BRUSELAS.- Sin sorpresas, la primera
ronda de negociación de la futura relación entre la Unión Europea (UE) y
el Reino Unido sirvió para confirmar sus "divergencias", que deberán
solventar en un tiempo récord antes de finales de 2020.
La pesca,
la gobernanza del acuerdo o cómo evitar la competencia desleal son
algunas de las divergencias, "significativas", según Londres, o "serias"
para el negociador europeo Michel Barnier, algo en lo que están de
acuerdo.
Ambas partes finalizaron este jueves sus primeros cuatro
días de negociación sobre su futura relación, que deben finalizar antes
del 31 de diciembre por la negativa de Londres a prorrogar las
discusiones.
"El equipo británico dejó claro que, el 1 de enero de
2021, recuperaremos nuestra independencia jurídica y económica, y que
la futura relación debe reflejar ese hecho", dijo el gobierno británico
en un comunicado.
La tarea es difícil. Los negociadores deben
destejer una estrecha relación económica y humana de casi medio siglo, a
la que Londres puso fin en enero, aunque sigue cumpliendo las reglas
europeas hasta finales de año.
Muestra de ello son los 318.700
millones de euros en 2019 en exportaciones de los ahora 27 países del
bloque al Reino Unido, de donde importó por 193.800 millones, según
datos de la Comisión Europea.
Un centenar de personas,
en torno a diez mesas temáticas de negociación, participan en las
discusiones que se retomarán el 18 de marzo en Londres y se sucederán de
manera alterna con Bruselas cada dos o tres semanas.
"Esperamos
continuar estas conversaciones con el mismo espíritu constructivo",
indicó el portavoz del gobierno británico. Barnier, por su parte,
continúa "creyendo" en poder cerrar un "buen acuerdo para ambas partes".
La pesca es, por tiempo, el
principal escollo que deben despejar. Ambas partes se comprometieron en
noviembre a lograr un acuerdo sobre el acceso de los pesqueros europeos a
aguas británicas para junio.
El negociador europeo reiteró este
jueves que el acuerdo "deberá incluir una solución equilibrada para la
pesca", un asunto sensible para los europeos, estimando "impracticable"
la posición británica.
Londres quiere negociar cada año el acceso
de los europeos a sus ricas aguas, como realiza ya la UE con Noruega, si
bien la negociación con los noruegos es sobre "cinco especies" y no "un
centenar", dijo Barnier.
Otra de las diferencias
son las condiciones para evitar la competencia desleal, claves para una
UE que teme que el Reino Unido rebaje sus normas laborales,
mediambientales o fiscales para dañar a la economía europea.
Los
británicos reiteran su compromiso en aplicar elevados estándares en
estos campos. "Si estamos de acuerdo en compartir estándares elevados,
¿por qué no reflejarlo formalmente?", apuntó el negociador europeo.
El papel reservado al Tribunal de Justicia de la UE (TJUE)
como garante del correcto cumplimiento del futuro acuerdo, como pide la
UE, no convence a Londres, ni tampoco el Convenio Europeo de los
Derechos Humanos.
El gobierno británico se niega a prometer el
respeto de esta convención, explicó Barnier, para quien el alto tribunal
europeo debe ser el único capacitado para pronunciarse sobre los
derechos de los ciudadanos europeos.
Aunque la UE espera un
acuerdo global, Londres pide que estos aspectos se plasmen en "una
multitud de acuerdos particulares", según el negociador europeo, el
único en comparecer en rueda de prensa este jueves.
El Reino Unido
desea un "acuerdo de libre comercio" como el negociado entre la UE y
Canadá. Y, en materia diplomática, explicó que no está interesado en
otro en materia de cooperación en política exterior y defensa.
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