Pero el plan tiene una vulnerabilidad obvia: hay que financiarlo. Los
inversores deben confiar en que, cuando pase la tormenta, España podrá
hacer frente a los pagos de la deuda con la que termine.
La clave para saber si la deuda es sostenible, no es el nivel de la
deuda en sí, sino la relación entre deuda y capacidad de pago, el PIB
(en realidad, el PIB futuro). Pues bien, esta crisis afecta de forma
dramática no solo al numerador de esta relación, la deuda, sino también
al denominador, el PIB.
Con sectores enteros de la economía sin producir
absolutamente nada, la crisis puede suponer que España pierda un 10%
del PIB que hubiéramos esperado tener a finales de año. Si, por otro
lado, subimos el gasto otros 10 puntos y bajamos los ingresos en 10,
podríamos pasar -de una tacada- de una deuda de aproximadamente el 100%
del PIB a una del 130%.
El que esto suceda es, en un momento de crisis, necesario. Igual que
es muy criticable que una economía a pleno rendimiento tenga déficits,
en un momento como el actual debemos hacer todo lo necesario para evitar
el hundimiento económico del tejido productivo de nuestro país.
La cuestión es la reacción de los mercados. Hemos visto ya estos
días las primeras subidas de la prima de riesgo de Italia y España.
¿Financiarán este fortísimo aumento del nivel de endeudamiento? ¿O se
asustarán y terminaremos en una nueva crisis del euro, una crisis de
deuda?
La respuesta depende enteramente de la actitud de nuestros socios
europeos y del BCE. En este momento, el supuesto con el que todos
jugamos (también los mercados) es que, en caso de crisis, el BCE podrá
poner en marcha sus compras de deuda (las llamadas Open Monetary
Transactions, OMT) para ayudar con ellas a cualquier país con tensiones
de financiación. El problema es que para usar este mecanismo es
necesario que el país esté bajo un programa, un rescate, del Mecanismo
Europeo de Estabilidad, y ello requiere a su vez la aprobación unánime
de los socios europeos y sus Parlamentos.
La Unión Europea (UE) tiene que aprender de los errores. La eurozona
es frágil porque es tan fuerte como su eslabón más débil. Aunque los
distintos países tengan crisis diferentes, no podemos conformarnos con
que cada uno haga la guerra por su cuenta. Si un país tiene dificultades
para financiarse, el riesgo de sufrir una crisis del euro será de
todos.
Lo que necesitamos es un plan que permita que Europa respalde que
los países puedan congelar la economía para que, después de 3-6 meses,
salga del congelador en el mismo estado. Por eso, desde la delegación de
Ciudadanos en el Parlamento Europeo hemos propuesto un bazuca europeo
de 500.000 millones de euros para luchar contra el virus, proteger los
empleos y estabilizar la economía mientras está en el congelador.
En concreto, 50.000 millones serían para que los sistemas sanitarios
de los Estados miembros aumenten su gasto en un 5% y financiar los
suministros, aumentar las plantillas y convertir edificios en hospitales
en toda Europa. Después, 275.000 millones se asignarían a garantías
presupuestarias para convertirlos en 2,2 billones en préstamos que
asegurasen la liquidez y el apoyo a las pymes. Los restantes 175.000 se
dedicarían a financiar planes de protección de empleo, siguiendo el
modelo del Kurzarbeit alemán, para que los Estados cubran la reducción
de las jornadas que las empresas tengan que hacer por el virus.
En mi opinión, existen instrumentos política y jurídicamente viables
para que la UE pueda financiar estas medidas. La propuesta de eurobonos
(SBBS), que fue aprobada por el Europarlamento en 2019, podría
activarse simplemente con el visto bueno del Consejo Europeo. Serviría
para dotar de estabilidad a la eurozona.
Por otro lado, proponemos dotar
al Mecanismo Europeo de Estabilidad de un nuevo instrumento cuya
condicionalidad se limitase a que los fondos se destinasen a la
inversión sanitaria, a respaldar a pymes y a programas de empleo. Esto
eliminaría el estigma del rescate, facilitaría su utilización y
permitiría al BCE comprar cantidades ilimitadas de deuda soberana y
reducir la presión sobre la financiación de los Estados.
¿Por qué hace falta un plan de choque europeo como el que propongo? Para
evitar una nueva crisis del euro. Y porque derrotar al virus sin
garantías de sacar del congelador la economía en buenas condiciones no
será la victoria que necesitamos. Porque estamos hablando del corazón de
nuestras economías: de si puede seguir latiendo bajo mínimos y de cómo
podrá volver a latir para reconstruir las haciendas, los empleos y las
vidas de los ciudadanos europeos.
(*) Portavoz económico de Renew Europe en el Parlamento Europeo
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