NUEVA YORK.- La
naturaleza se está desvaneciendo ante nuestros ojos antes de lo que
podríamos haber imaginado. La población de aves en EE.UU. ha caído más
de 30% en los últimos 40 años, al igual que las poblaciones de insectos
en Alemania. En el Reino Unido, 60% de los mamíferos y las aves han
desaparecido desde 1970. Mientras tanto, casi un tercio de los mamíferos
marinos del mundo se enfrentan a la extinción.
El
problema parece especialmente abrumador porque es el resultado de
actividades humanas vitales, incluidas la agricultura y la pesca
industrial, la extracción y el uso de combustibles fósiles, la
silvicultura y la minería.
Desde hace mucho tiempo se ha dado por
sentado que las enormes corporaciones trasnacionales que dominan estas
industrias básicas no están dispuestas a sacrificar sus ganancias para
ayudar a la naturaleza.
Pero
puede que ese ya no sea el obstáculo que fue alguna vez. Las grandes
compañías se enfrentan a una presión cada vez mayor de los gobiernos y
de sus propios inversionistas para adoptar prácticas sostenibles.
Además, por su tamaño, las compañías están en capacidad de llevarlas a
cabo a gran escala.
Las
compañías más responsables del declive ecológico global, al igual que
otras industrias, están cada vez más extraordinariamente concentradas.
Solo 100 empresas de carbón, petróleo y gas proporcionan los
combustibles que representan más de 70% de las emisiones de gases de
efecto invernadero, según el ecologista sueco Carl Folke y sus colegas
en un análisis reciente de las ganancias, las ventas, la porción de
mercado, las exportaciones y otros datos de las compañías.
Solo 10
empresas fabrican la mayor parte de los fertilizantes, cuatro producen
la mayoría de los demás químicos agrícolas y tres dominan la producción
de semillas.
La
historia es la misma en todas partes: unas pocas compañías son
principalmente responsables por el agotamiento de los bancos de peces,
así como de los daños ambientales relacionados con el cultivo de palma
para aceite, el cacao y el banano.
Por
tanto, esas compañías están en la mejor posición para llevar a cabo
cambios significativos. Es verdad que sus propios esfuerzos voluntarios
se han quedado cortos.
A menudo, cuando las empresas aseguran haber
mejorado la sostenibilidad de sus cadenas de suministro, solo han
establecido metas modestas —mejorar las condiciones laborales, por
ejemplo, o seguir las leyes nacionales—.
En
los últimos años, sin embargo, algunos gobiernos han empezado a
presionar más por prácticas éticas y de sostenibilidad. Una ley francesa
de 2017, por ejemplo, obliga a las compañías más grandes a evitar los
abusos al medio ambiente y a los derechos humanos en sus propias
operaciones, así como las de sus filiales, sus subcontratistas y sus
proveedores.
Las
compañías también se enfrentan a la presión internacional, a medida que
los fondos de pensiones y los inversionistas internacionales alejan el
capital de las firmas con prácticas insostenibles.
Están surgiendo
instituciones internacionales para ayudar en este esfuerzo. La
Plataforma de Acción Empresarial para el Océano del Pacto Global de
Naciones Unidas, por ejemplo, reúne a las compañías en la pesca, la
minería y las finanzas para buscar maneras de proteger los océanos.
Diez
de las 13 compañías de comida de mar más grandes del mundo se han
comprometido con el programa Seafood Business for Ocean Stewardship,
aceptando un mayor nivel de transparencia y reduciendo la pesca ilegal,
no reportada y no regulada.
Por otra parte, la industria de productos
forestales global ha prometido reducir sus emisiones de gases de efecto
invernadero y manejar los bosques de una manera más sostenible. Más de
50% del área forestal total del mundo ahora es gestionada por empresas
comprometidas con un plan de certificación para la gestión de los
bosques, en comparación con 12% en 2000.
Como
señalan Folke y sus coautores, en el último año, casi 30% de
aproximadamente 700 de las empresas más grandes del mundo incluyeron los
objetivos de desarrollo sostenible de la ONU en sus estrategias de
negocios. La sostenibilidad ya no es simplemente una opción para las
compañías más progresistas, se ha convertido en una meta central para
industrias enteras.
Esperemos
que este movimiento de "cuidado corporativo de la biósfera" demuestre
ser más efectivo que los llamados anteriores a una "responsabilidad
social corporativa", que resultó ser un método engañoso para que las
compañías se protegieran de las críticas mientras conducían sus negocios
como siempre. De ser así, las industrias más voraces para consumir los
recursos de la Tierra podrían convertirse en las más efectivas para
protegerla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario