BUENOS AIRES.- Apenas cobra su sueldo en
pesos argentinos, Eugenia los cambia a dólares y los esconde en su
casa. El temor a que le roben no es comparable a la desconfianza que le
tiene a los bancos.
"No me da confianza el peso, no es de ahora,
es de siempre", dice esta abogada de 43 años. Golpeados por décadas de
inflación, recesiones y devaluaciones cíclicas, muchos argentinos
prefieren refugiarse en el dólar como forma de ahorro y lo esconden
"bajo el colchón", expresión con la que indican que guardan el dinero en
casa.
Eugenia los oculta en el baño. "Prefiero que un chorro (ladrón) me robe a que sea un banco", añade.
La
desconfianza no es nueva. "Históricamente a los que han intentado
ahorrar en pesos, no les fue bien. A quien lo hizo en dólares, le fue
bien. Es la consecuencia de un sistema financiero quebrado", apunta
Matías Rajnerman, economista jefe de la consultora Ecolatina.
Sofía,
una decoradora de interiores de 52 años, retiró sus depósitos en
dólares a mediados del año pasado, ante el temor de un retorno del
peronismo al poder.
"¿Qué puedo hacer?", se interroga y recuerda que tan solo en el último año el peso argentino se depreció casi 40%.
Pocos
días después de asumir la presidencia en diciembre, el peronista
Alberto Fernández adoptó una serie de medidas para reactivar la economía
diezmada con una inflación en 53%, una pobreza de casi 40% y un fuerte
crecimiento de la deuda pública (pasó de 52% del PIB en 2015 a 91% en
2019).
Pero los que están habituados a comprar dólares fustigaron
la decisión de gravar con 30% la compra de divisas con la que el
gobierno busca aumentar las reservas internacionales.
Fernández
mantuvo además el 'cepo' (control) cambiario impuesto por su antecesor,
el expresidente liberal Mauricio Macri (2015-2019) con un límite
autorizado de compra de 200 dólares mensuales por persona.
Pese a
los pronósticos sombríos, la diferencia entre peso y dólar se ha
mantenido bastante estable: el tipo de cambio oficial cotiza en torno a
63 pesos por dólar, pero trepa hasta 83 pesos en los mercados paralelos.
El cepo multiplicó las transacciones en el mercado paralelo con "cuevas" que funcionan en quioscos, tiendas o joyerías.
El gobierno pretende además un aumento de la alícuota que
se cobra por el Impuesto a los Bienes Personales y aún más para activos
en el exterior, con un premio para aquellos que traigan al país sus
ahorros.
Sin embargo, los analistas creen que es difícil que los argentinos apuesten por el peso.
"En
este país hay una historia sistemática de violar la seguridad jurídica
del ahorrista. Los ahorros privados se los termina agarrando el gobierno
o los cambia por bonos, pasó varias veces, pasó en 2001", añadió
Rajnerman al referirse al fantasma que acecha a los argentinos: ese año
el entonces presidente Fernando de la Rúa implementó el denominado
'corralito' que limitaba a 250 pesos (en ese entonces 250 dólares)
semanales el máximo para extraer de un banco.
De la Rúa asumió
tras el gobierno de Carlos Menem (1989-1999) con una política monetaria
de paridad (un peso = un dólar), considerada una bomba de tiempo.
Desde ese entonces, muchos argentinos sacan sus dolares fuera del país.
"Es un tema cultural, nosotros pensamos en dólares", dijo una fuente gubernamental.
Según
el Banco Central, los argentinos tienen más de 300.000 millones de
dólares de ahorro en el extranjero en cuentas de Estados Unidos, Uruguay
y Suiza, entre otras.
Pero los economistas advierten que este
grifo de dólares causa un círculo vicioso imposible de frenar. "Si
guardamos dólares en el colchón o los sacamos del país, hacemos que el
sistema financiero se reduzca, (...) y así es difícil que se reviertan
las cosas", explica Rajnerman.
La
incertidumbre financiera ha multiplicado la demanda de cajas de
seguridad en los bancos. A tal punto, que en algunos casos hay lista de
espera.
Fabiana, una médica de 56 años, decidió poner sus ahorros de 40.000 dólares en una de ellas.
"Pero
no la conseguí, mucha gente se me había adelantado", cuenta. Si bien es
uno de los países más ricos en recursos naturales, Argentina ha sufrido
ocho grandes crisis financieras desde 1950, incluida la actual.
La desesperación por escapar de los controles, los impuestos y los bancos es tal que algunos deciden emigrar.
Es
el caso de un empresario de 40 años, que se mudó a Uruguay junto a su
familia. "En Argentina nadie respeta tu dinero", sentencia.
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