ROMA.- El Gobierno italiano, formado por el Movimiento 5 Estrellas y la
Liga, está dividido sobre si debe sumarse o no a la nueva Ruta de la
Seda, impulsada por China y que pretende conectar Oriente y Occidente,
un proyecto ambicioso que genera reticencias en Estados Unidos y en la
Unión Europea.
El 5 Estrellas cree en la importancia de apoyar
este controvertido proyecto de infraestructuras porque considera que
potenciará el comercio y beneficiará a las empresas transalpinas, y ve
en él la oportunidad de atraer capital chino a un país que se encuentra
en estos momentos en recesión.
En los últimos días, algunos
miembros del Gobierno han avanzado que Italia está detallando un
memorando de entendimiento con Pekín que se firmaría con motivo de la
visita que realizará el presidente chino, Xi Jimping, a Roma, partir del
22 de marzo.
De hecho, el subsecretario del Ministerio de
Desarrollo Económico, Michele Geraci, explicó recientemente al diario
económico "Il Sole 24 Ore" que las negociaciones están en curso y que se
están centrando en favorecer iniciativas e inversiones conjuntas.
Si
Italia firmara este memorando, se convertiría en el primer país del
Grupo de los Siete más industrializados del mundo -EEUU, Italia,
Francia, Alemania, el Reino Unido, Japón y Canadá- en respaldar
formalmente este plan, que se conoce en inglés como "Belt and Road
Initiative" (BRI).
Sin embargo, la decisión que tomará el
Gobierno italiano no está clara, ya que las dos formaciones que dirigen
el país están mostrando divisiones en las últimas horas.
De hecho, el líder de la Liga, el ultraderechista Matteo Salvini, ha expresado este lunes sus dudas.
"Si
se trata de ayudar a las empresas italianas a invertir en el
extranjero, estamos dispuestos a razonar con cualquiera, pero si se
trata de colonizar Italia y sus empresas por parte de potencias
extranjeras, obviamente, no", ha subrayado.
De inmediato, le ha
contestado el otro socio en el Ejecutivo y líder del M5S, Luigi Di Maio,
quien ha declarado que respeta "las preocupaciones" de la Liga, pero ha
matizado que secundar la nueva Ruta de la Seda servirá para "ayudar a
las empresas italianas" a abrirse a oportunidades de mercado.
El
plan BRI de China pretende financiar y construir infraestructuras en más
de 80 países, con el objetivo de conectar Pekín con sus vecinos
asiáticos y el resto de continentes.
Sin embargo, el plan ha
suscitado las reservas de Estados Unidos y de algunos miembros de la
Unión Europea, que temen que sea una estrategia que beneficie solo a las
empresas chinas.
Entre los partidarios en la UE se encuentra
Portugal, mientras que otros países, como Alemania o Francia, ven la
iniciativa con recelo.
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