martes, 9 de junio de 2020

Temores de deflación en el BCE señalan desafíos para Lagarde

FRÁNCFORT.- La deflación vuelve a las mentes de funcionarios del Banco Central Europeo, presagiando desafíos para la presidenta, Christine Lagarde, sobre si la eurozona necesita aún más estímulo monetario.

Al provocar la mayor recesión de tiempos pacíficos en Europa desde la década de 1930, la pandemia de coronavirus ha despertado una imagen de caída de precios y salarios similar a la Gran Depresión que quita todo color a la economía.
Después de que el BCE extendió y casi duplicó su programa de compra de bonos de emergencia a 1,35 billones de euros (1,53 billones de dólares) la semana pasada, Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo, citó un “resurgimiento de las presiones deflacionarias”. 
El gobernador del Banco de Finlandia, Olli Rehn, dijo que los riesgos de deflación son “elevados”, y Pablo Hernández de Cos, del Banco de España, comentó que era necesario tomar acción “para garantizar que el riesgo no se materialice”.
Economistas ya están pronosticando que formuladores de política deberán volver a intensificar el programa antes de fin de año.
Sin embargo, el gobernador austriaco, Robert Holzmann, se opuso diciendo que incluso si los precios al consumidor cayeran durante unos meses, “eso no es deflación en el sentido económico”. 
El Bundesbank pronosticó apoyo de las interrupciones continuas en el suministro y los colapsos corporativos que permiten a las empresas sobrevivientes más poder de fijación de precios.
La discusión refleja un debate más amplio sobre si la crisis y las medidas para contrarrestarla, en última instancia, avivarán los precios.
“El verdadero problema para mí es esta obsesión que la gente tiene, particularmente en Europa, de que el estímulo fiscal y monetario masivo será inflacionario”, dijo Erik Nielsen, economista en jefe de UniCredit, a Bloomberg Television. “Durante los próximos cinco años más o menos, simplemente no veo que suceda”.
Las diferencias de opinión del BCE recuerdan el año 2014, cuando la austeridad gubernamental tras la crisis de la deuda regional pesaba sobre los precios. El entonces presidente Mario Draghi estaba finamente en sintonía con el riesgo y comenzó un impulso estratégico para compras masivas de bonos.
Tuvo que luchar contra la oposición dirigida por funcionarios de Alemania, donde la hiperinflación de la década de 1920 se filtró en la psique nacional, quienes argumentaron que la posibilidad de deflación era exagerada. El crecimiento de los precios al consumidor finalmente se volvió negativo en diciembre de 2014 y se anunció una expansión cuantitativa al mes siguiente.
Pasaron otros dos años antes de que Draghi se sintiera capaz de decir que el riesgo había pasado.
La deflación infunde miedo en los corazones de los banqueros centrales porque es mucho más difícil de combatir que la inflación, lo que requiere aumentos de tasas de interés dolorosos pero relativamente directos.
A medida que los precios caen, las ganancias se reducen hasta que las empresas responden recortando los salarios, lo que reduce la demanda de sus productos y empeora el problema. Es un ciclo de autorefuerzo que solo puede romperse con un gasto masivo, normalmente por parte de Gobiernos con respaldo del banco central.
En la década de 1930, limitados por el estándar del oro, las autoridades tardaron en reaccionar ante la recesión subsiguiente al colapso financiero de 1929. La deflación en Europa solo desapareció con el inicio del rearme alemán que culminó en la Segunda Guerra Mundial.
No obstante, esta vez se ha inyectado dinero en el sistema global y se ha envuelto la economía en algodón. El sorpresivo repunte laboral en Estados Unidos informado la semana pasada planteó la posibilidad de un rebote más rápido de lo esperado. La Unión Europea incluso ha superado sus disputas sobre la deuda emitida conjuntamente para crear un fondo común de recuperación de 750.000 millones de euros.
Philip Lane, economista en jefe del BCE, reconoció las presiones al alza de los precios en un blog, pero dijo que está claro que prevalecen las desventajas.
La inflación anual de la eurozona fue de 0,1% en mayo y los precios cayeron mes a mes. Si bien el colapso en los costos del crudo explica gran parte, otro eco del debate de 2014 cuando algunos funcionarios dijeron que las facturas de energía más bajas eran un estímulo oculto, la preocupación es que la tendencia se extenderá.
Lane evitó la palabra “deflación” en su blog, y Lagarde evadió una pregunta al respecto en su conferencia de prensa, sugiriendo que son sensibles para el debate interno.
Sin embargo, la presidenta lo mencionó en el Parlamento Europeo el lunes, diciendo que el estímulo monetario de los últimos años había evitado esa amenaza y levantó la eurozona.
“Estas medidas no solo han impedido que la economía caiga en condiciones deprimidas y deflacionarias”, dijo. 
“También han contribuido a apoyar el empleo y reducir los riesgos de estabilidad financiera”.

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