NUEVA YORK.- En
2015, desesperados por llegar a un acuerdo con Irán para limitar su
programa nuclear, negociadores estadounidenses hicieron una concesión
fatídica: acordaron que el embargo de armas convencionales de la ONU
contra Irán se levantaría en cinco años.
Los
costos de dicha concesión, uno de los peores errores de esas
negociaciones, están por llegar. El embargo expirará el 18 de octubre de
2020, y es probable que la situación en Medio Oriente empeore aún más.
La
concesión no fue tanto para Irán como para China y Rusia, dos rivales
de las grandes potencias que participaron en las negociaciones
nucleares. En la década de 1990, China y Rusia vendieron a Irán una
variedad de sistemas de armas, sobre los cuales los iraníes luego
hicieron ingeniería inversa.
Para esta época el año próximo, los dos
rivales geopolíticos más potentes de Estados Unidos tendrán luz verde
para vender misiles avanzados al principal país patrocinador del
terrorismo.
Sería
bastante malo si Irán se quedara con esas armas. Pero si el pasado
sirve de preludio, hay una buena posibilidad de que los numerosos
representantes de Irán en Medio Oriente también se beneficien.
La
semana pasada, en un testimonio que recibió poca atención ante el
Comité de Asuntos Exteriores del Senado, el representante especial de
EE.UU. para Irán, Brian Hook, compartió información de evaluaciones de
inteligencia estadounidenses recientemente desclasificadas.
Desde
mediados de 2017, dijo, Irán "ha expandido sus actividades de misiles
balísticos a socios en toda la región". Eso incluye a Hizbulá, grupos
terroristas palestinos y, a mediados de 2018, milicias chiítas en Irak.
La nueva inteligencia también evidencia que Irán ha aumentado su apoyo a
Hizbulá al ayudar a expandir la capacidad del grupo para producir sus
propios cohetes y misiles.
Finalmente, dijo Hook, la comunidad de
inteligencia de EE.UU. ahora cree que Irán está desarrollando "sistemas
de misiles y tecnología relacionada únicamente para exportar a sus
representantes regionales".
En
conjunto, esta información resalta no solo la necesidad de extender el
embargo de armas de las Naciones Unidas, sino también los límites de la
actual estrategia estadounidense de "máxima presión".
Si bien las
sanciones paralizantes sobre Irán han hecho que sea mucho más difícil
para grupos como Hizbulá y milicias chiitas pagar salarios, no han hecho
mella en la búsqueda más amplia de Irán para armar a esos
representantes capaces de golpear a los aliados de EE.UU. El mundo
aprendió esto de primera mano en septiembre, cuando un misil iraní
destruyó una instalación de procesamiento de petróleo crudo en el
interior de Arabia Saudita.
Desde
ese ataque, ni EE.UU. ni Arabia Saudita han respondido con un ataque
militar abierto. A principios de este mes, un petrolero iraní explotó en
el Mar Rojo, pero ningún país ha reclamado crédito. Entretanto, la
retirada de EE.UU. del noreste de Siria este mes potencialmente le dará a
Irán y sus representantes más influencia dentro de ese Estado fallido.
Esta
imagen geopolítica, combinada con la nueva inteligencia sobre Irán,
hace que la necesidad de extender el embargo de armas a Irán sea aún más
urgente. Behnam Ben Taleblu, miembro principal de la Fundación para la
Defensa de las Democracias, me dijo el miércoles que el embargo de armas
de la ONU hace que sea mucho más fácil para EE.UU. y sus aliados idear
el predicado legal para prohibir los envíos de armas hacia y desde Irán.
Sin
embargo, el verdadero peligro es que tanto China como Rusia poseen
tecnología que mejorará aún más la formidable producción militar de
Irán. Taleblu señaló un misil de crucero chino y ruso que se puede
camuflar en el contenedor de un buque de carga. Si Irán puede mejorar su
arsenal, dijo, sería "el mayor poder misil en Medio Oriente".
El
problema para EE.UU. es que cualquier extensión del embargo de armas
requeriría un acuerdo tanto de China como de Rusia, cualquiera de los
cuales puede vetar resoluciones en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Esto deja a la administración del presidente Donald Trump en una
posición similar a la de su predecesor. Entre 2013 y 2015, la
administración de Barack Obama necesitó el apoyo de China y Rusia para
un acuerdo final con Irán porque creía que las sanciones paralizantes
que obligaban a Irán a negociar no tendrían sentido. Y uno de los costos
de esta diplomacia multilateral fue la expiración del embargo de armas
de la ONU.
Ahora
le corresponde a Hook y al secretario de Estado Mike Pompeo presentar
el argumento ante China y Rusia para que renuncien a la venta de armas a
Irán en aras de una mayor estabilidad en Medio Oriente. Decir que es
una posibilidad remota sería quedarse corto.
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