LONDRES/BRUSELAS.- Queda exactamente un mes para que se cumpla la fecha de salida y la incertidumbre sigue siendo la misma que hace dos años, cuando los británicos decidieron en un referéndum histórico
que querían abandonar el club. Westminster sigue sin ratificar el
Acuerdo de Retirada y ante una posible ampliación de plazos, todos los
escenarios vuelven a estar encima de la mesa, según enumera hoy el digital español El Confidencial.
¿Por qué aún el Brexit es incierto?
Tras 18 meses de arduas negociaciones -en los que Theresa May
tuvo que afrontar diferentes desafíos a su liderazgo- la primera
ministra británica y los Veintisiete cerraron un Acuerdo de Retirada, un documento legalmente vinculante de 599 páginas que establece los términos de la salida del Reino Unido de la UE.
Cubre la factura de 39 mil millones de libras
que debe pagar ahora Londres por el divorcio, los derechos de los
ciudadanos (tanto los comunitarios que viven en el Reino Unido como los
británicos que están repartidos por el bloque) y el llamado backstop
irlandés, es decir, un plan de emergencia para evitar
una frontera dura entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte si
las futuras negociaciones comerciales se estancan.
El pacto viene acompañado de una Declaración Política, no vinculante,
para plantear cómo serán las futuras relaciones respecto a comercio y
seguridad tras el divorcio. El problema es que ambos documentos deben
ser aprobados antes del 29 de marzo en Westminster. Cuando May los presentó en enero,
sus señorías tumbaron el pacto por 432 votos en contra (incluidos los
de 118 tories rebeldes) frente a tan sólo 202 votos a favor.
Eso
abrió un periodo de incertidumbre, tras la cual ambas partes decidieron
retomar los contactos hace algunas semanas para buscar pequeñas
modificaciones que convenzan a una mayoría de diputados para votar a
favor del texto.
El problema es que Bruselas se niega a reabrir el acuerdo ya cerrado,
y Londres pide modificaciones sobre ese texto, en concreto en lo que se
refiere al backstop irlandés. A día de hoy los equipos negociadores
buscan una solución alternativa a la reapertura del texto que el Gobierno británico considere como suficiente para que Westminster dé su luz verde.
¿Qué es la polémica del backstop?
El backstop es el principal escollo por el que el Acuerdo de Retirada
fue rechazado. Se trata de la salvaguarda con la que se quiere evitar
una frontera dura en Irlanda. Lo que el pacto plantea es que si Londres y
la UE no han llegado a un convenio comercial para diciembre de 2020
-cuando finalice el periodo de transición que sólo se aplicará si hay
divorcio consensuado-, todo el Reino Unido se quedaría, temporalmente, dentro de la unión aduanera e Irlanda del Norte estaría además alineado con el mercado único, sólo para bienes.
El problema es que los tories euroescépticos
lo ven como una trampa para dejar al Reino Unido atado sine die a la
normativa comunitaria. Por su parte, los norirlandeses del DUP -de cuyo
apoyo depende el Gobierno en minoría de May- señalan que no aceptarán ningún acuerdo que deje a Irlanda del Norte con un estatus diferente al del resto del Reino Unido.
En este sentido, la premier trata ahora de negociar con Bruselas algún
tipo de cambio legalmente vinculante. Los euroescépticos demandan una
fecha concreta para la finalización de la salvaguarda o un mecanismo
unilateral de salida.
Sin embargo, Bruselas no acepta ninguna de estas peticiones al ir en
contra de la naturaleza del backstop: ser un plan de emergencia que se
mantenga en pie incluso si un futuro Gobierno británico decide romper su
compromiso de evitar una frontera en el Ulster. Por un lado los
negociadores europeos echan en cara a los británicos que la idea de
mantener al Reino Unido dentro de una unión aduanera, que ahora parece ser el principal problema, vino de Londres, ya que el plan original solo afectaba a Irlanda del Norte.
