ARGEL.- Cientos de miles de argelinos han vuelto a manifestarse este viernes en las plazas y calles de las principales ciudades del país en el sexto viernes consecutivo de masivas protestas contra el presidente del país, Abdelaziz Bouteflika, y su círculo de poder.
Ese círculo tenía este viernes un nombre propio: a los cánticos habituales de “no pararemos hasta que caiga el régimen, Bouteflika vete ya“,
los congregados agregaron gritos en contra del jefe del Ejército,
general Ahmed Gaïd Salah, uno de los hombres más duros del hermético
entorno del mandatario.
Salah salió esta semana a la palestra para sugerir como salida a la
crisis la aplicación del artículo 102 de la Constitución, que permite
inhabilitar al mandatario, gravemente enfermo desde 2013, por razones de
salud. Una opción que enseguida descartaron los opositores, decididos a
controlar el periodo de transición sin interferencia del “clan del
presidente”.
La puesta en marcha del artículo 102 otorgaría transitoriamente la
jefatura de Estado al presidente del Senado, Abdelkader Bensalah, uno de
los más firmes defensores de la continuidad de Bouteflika, de 82 años,
al frente del país.
“Es un truco más del régimen. No nos van a engañar, deben irse y hacerlo ya“,
explicó Ahmad B., un profesor de secundaria en Hydra, uno de los
barrios acomodados de la capital, que acude cada viernes a la Grand
Post.
“Yo vine aquí el segundo (viernes) y desde entonces sigo. No, nos vamos. Argelia necesita la democracia, acabar con los corruptos y ladrones como Gaïd Salah, y abrir un nuevo capítulo. Queremos ser libres“, explicó.
Al igual que los viernes precedentes, las marchas se desarrollan en
un ambiente festivo y pacífico, escoltadas por un amplio dispositivo de
seguridad que vigila los grupos que llegan al centro de Argel en riada
procedentes de diferentes barrios de la ciudad. Incluso también de ciudades aledañas como Blida, o más alejadas como Tizi Ouzu, en la Cabilia.
Aunque multitudinaria pero discontinua, las movilizaciones en todo el
país han logrado ya que se imponga la sensación de que el régimen de
Bouteflika comienza poco a poco pero de manera sostenida a desmoronarse.
El 11 de marzo, tras más tres semanas de protestas, el entorno del
presidente anunció que éste no optaría a un quinto mandato consecutivo, y
que las presidenciales previstas para el 18 de abril se sustituirían
por un periodo de transición que tutelaría el ministro de Interior,
Noureddin Bedaui.
La propuesta no convenció a los movilizados, que volvieron a las
calles al viernes siguiente para denunciar lo que consideraban una
maniobra del círculo de poder para mantener sus privilegios y
perpetuarse en el poder.
En los días siguientes el Frente de Liberación Nacional (FLN), que preside Bouteflika y gobierna en Argelia desde la independencia en 1962, y su socio de gobierno la Reagrupación Nacional Democrática (RND) se sumaron a las protestas. También
los sindicatos y otros agentes sociales que se negaron a dialogar con
el nuevo primer ministro para formar un gobierno de concertación
nacional transitorio.
A las protestas, que apoya una gran parte de la Policía y del
Ejército, verdadero poder fáctico en el país, se unieron esta semana
Ahmed Ouyahia, líder del RND y primer ministro en cuatro ocasiones con
Bouteflika, y Ali Haddad, presidente de la patronal argelina, otro de
los hombres del círculo de poder.
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