ARGEL.- Nasredin, de 28 años,
está desempleado y vive con 40 familiares en una vivienda de tres
habitaciones de un suburbio de Argel. Este viernes, como ya hizo la
semana pasada, se manifestó con sus amigos del barrio contra "este
sistema y la injusticia".
En un suburbio de paredes pintadas con
grafitis, el "Barrio de las 500 viviendas", a una decena de kilómetros
del centro de la capital, fue construido hace 22 años, sin espacios de
ocio para los jóvenes en un país donde la mitad de la población es menor
de 30 años.
Nasredin y sus amigos pasan los ratos libres en las redes
sociales, donde los llamamientos a manifestarse se han multiplicado
desde que se anunció en febrero la candidatura del presidente Abdelaziz
Buteflika a un quinto mandato en las presidenciales del 18 de abril.
Como
decenas de miles de otros argelinos, ellos se echaron a las calle la
semana pasada. Fueron manifestaciones multitudinarias, algo nunca visto
desde que fue elegido hace 20 años.
Nasredin y su pandilla de
amigos se oponen a un quinto mandato pero también "al sistema" en su
conjunto. Protestan equipados con la bandera nacional, y con agua y
vinagre contra los gases lacrimógenos.
Hijo
menor de una familia de 12 hermanos, Nasredin vive con sus padres, sus
hermanos y hermanas, los esposos de éstos y sus propios hijos.
En
su casa se duerme "como en prisión, alineados los unos junto a los
otros, sin ninguna intimidad". Él sabe de lo que habla. Estuvo dos veces
encarcelado (por un total de 8 meses) por, como muchos desempleados,
ejercer de "aparcacoches" irregular.
Es una actividad muy
frecuente en las calles de Argel. Los "aparcacoches" se apropian de una
parte de una calle en la que para poder aparcar los conductores deben
darle unas monedas. A cambio prometen vigilar el vehículo.
"Si te
expresas vas a la cárcel. Si intentas apañártelas haciendo pequeños
trabajos ocasionales, vas a la cárcel. No lo aguantamos más", protesta.
Tras
muchos años desempleado, su amigo Yusef, de 34 años, tiene un empleo
como agente de seguridad. Pero le falta una vivienda. Su esposa, sus dos
hijos y él comparten una habitación en la casa familiar en la que
residen otros 16 parientes.
La crisis de la vivienda causa
estragos en Argelia pese a los numerosos proyectos inmobiliarios
sociales lanzados hace 20 años por el gobierno. Sin sobornos no hay
quien consiga un alojamiento de este tipo, denuncian estos jóvenes.
A
sus 29 años, Abdenur, un peluquero, corta el pelo a sus amigos aunque
por ahora no puedan pagárselo. Lamenta que Buteflika "haya hecho
construir para presumir la mayor mezquita del mundo (en Argel)", después
de las de La Meca y Medina, en Arabia Saudita.
Un dinero que
hubiera sido más útil para "construir hospitales", dicen, porque los
dirigentes acuden al extranjero para recibir atención médica. Desde hace
cinco días, el presidente Buteflika está hospitalizado en Suiza.
Buteflika
ha hecho apariciones públicas en contadas ocasiones desde el ataque
cerebrovascular que sufrió en 2013 y que lo dejó en silla de ruedas.
"No estamos en contra de él, está enfermo, que descanse. Estamos en contra del sistema", precisa Yusef.
Para ellos, "lo peor es
escuchar" a algunos dirigentes "decir que el pueblo es feliz y que
quiere que Buteflika se quede".
"¡Es falso!", afirman Nasredin y sus
amigos al mismo tiempo.
"Por falta de esperanza, muchos jóvenes
optan por la harraga (emigración clandestina), la droga o el salafismo",
explica el sociólogo Nacer Djabi.
Amin, de 23 años, un soldador desempleado desde hace
cuatro años, lo tiene claro: "a la primera ocasión" se lanzará a la
"harraga", la travesía por el Mediterráneo en embarcaciones precarias.
"Porque
en Argelia no hay futuro", a no ser que "se rompa todo el sistema, en
ese caso tendré un poco de esperanza y podré quedarme".
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