudades del litoral
marítimo.
La medida había sido adoptada en Brasil desde 1931, durante el Gobierno del entonces presidente Getulio Vargas.
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