NUEVA YORK.- Estados Unidos acaba de cumplir 101 meses consecutivos de creación de empleo,
un récord histórico que ya batió el pasado agosto, y que parece no
tener fin. Cuando los economistas hablaban de tocar techo, de punto de
inflexión, de estabilizarse quizás en torno a un paro del 4%, va la
economía y se casca 304.000 contrataciones más en enero: la mejor cifra desde el año 2006. En febrero el número bajó a 20.000. Pero el bollo crece y crece dentro del horno económico. ¿Y qué capacidad tiene este horno?
“El número de febrero señala que el ritmo actual de crecimiento no es sostenible, pero no se debe de tomar como un indicador de
que la creación de empleo se va a detener en los próximos tiempos”,
dice a El Confidencial de Madrid Brian Schaitkin, economista senior del centro de
análisis Conference Board. “Esperamos que el crecimiento tanto del
empleo como de la empleabilidad se ralentizará en 2019, pero esperaría
que la creación de trabajos se mantuviera entre los 150.000 y 200.000 al mes”.
El mercado laboral americano, con un paro del 3,8%, ha desarrollado un problema inverso al de España:
ahora mismo, en Estados Unidos, hay más empleos disponibles que
trabajadores en paro (7,3 millones contra 6,3 millones). Muchas empresas
no saben dónde encontrar empleados, así que mejoran los salarios y las
condiciones. Esto ocurre en el sector de la construcción, en la hostelería, o en el sector sanitario,
por poner algunos ejemplos. La minorista más importante del país,
Walmart, ante la necesidad de camioneros, ha anunciado que les pagará 87.500 dólares al año.
Así, no sólo crece el empleo, sino también las nóminas,
que están recuperando el terreno perdido con la Gran Recesión. El pago
por hora subió un 3,4% interanual en febrero; más del doble que la
inflación, en el 1,6%. En Silicon Valley la competencia es tan ardua que
las empresas contratan ingenieros por si acaso, aunque no los necesiten
en este momento. “Sabemos que pronto habrá demanda de ellos”, declaró
Martin Fleming, economista jefe de IBM, a Los Angeles Times. La gigante informática dice estar contratando a gente con máster o doctorado para tener a mano y que no se los lleven los demás. “Es un paisaje muy competitivo”, declaró.
Incluso la América rural y del interior, cuyo pobre desempeño
económico en las últimas dos décadas se ha relacionado con la victoria
de Donald Trump, está viviendo un discreto renacer. Entre 2001 y 2016, las zonas urbanas de Estados Unidos acumularon casi todo el crecimiento laboral: un 97%. Este desequilibrio masivo empezó a corregirse en 2017, cuando estas zonas urbanas representaron un 83,4% de los nuevos empleos; los condados del campo despuntaron algo más deprisa.
Las autoridades aprovechan este margen para dar un empujón a las familias trabajadoras. Desde el 1 de enero, 19 estados del país han aplicado aumentos del salario mínimo
que han beneficiado a 5,2 millones de personas. Cuatro estados, entre
ellos California y Nueva York, han aprobado el pago de 15 dólares la
hora.
Si comparamos la situación económica actual con la de hace tres, cinco o diez años, hay razones para la celebración.
Pero si la comparamos con los Estados Unidos de hace 20 o 40 años, al
menos desde el punto de vista de las necesidades básicas del trabajador,
la cosa cambia. Según el Pew Research Center, computando la inflación, el poder adquisitivo del americano medio está hoy al nivel de 1978.
Una
de las razones por las que esta realidad suele quedar sepultada bajo
los datos de crecimiento es que el aumento salarial se ha dado sobre todo entre las rentas más altas;
son estas las que han absorbido la mayor parte del incremento. Desde el
año 2000, las nóminas han subido un 3% en la décima parte más baja de
toda la escala; mientras, en la décima parte de arriba han crecido un
15,7%: cinco veces más. La evolución económica de las últimas décadas ha
beneficiado a las grandes rentas y también al beneficio de las
empresas, que han pasado a representar un 12% del PIB en la década de los ochenta a un 20% en la actualidad.
En economía nada es gratis y no todo el mundo pone buena cara ante el
aumento de los salarios. Cadenas hosteleras como Chipotle Mexican Grill
o Shake Shack, o grandes minoristas como Dollar Tree, han dicho que
esta crecida en los costes salariales está afectando a sus cuentas.
Como dice Brian Schaitkin, esta presión también supone un acicate para
los estrategas corporativos: “El aumento de los costes puede hacer que
los empleadores gasten menos en aumentar el personal y más en
inversiones destinadas a incrementar la eficacia operativa. De hecho, el
crecimiento de la productividad, junto a las inversiones en software e
investigación y desarrollo, se han acelarado en el último año”, dice a
este diario. “Este repunte en la productividad es esencial para prolongar la duración de la actual expansión”.
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