MOSCÚ.- El
presidente de Rusia, Vladimir Putin, tenía grandes planes para esta
primavera, principalmente enfocados en resaltar la estabilidad del país y
proyectar su fuerza. Pero
su agenda ha sido secuestrada por la propagación del coronavirus y una
caída dramática del precio del petróleo y del rublo, la moneda rusa.
Abril estaba marcado como el mes de una votación para aprobar los cambios a la Constitución que permitirían a Putin permanecer en el poder, al que llegó en el año 2000.
Mayo
sería el mes del desfile militar gigante para conmemorar el 75
aniversario del Día de la Victoria rusa sobre la Alemania nazi.
Pero el estado de ánimo que impera ahora es de incertidumbre y nerviosismo.
Por ahora, tanto la votación como el desfile oficialmente están en pie y Putin está transmitiendo una imagen de calma en tiempos turbulentos.
Ha declarado que el brote de covid-19 está "bajo control" en Rusia gracias a sus medidas "oportunas", mientras que los medios estatales han criticado al resto de Europa por "manejar mal" la pandemia y han destacado un "fracaso de la solidaridad de la Unión Europea".
Mientras
los líderes europeos se han centrado en establecer cuarentenas y el manejo
de la crisis, el presidente Putin viajó a Crimea para celebrar seis
años desde que Rusia se anexó ese territorio de Ucrania.
Es
una muestra deliberada del proceder habitual: el presidente fuera de
casa, reuniéndose con multitudes y estrechándoles la mano, sin medidas
de "distanciamiento social".
Pero es un espectáculo.
Todos
los que entran en contacto cercano con el presidente Putin ahora están
siendo evaluados por adelantado para detectar si tienen coronavirus.
Entre
los examinados estuvieron todos los hombres que recibieron medallas en
Crimea esta semana, así como el personal del Kremlin y periodistas
acreditados. Hace unas semanas eran monitoreados con controles de
temperatura.
"Consideramos
que esto es un paso justificado para que el presidente pueda continuar
su trabajo con confianza", dijo el portavoz presidencial, Dmitry Peskov,
a la BBC.
El propio Vladimir Putin no ha sido sometido a una prueba de covid-19.
"No tiene síntomas y, toco madera, se siente muy bien y continúa su trabajo según lo programado", explicó Peskov.
Pero la tasa de infección en Rusia ha comenzado a aumentar, incluso de acuerdo con las cifras oficiales que algunos sospechan que han sido maquilladas.
Así
es que, a pesar del señalamiento del presidente Putin de que el
covid-19 es algo importado o -como dice- una "amenaza extranjera", las
medidas de protección están aumentando.
Incluyen de todo: desde el cierre de fronteras y escuelas hasta la prohibición de reuniones masivas.
Pero
no hay una orden general de quedarse en casa y el viernes el Kremlin
insistió en que "no se estaba discutiendo en absoluto una cuarentena en
Moscú".
Muchos sospechan que la reticencia está directamente relacionada con la votación de la Constitución y la intención de asegurarle a Putin la ruta para la reelección lo antes posible.
Ese proceso se ha movido tan misteriosamente rápido desde el principio que ha sido catalogado como una "operación especial".
El
líder de la oposición, Alexei Navalny, advirtió que celebrar la
votación, sacar a los pensionistas en masa a mediados de la pandemia,
sería "criminal". Funcionarios han enfatizado que aún podría posponerse
por cuestión de seguridad, o que se efectúe a través de internet.
No
obstante, la comisión electoral de Rusia reveló planes el viernes para
extender la votación durante una semana y que así se limite la aglomeración de gente.
"Hay un gran deseo de llevar a cabo esta votación, no de suspenderla",
dijo el analista político Konstantin Kalachev a la Gaceta Nezavisimaya,
sugiriendo que los funcionarios aún esperan que "todo se disperse" y
que Rusia se salve de lo peor.
Para
algunos, ese enfoque de la epidemia en general es tranquilizador. Aquí
hay un dicho popular que dice que mientras sepas menos, mejor dormirás.
"No queremos escuchar más, es aterrador", explicó Ksenia, una vendedora de helados en un suburbio de Moscú.
"Sabemos
que tenemos que lavarnos las manos y no salir demasiado, pero la gente
ya está llevándose todo de las tiendas y da miedo", dijo.
Pero
a pocos kilómetros de su quiosco, un símbolo de la última crisis que
golpea a Rusia (y a gran parte del mundo) está creciendo cada día: se está construyendo a toda marcha un nuevo hospital temporal para atender hasta 500 pacientes con covid-19.
En
otros lugares, el Ministerio de Defensa reportó que hubo simulacros de
emergencia para el control de virus, y todas las regiones rusas han sido
puestas en alerta máxima.
Sin embargo, el voto para prolongar la permanencia de Vladimir Putin en el poder todavía está en curso para el 22 de abril.
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