BARCELONA.- En el mundo ya se venden más unidades de Apple Watch que de relojes suizos.
Este accesorio ha tardado años en despegar –si se compara con el éxito
repentino que tuvieron el smartphone o la tableta cuando se lanzaron al
mercado– pero ya se puede decir que el reloj inteligente ya forma parte
de la muñeca del consumidor.
Según un estudio de hace pocos días de la consultora Strategy Analytics, el año pasado el smartwatch
de Apple
(que fue la primera empresa en idear en este tipo de producto),
consiguió vender 31 millones de unidades. Una cifra que supera con
creces los 21 millones logrados por el conjunto de todas las marcas
suizas de la relojería.
Es más: mientras el Apple Watch subió un 36% el
pasado ejercicio, la industria helvética bajó un 13%. La tendencia
parece marcada. Es cierto que la comparación es discutible, ya que en
términos de precio y posicionamiento los relojes suizos se sitúan en una
franja mucho más alta.
Sin embargo, por un lado queda claro que las firmas suizas más desenfadadas como Swatch, Tissot o Tag Hauer “han
perdido la batalla” en este segmento. “La ventana para las firmas
suizas está cerrada, su tiempo se agota”, aseguran los analistas.
Y, por el otro, que el mercado está completamente
polarizado, con una fractura generacional irrecuperable. “Los relojes
tradicionales siguen siendo populares entre los consumidores mayores,
pero los compradores más jóvenes optan por relojes inteligentes e
informatizados en sus muñecas”.
Por una vez, algo en Suiza llega tarde.
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