BERLÍN.- Alemania evitó este
jueves entrar oficialmente en recesión, tal y como preveían los
economistas, gracias al aumento del 0,1% de su Producto Interior Bruto
(PIB) en el tercer trimestre en relación al trimestre anterior.
El
modesto avance del PIB entre junio y septiembre evita dos trimestres
consecutivos de retroceso, lo que habría llevado a la economía alemana a
la recesión técnica.
"No podemos hablar de cambio fundamental de la coyuntura,
pero estos indicadores aportan una luz de esperanza", dijo el ministro
de Economía, Peter Altmaier, en un comunicado.
Este mismo jueves
la oficina federal de estadísticas Destatis revisó al alza el
crecimiento en el primer trimestre, del 0,4% al 0,5%, pero rebajó el del
segundo trimestre (-0,2% en vez del -0,1%).
"Haya o no recesión,
la economía alemana cayó en el estancamiento de facto, con un
crecimiento trimestral del 0,1% de media desde el tercer trimestre de
2018", apunta Carsten Brzeski, un economista del banco ING.
Según
Destatis, la demanda interior se mantiene gracias al mercado de trabajo,
con una tasa de desempleo del 5,0% en octubre, cercana a su nivel más
bajo desde la reunificación del país, y a las tasas de interés
históricamente bajas.
Al contrario, las inversiones en
equipamiento retrocedieron en relación al trimestre anterior, una
tendencia que según Destatis refleja el mal momento del sector
manufacturero.
La industria, tradicionalmente el motor económico
de Alemania, sufre las consecuencias de los conflictos comerciales y de
factores más locales como las sequías que afectaron al sector químico o
las dificultades de los fabricantes de automóviles.
Según Tim
Wollmerhäyser, del instituto económico IFO, "no hay que temer una
profunda recesión en los próximos meses" porque, según él, el riesgo del
Brexit o de las guerras comerciales ha disminuido.
La mayoría de
los institutos de investigación alemanes apunta a una reaceleración de
la economía en los próximos meses, igual que el gobierno, que prevé un
crecimiento de 0,5% este año y del 1% en 2020.
Según Carsten
Brzeski, de ING, la principal incógnita es saber hasta cuándo la demanda
interior alemana podrá resistir a un mundo económicamente "depresivo"
que está afectando a industrias como la del automóvil, en plena
transformación hacia los coches eléctricos.
Según el economista,
este periodo de incertidumbre "explica la reticencia o al menos las
dudas del gobierno alemán para comprometerse a la estimulación
presupuestaria a corto plazo".
A pesar de las presiones
internacionales y del mundo económico para que el gobierno gaste más, la
canciller Angela Merkel sigue manteniendo su política de déficit en
equilibrio que aplica desde 2014.
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