Una corriente de alivio ha recorrido este jueves los medios
económicos europeos cuando se ha sabido que Alemania no ha entrado en
recesión. Las cifras oficiales han confirmado que el PIB alemán creció
un 0,1% en el tercer trimestre tras haber caído un 0,2% en el segundo
trimestre.
Al no repetirse un resultado trimestral negativo por segundo
trimestre consecutivo, el país no entra en lo que técnicamente se
denomina recesión económica. Es una buena noticia desde luego para
Alemania pero también para el conjunto de la Unión Europea.
Las cifras oficiales, tanto alemanas como de Bruselas, han venido a
confirmar este jueves que la economía europea está caminando lentamente,
pero no tanto como se temía. Y ello se debe en parte a Alemania pero
también al mayor vigor que han presentado otros países de la zona, como
Francia.
Por fortuna, España se encuentra en una zona bastante
confortable, con crecimiento en fase de debilidad, perol con aumento de
la actividad al fin y al cabo, que es lo que interesa. Es más, la
economía española, aunque creciendo a ritmo cada vez más débil, es la de
mayor vigor entre las grandes economías de la zona euro.
En el caso de Alemania, había una pregunta que los analistas
esperaban poder contestar tras conocer los resultados de estos últimos
meses. El Gobierno germano se ha visto presionado en los últimos meses
por analistas e instituciones diversas (con el BCE en la cabeza) para
que adoptase una estrategia fiscal más dinámica, es decir, que acelerara
el gasto público aprovechando el margen que le ha dejado en estos
últimos años su ortodoxa política presupuestaria, que ha reducido de
forma drástica el déficit hasta situar a las finanzas públicas en
situación de superávit.
Por lo tanto, Alemania estaba siendo empujada por la mayor parte de
los analistas a olvidarse un poco de su ortodoxia económica y
financiera, abriendo la caja del gasto, sin preocuparse a corto plazo, y
por un periodo limitado de tiempo, de incurrir en un déficit público,
aunque fuera modesto. A la hora de la verdad, la economía ha reaccionado
mejorando el crecimiento del PIB sin que hubiera sido necesario echar
mano de estímulos al gasto público.
El motor económico de Alemania en estos últimos meses ha sido el
consumo privado, aprovechando que la tasa de paro se encuentra en una
situación altamente favorable y el consumo de las familias puede
registrar aumentos que tampoco planean mayores problemas a la tasa de
inflación, que sigue anclada en zona de mínimos desde hace varios años y
sin expectativas de aceleración.
En paralelo, la principal causa del debilitamiento de estos últimos
dos años, el frenazo de las exportaciones, ha amainado en cierta medida,
aunque sigue retrocediendo el nivel de producción en su industria
manufacturera pero no en la medida que pudiera poner en riesgo el
equilibrio e incluso el superávit comercial con el exterior. Y estos dos
factores, consumo privado en alza y exportaciones menos dañadas, son
los que han dado la vuelta a una situación que podría haber sido
preocupante para el conjunto de Europa.
(*) Periodista y economista español
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