MADRID.- Durante los últimos años las petroleras han vivido dos ciclos muy
diferenciados. Primero uno de sufrimiento ante el fuerte desplome del
precio del crudo -que provocó que las firmas tuviesen que realizar
fuertes ajustes- y luego otro de recuperación, con un balance mucho más
sólido y una lluvia de dividendos y recompras de acciones, a juicio de elEconomista.
Sin embargo, en los últimos meses la situación se ha complicado para
el sector, golpeado primero por el fuerte aumento en el interés por la
inversión verde y ahora por la caída en picado del petróleo, que ya se
sitúa por debajo de la mayoría de los escenarios planteados por las
compañías en sus planes estratégicos.
Tras sufrir una caída del 25% desde los máximos del año,
el barril de Brent cotiza en los 52 dólares, su nivel más bajo desde
diciembre de 2018 y por debajo del caso base de todas las grandes firmas
europeas con la excepción de Repsol, que se sitúa en los 50 dólares.
Eso sí, todavía promedia un precio de 60 dólares en lo que va de año, un
nivel en el que todas estas firmas alcanzarían su breakeven después del
pago de dividendos y antes de los buybacks.
Según los cálculos de JP Morgan, el punto de equilibrio de las
petroleras europeas se situará este año en los 51 dólares, en un rango
que va desde los 41 dólares de la firma española a los 60 dólares de
Total.
"Aunque las petroleras lo han hecho de manera sólida reduciendo
costes, mejorando la disciplina de capex y bajando los breakeven en los
últimos 5 años, en 2019 esta caída se ha estancado. Nuestro análisis
muestra que los motivos han sido macro, con unos precios del gas más
bajos, una oferta de gas natural licuado que se ha acelerado y unos
márgenes en refino y marketing más tímidos.
Las buenas noticias son que
la disciplina de capex y la ejecución en producción ha sido sólida. No
haber logrado esto en el pasado ha herido al sector en otros ciclos,
pero si siguen así lo vemos de forma positiva para el futuro", inciden
en el banco norteamericano.
Uno de los grandes atractivos del sector son sus programas de
retribución, con una rentabilidad por dividendo que se sitúa en el 6,8%
que está complementada por distintos programas de buyback. En los
niveles actuales del petróleo los analistas no ven riesgo al pago de
dividendos, pero advierten de que el sector debe mejorar para que los
pagos no acaben en el alambre.
"Aunque nadie tiene niveles de endeudamiento que puedan preocuparnos,
cuando estos se sitúan por encima de los objetivos de la dirección el
foco de la empresa se cambia a reducir deuda y se deja de centrar en
mejorar la retribución al accionista y otros usos. BP, Shell o Equinor
tienen deudas elevadas en comparación con Repsol y Chevron, que ahora se
benefician de los bajos niveles de endeudamiento. Esto probablemente ha
tenido peso en la decisión de Shell de reducir su programa de recompras
y el planteamiento de BP más cauto a la hora de incrementar dividendo",
indican en Berenberg.
Así las cosas, las petroleras cotizan a un multiplicador de
beneficios a 12 meses de 10 veces -un descuento del 28% frente a la
media de los últimos 5 años- y tienen su peor comportamiento relativo
frente al resto del mercado desde que el crudo se encontraba en el
entorno de los 30 dólares.
"No pensamos que el potencial o la
rentabilidad por dividendo sean disparatados, ya que el sector ha
quedado muy por detrás en el último año y medio. El sector necesita que
la macro mejore en 2020 y 2021 y las empresas deben cumplir de forma
operativa y financiera. La distribución al accionista debe ser generosa y
progresiva, compensando la falta de visibilidad a largo plazo; y se
necesitan estrategias de transición creíbles", reflexiona en UBS.
En RBC piensan que "el mercado está mandando señales claras a las
empresas en torno a la asignación de capital. Quieren que se centren
menos en el crecimiento y más en repartir dividendos, recomprar acciones
y en la transición energética. Hasta ahora, todo esto ha ido al
unísono, y los inversores no han afrontado la elección de que una
petrolera o bien gaste más en renovables o en retribución".
Lluvia de provisiones
En
medio de esta transición a una energía más limpia ya han sido varias
las petroleras que han anunciado sus planes para entrar en negocios
verdes, pero por el camino ya han tenido que realizar varios ajustes.
Repsol tuvo que provisionar casi 5.000 millones de euros al depreciar
sus activos más sucios. Por su parte, Equinor y Shell han provisionado
en torno a 2.000 millones y BP afronta un ajuste de hasta 3.000 millones
tras vender activos por debajo de su valor contable. Mientras, al otro
lado del Atlántico, Chevron registró deterioros por más de 10.000
millones de dólares por unos precios más bajos del gas y el crudo.
"En términos de quién será la próxima compañía que deteriore activos
la respuesta es cualquiera que no lo haya hecho aún. Gran parte de las
integradas probablemente cuentan con precios del petróleo y el gas más
altos para testar sus activos, por lo que creemos que hay un riesgo
claro mientras el petróleo esté por debajo de 80 dólares", indican en
RBC Capital Markets.
23 puntos rezagadas en 18 meses
Durante
el último año y medio las petroleras han estado penalizadas en bolsa
ante el aumento de la importancia de los criterios ESG para los
inversores y ahora por la caída de los precios del petróleo. En ese
periodo el sectorial provoca pérdidas del 20% incluyendo dividendos,
frente al 3% que logra el mercado en el mismo periodo.
"Las valoraciones
parecen interesantes, en niveles de mínimos del ciclo. Por un lado, los
recortes de costes y los cambios en los porfolios dejan a la industria
más sólida que hace 4 años, pero por otro lado las cuestiones sobre la
sostenibilidad de la industria (la transición energética) han reseteado
las expectativas del sector a largo plazo", avisan los analistas de
Citi.
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