Por
el otro desconfían profundamente del Ejecutivo británico: están
convencidos de que si se le da poder a Downing Street para acabar
unilateralmente con el backstop o se le permite establecer una fecha
final, el Reino Unido utilizará ese poder y la amenaza de la aparición
de una frontera dura en Irlanda del Norte para obligar a la UE a cerrar
un acuerdo comercial que viole la integridad del Mercado Único, que es,
básicamente, el objetivo británico, la obtención de acceso al mercado interior sin asumir la libertad de movimiento.
La ampliación de plazos, ¿inevitable?
May
siempre ha dicho que está determinada a cumplir con el calendario
oficial para sacar al Reino Unido del bloque el 29 de marzo. La premier
se ha comprometido a volver a presentar el Acuerdo de Retirada en la
Cámara Baja con cambios en el backstop antes del 12 de marzo.
Pero, adelantándose a la que podría ser una nueva derrota histórica, ha
anunciado que si no hay consenso a favor del documento, los diputados
podrán votar, como muy tarde el 13 de marzo, sobre si quieren una
retirada del bloque sin acuerdo.
Y en caso de que esa segunda
opción tampoco prospere, sus señorías podrán decidir, el 14 de marzo, si
solicitan una prórroga del Brexit, que sólo será posible si los
Veintisiete la apoyan por unanimidad.
Aunque el pacto se llegara a
aprobar, muchos consideran que la ampliación sería en cualquier caso necesaria porque
Westminster necesita además aprobar una serie de leyes para legalizar
la salida y “transformar” el actual marco comunitario en normativa
británica. En cualquier caso, en este caso, solo sería una prórroga “técnica”.
¿La UE aceptaría prórroga?
En Bruselas existe la convicción de que si llega una petición de prórroga tendrán que aceptarla. Nadie quiere ser el culpable de un Brexit sin acuerdo
cuando se pudo prorrogar el tiempo de negociación. Pero en la capital
comunitaria quieren que antes de dar luz verde a ese tiempo extra
Londres presente un plan de cómo pretende solucionar el 'impasse' en el que se encuentra atrapado el acuerdo.
La Comisión Europea y las capitales favorecen un acuerdo entre
Conservadores y Laboristas, o al menos parte de ellos, que garanticen
una “mayoría estable” no solo para aprobar el texto, sino para completar todo el proceso legislativo posterior.
En cualquier caso existen dudas sobre qué tipo de extensión aceptar.
Una corta, la llamada técnica, que se pediría si el texto está ya
aprobado por el Parlamento pero se requiere más tiempo para cerrar
flecos en Westminster, no tendría ningún tipo de oposición. Tampoco si
esa prórroga solo llega hasta las elecciones europeas. Otra teoría
señala a que la prórroga se podría ir hasta junio, lo que ya sí incomoda
más a algunas capitales, según señalan fuentes diplomáticas.
¿Cómo afectaría una prórroga a las elecciones europeas?
Depende. Si hay una extensión técnica no tendrá efecto alguno sobre los comicios europeos. Si la prórroga se va más allá de las elecciones del 26 de mayo entonces comenzarán los problemas. El Parlamento Europeo
considera que cualquier prórroga más larga requiere que el Reino Unido
participe en las elecciones, porque es lo que establecen los Tratados.
Así
lo desea también la Comisión Europea, que teme las consecuencias que
pueda tener cualquier denuncia de un ciudadano británico ante los
tribunales europeos por habérsele negado su derecho a voto en los comicios europeos
siendo Londres todavía miembro de la UE.
Las capitales son más
flexibles en esto, y creen que se puede buscar una solución para que el
Reino Unido prorrogue las negociaciones más allá de las elecciones sin
tener que participar en ellas. En concreto se habla de finales de junio. Algunas
personas en Bruselas defienden que mientras no se haya constituido el
nuevo Parlamento Europeo (2 de julio) no habría conflicto con las normas
comunitarias.
