SANTIAGO.- Unas 10.000 personas se concentraron pacíficamente por demandas
sociales en el centro de Santiago, en lugar de la "gran marcha" prevista
para el martes hacia la sede de la presidencia de Chile, cercada por
policías que enfrentaban distintos incidentes violentos con otros
manifestantes.
El martes en la tarde se escuchaban detonaciones de
explosivos, olía a gases lacrimógenos, y se veía humareda en el
turístico cerro Santa Lucía. Volaron piedras de ambos lados de la gran
avenida donde está enclavado el palacio de La Moneda, sede presidencial,
en nuevos incidentes en distintos frentes de una marcha dispersa por el
cerco de seguridad.
La llamada "Segunda Gran
Marcha de Chile" en redes sociales, convocó 10.000 personas en la misma
plaza Italia donde el viernes más de un millón de personas sin líder ni
color político manifestaron pacíficamente por una sociedad más
igualitaria.
"¡Chile despertó!", coreaban cientos de manifestantes
que se acercaron al cordón policial más próximo a la presidencia,
mientras policías con camiones lanzaguas y trajes antimotines esquivaban
piedras y palos que lanzaron los más radicales gritando "Piñera
renuncia".
Tras 11 días de un estallido social sin precedentes en los
29 años de democracia, ninguna medida del gobierno de Sebastián Piñera
ha logrado bajar la tensión en las calles, donde conviven un gran
movimiento que reclama un país menos desigual, y otro numéricamente
inferior, con un discurso antisistema, más radical, que ha originado
destrozos millonarios en infraestructuras.
En
esta vorágine de movilizaciones que se han replicado en el puerto de
Valparaíso, donde se encuentra la sede del Congreso, y en Concepción, en
el sur del país, entre otras regiones, el gobierno contabiliza hasta
ahora 20 muertos y más de 9.000 detenidos desde el comienzo de las
protestas el 18 de octubre.
Karla Rubilar, la nueva
ministra vocera, designada el mismo lunes en que nuevos enfrentamientos
violentos dejaron el centro de Santiago entre escombros y cenizas,
señaló el contraste entre los actos violentos y la gran manifestación
festiva y pacífica del viernes.
"Lo que estamos viendo hoy día en
el centro de Santiago no es la gente que quiere justicia social, no es
la gente que quiere un Chile mejor, es gente que quiere destrucción y
caos", dijo Rubilar.
La incertidumbre prima
en la cotidianidad del chileno, acostumbrado en casi 30 años a la
estabilidad política tras la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90) y
al buen estado de su economía de mercado, con una inflación que fluctúa
entre el 2 y el 3% anual, un dólar estable, un bajo desempleo (del 7% en
promedio) y altas tasas de crecimiento.
Pero la amplia clase media que emergió en el país coincide en
expresar su frustración con un sistema de flexibilidad laboral, bajas
pensiones, salud y educación privadas, y percibe al actual gobierno como
un grupo de empresarios desconectados de la realidad.
"Satisfacer
las aspiraciones de las nuevas generaciones, creo que eso es lo que
tiene que suceder y, si no es este gabinete actual, tendrá que ser otro o
sino tendrá que ser otro presidente", opinó este martes Fernando
Rencoret, un jubilado de 73 años, de acuerdo con el trasfondo de las
manifestaciones.
Estos hechos,
sorprendentes para muchos, "corresponden con lo que está pasando en el
mundo y muestra que, bajo la apariencia de normalidad, se acumula la
frustración por la desigualdad social y la corrupción e incompetencia de
muchos políticos", opinó el sociólogo español Manuel Castells,
académico del estadounidense MIT, entrevistado por el diario La Tercera.
Castells
no se extraña de las escenas de caos en Chile. "Cuando no hay
respuestas a los problemas de la gente durante mucho tiempo y la
política se convierte en un juego cínico de una casta política para
favorecer a los de siempre, hay un momento en que una chispa enciende la
pradera reseca de resentimientos", dijo.
Una encuesta de la
Universidad Católica de Temuco reveló el martes que el 94% de los
consultados sobre esta crisis está a favor de las demandas sociales.
En
un hecho inédito en un país donde la sociedad se divide marcadamente
por clases, el sondeo reveló que dos tercios de los encuestados (68%)
salieron a golpear cacerolas la semana pasada, incluso en sectores
acomodados de Santiago, y el 80% cree que a mucha gente "le está yendo
peor" de lo que se dice.
Con unos datos macroeconómicos sobre todo
positivos, el flamante ministro de Hacienda, Ignacio Briones, dijo que
la economía se verá impactada a final de año por estas protestas.
"Tenemos
una nueva realidad" y habrá que "sincerar" las previsiones oficiales,
que preveían un crecimiento de un 2,5% este año, uno de los más altos de
la región.
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