domingo, 22 de marzo de 2020

La tregua de la guerra comercial, saboteada por la batalla contra el virus

SAN FRANCISCO/HONG KONG.- La guerra al COVID-19 está desbaratando los intentos de lograr la paz comercial. La eliminación de los aranceles podría dar a la debilitada economía mundial un impulso de 170.000 millones de dólares, según estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Sin embargo, el temor a la epidemia y la caída de los mercados están contribuyendo a avivar los ánimos proteccionistas. 

El mismo miércoles, mientras seguían aumentando las cifras de nuevos casos de COVID-19, la Administración del presidente Donald Trump aumentó los aranceles de los aviones Airbus del 10% al 15%, como parte de la lucha abierta hace 15 años con Bruselas por las ayudas públicas ilegales. 
Al mismo tiempo, su competidora aeroespacial estadounidense Boeing sufre el aguijón de la crisis mientras el Congreso de Estados Unidos contempla un rescate de 50.000 millones de dólares para la industria aérea nacional. Esto hace que la decisión sea especialmente inoportuna, al igual que la de Pekín y Washington de convertir el brote en un cruce de reproches.
Las dos mayores economías del mundo ya se encuentran atrapadas en una refriega comercial que ha infligido daños generalizados a la economía mundial. Y aun así, mientras la esta se desliza hacia la recesión, las dos contendientes han caído en los insultos infantiles. Trump está provocando a los asiáticos llamando al COVID-19 el “virus chino”. 
Por su parte, un alto cargo chino insinuó que la epidemia fue introducida secretamente en su país por personal militar de Estados Unidos.
Aunque el acuerdo comercial preliminar del año pasado ha proporcionado cierto alivio, los gravámenes estadounidenses siguen vigentes sobre importaciones chinas por valor de 370.000 millones de dólares. Junto con otros tributos al comercio, el conjunto le cuesta a los consumidores estadounidenses 78.000 millones de dólares al año, según el equipo de análisis American Action Forum.
China también mantiene muchas barreras arancelarias y no arancelarias que hacen que las importaciones sean más caras para su población. Sin embargo, el aumento de los costes y el brote de virus, junto con la escasez asociada de mascarillas protectoras, kits de pruebas y desinfectantes de manos, no ha ayudado a estos dos Gobiernos a valorar la importancia de tener cadenas de suministro integradas.
El inminente declive de la actividad económica podría causar la pérdida de casi 25 millones de puestos de trabajo, según la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas. 
En Estados Unidos, los aranceles ya han contribuido a la disminución del crecimiento de la inversión empresarial al 1,8% el año pasado, desde el 5,1% en 2018. Recortar los costes comerciales haría mucho bien y eliminaría una distracción no deseada. En cambio, la intransigencia no contribuye sino a empeorar una situación ya de por sí mala.

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