¿Hay posibilidades de un segundo referéndum?
La
opción de volver a sacar de nuevo las urnas siempre ha sido bastante
polémica. Pero ahora se ha vuelto a poner encima de la mesa después de
que el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, haya decidido apoyar una nueva consulta tras haber fracasado su intento de forzar elecciones anticipadas. Ahora mismo no hay mayoría en la Cámara de los Comunes para respaldar esta opción.
Todo podría cambiar si el Acuerdo de Retirada vuelve a ser rechazado. Pero, en caso de ampliación de plazos, los analistas ven más probable nuevos comicios que un segundo referéndum, tanto por las divisiones que crea en las filas laboristas y conservadores, como el tiempo que requeriría para su preparación y elaboración, un mínimo de seis meses.
¿Qué efectos ha creado ya en la economía?
La incertidumbre general del Brexit ha dejado ya secuelas sobre el trabajo de la UE, ya que las negociaciones han consumido gran parte de su energía. Por otro lado, las consecuencias económicas se han notado: la inmigración europea al Reino Unido ha caído a mínimos de la última década.
Y
en lo económico se está viviendo lo que se ha llamado el ‘Brexodus’.
Goldman Sachs, JP Morgan, Morgan Stanley y Citigroup han movido ya
250.000 millones de euros de activos a Frankfurt, mientras Bank of
America ha invertido unos 400 millones de euros en prepararse para un
Brexit duro y está listo para mover sus actividades a Dublín y París. La
lista puede continuar durante muchos más párrafos: UBS ha elegido
Frankfurt como su nueva sede europea, mientras los gigantes franceses
están llevándose a sus trabajadores desde Londres a sus sedes parisinas.
¿Puede terminar todo con un “Brexit duro”?
Es
la opción preferida para el núcleo duro de los brexiteers. Si
finalmente se decide por dejar la UE sin pacto -en marzo o tras una
hipotética ampliación-, el Gobierno británico -capitaneado por May o en
un futuro por otra persona si las filas deciden cambiar de líder-
intentaría negociar una demora en la salida por un año para prepararse
ante unas relaciones que estarían reguladas bajo los términos de la
Organización Mundial del Comercio. Sin embargo, parece que hay pocas
posibilidades de que Bruselas acepte tal solicitud. El comercio en los
términos de la OMC es altamente inusual entre las economías avanzadas y
dañaría muchas industrias en el Reino Unido.
¿Y los derechos de los ciudadanos sin acuerdo?
Se
calcula que hay más de tres millones de comunitarios que viven
actualmente en el Reino Unido -entre ellos, los alrededor de 200.000
españoles- y alrededor de los 900.000 británicos en los diferentes
países miembros. A los expatriados siempre se les ha considerado como la moneda de cambio, los “niños” atrapados en un divorcio nada amistoso.
Sus derechos están recogidos en el Acuerdo de Retirada. May ha
repetido en diferentes ocasiones que, incluso en el escenario de Brexit
duro, todo va a seguir igual para aquellos que lleven cinco años en el país. De hecho, aquellos que cumplen con los requisitos
ya puede solicitar el permiso de residencia para conservar, entre
otros, su acceso al servicio sanitario. Pero si hay divorcio sin
consenso, cada país miembro deberá decidir qué hacer con los británicos
residentes en sus respectivos países.
¿Se puede revocar el Brexit?
Para
una ampliación de plazos, Londres tendría que realizar una solitud
formal que debería ser aprobada por los Veintisiete por unanimidad. Sin
embargo, una sentencia reciente del Tribunal de Justicia de la UE
especifica que el Reino Unido podría revocar la activación del Artículo
50 de forma unilateral: “La revocación debe decidirse siguiendo un
proceso democrático de acuerdo con los requisitos constitucionales
nacionales. Esta decisión inequívoca e incondicional debe comunicarse
por escrito al Consejo Europeo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario