jueves, 24 de octubre de 2019

Las grandes compañías pueden salvar las especies

NUEVA YORK.- La naturaleza se está desvaneciendo ante nuestros ojos antes de lo que podríamos haber imaginado. La población de aves en EE.UU. ha caído más de 30% en los últimos 40 años, al igual que las poblaciones de insectos en Alemania. En el Reino Unido, 60% de los mamíferos y las aves han desaparecido desde 1970. Mientras tanto, casi un tercio de los mamíferos marinos del mundo se enfrentan a la extinción.

El problema parece especialmente abrumador porque es el resultado de actividades humanas vitales, incluidas la agricultura y la pesca industrial, la extracción y el uso de combustibles fósiles, la silvicultura y la minería. 
Desde hace mucho tiempo se ha dado por sentado que las enormes corporaciones trasnacionales que dominan estas industrias básicas no están dispuestas a sacrificar sus ganancias para ayudar a la naturaleza.
Pero puede que ese ya no sea el obstáculo que fue alguna vez. Las grandes compañías se enfrentan a una presión cada vez mayor de los gobiernos y de sus propios inversionistas para adoptar prácticas sostenibles. Además, por su tamaño, las compañías están en capacidad de llevarlas a cabo a gran escala.
Las compañías más responsables del declive ecológico global, al igual que otras industrias, están cada vez más extraordinariamente concentradas. 
Solo 100 empresas de carbón, petróleo y gas proporcionan los combustibles que representan más de 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero, según el ecologista sueco Carl Folke y sus colegas en un análisis reciente de las ganancias, las ventas, la porción de mercado, las exportaciones y otros datos de las compañías. 
Solo 10 empresas fabrican la mayor parte de los fertilizantes, cuatro producen la mayoría de los demás químicos agrícolas y tres dominan la producción de semillas.
La historia es la misma en todas partes: unas pocas compañías son principalmente responsables por el agotamiento de los bancos de peces, así como de los daños ambientales relacionados con el cultivo de palma para aceite, el cacao y el banano.
Por tanto, esas compañías están en la mejor posición para llevar a cabo cambios significativos. Es verdad que sus propios esfuerzos voluntarios se han quedado cortos. 
A menudo, cuando las empresas aseguran haber mejorado la sostenibilidad de sus cadenas de suministro, solo han establecido metas modestas —mejorar las condiciones laborales, por ejemplo, o seguir las leyes nacionales—.
En los últimos años, sin embargo, algunos gobiernos han empezado a presionar más por prácticas éticas y de sostenibilidad. Una ley francesa de 2017, por ejemplo, obliga a las compañías más grandes a evitar los abusos al medio ambiente y a los derechos humanos en sus propias operaciones, así como las de sus filiales, sus subcontratistas y sus proveedores.
Las compañías también se enfrentan a la presión internacional, a medida que los fondos de pensiones y los inversionistas internacionales alejan el capital de las firmas con prácticas insostenibles. 
Están surgiendo instituciones internacionales para ayudar en este esfuerzo. La Plataforma de Acción Empresarial para el Océano del Pacto Global de Naciones Unidas, por ejemplo, reúne a las compañías en la pesca, la minería y las finanzas para buscar maneras de proteger los océanos.
Diez de las 13 compañías de comida de mar más grandes del mundo se han comprometido con el programa Seafood Business for Ocean Stewardship, aceptando un mayor nivel de transparencia y reduciendo la pesca ilegal, no reportada y no regulada. 
Por otra parte, la industria de productos forestales global ha prometido reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y manejar los bosques de una manera más sostenible. Más de 50% del área forestal total del mundo ahora es gestionada por empresas comprometidas con un plan de certificación para la gestión de los bosques, en comparación con 12% en 2000.
Como señalan Folke y sus coautores, en el último año, casi 30% de aproximadamente 700 de las empresas más grandes del mundo incluyeron los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU en sus estrategias de negocios. La sostenibilidad ya no es simplemente una opción para las compañías más progresistas, se ha convertido en una meta central para industrias enteras.
Esperemos que este movimiento de "cuidado corporativo de la biósfera" demuestre ser más efectivo que los llamados anteriores a una "responsabilidad social corporativa", que resultó ser un método engañoso para que las compañías se protegieran de las críticas mientras conducían sus negocios como siempre. De ser así, las industrias más voraces para consumir los recursos de la Tierra podrían convertirse en las más efectivas para protegerla.

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