GINEBRA.- El número de niños que viven en hogares
pobres en los países de ingresos bajos y medios puede aumentar en 86
millones para finales de año, debido a las repercusiones económicas que
la pandemia del coronavirus puede llevar aparejadas.
Así lo estima un análisis de UNICEF y Save the Children, que
concreta que esta cifra constituye un 15 por ciento más. El número de
niños que vive en hogares ubicados por debajo del umbral nacional de
pobreza en estos países alcanzaría, así, los 672 millones en todo el
mundo si no se toman medidas "urgentes" para proteger a las familias de
las dificultades económicas planteadas por la COVID-19.
Además, según el análisis, cerca de dos terceras partes de esos
672 millones viven en África Subsahariana y Asia Meridional. No
obstante, el aumento más considerable, de hasta un 44 por ciento, podría
registrarse en los países de Europa y Asia Central, mientras que en
América Latina y el Caribe podría producirse un aumento del 22 por
ciento.
UNICEF y Save the Children han explicado que la repercusión de la
crisis económica mundial ocasionada por la pandemia y derivada de las
políticas de contención del coronavirus tiene dos vertientes.
Por un lado, la pérdida inmediata de los ingresos hace que las
familias encuentren más dificultades para obtener productos básicos como
agua y comida, tengan menos probabilidades de acceder a la atención
médica o la educación y estén más expuestas al peligro del matrimonio
infantil, la violencia, la explotación y el abuso.
Por otro lado, cuando tiene lugar una contracción fiscal, el
alcance y la calidad de los servicios de los que dependen las familias
también pueden disminuir.
En este contexto, ambas organizaciones han criticado que, para las
familias más pobres, la falta de acceso a los servicios de atención
social o las medidas compensatorias limitan aún más su capacidad para
cumplir con las medidas de contención y distanciamiento físico y, como
consecuencia, aumentan su exposición a la infección.
Antes de la pandemia, dos terceras partes de los niños del mundo
carecían de acceso a cualquier forma de protección social, lo cual
impide a las familias resistir las crisis financieras y perpetúa el
círculo vicioso de la pobreza intergeneracional. De hecho, sólo el 16
por ciento de los niños de África cuentan con protección social.
Asimismo, cientos de millones de niños siguen viviendo en la
pobreza multidimensional, lo que significa que carecen de acceso a
atención médica, educación, una nutrición adecuada y una vivienda digna.
Esto suele ser un reflejo de la desigualdad de las inversiones en los
servicios sociales por parte de los gobiernos.
En el caso de los niños que viven en países donde el conflicto y
la violencia ya están presentes, la repercusión de esta crisis
incrementará aún más el riesgo de inestabilidad y de que las familias
caigan en la pobreza, a juicio de UNICEF y Save the Children.
Por ejemplo, en la región de Oriente Medio y África del Norte, que
ya acoge al mayor número de niños en situación de necesidad debido al
conflicto, se registra la mayor tasa de desempleo entre los jóvenes,
mientras que casi la mitad de todos los niños de la región viven en una
situación de pobreza multidimensional.
"La pandemia del coronavirus ha desencadenado una crisis
socioeconómica sin precedentes que está agotando los recursos de las
familias de todo el mundo", ha avisado la directora ejecutiva de UNICEF,
Henrietta Fore.
"El alcance y la profundidad de las dificultades económicas que
están afrontando las familias podrían revertir años de avances en la
reducción de la pobreza infantil y privar a los niños de los servicios
esenciales", ha añadido.
Por ello, y "sin una acción consensuada, las familias a las que ya
les cuesta salir adelante podrían caer en la pobreza y las familias más
pobres podrían enfrentarse a niveles de escasez que no se han visto en
décadas", ha lamentado.
Por su parte, la directora general de Save the Children
Internacional, Inger Ashing, ha recordado que los niños "son altamente
vulnerables incluso a período breves de hambre y desnutrición", que
podrían afectarles "toda la vida".
"Si actuamos con prontitud y firmeza, podremos prevenir y contener
los riesgos que plantea la pandemia para los países más pobres y para
algunos de los niños más vulnerables", ha asegurado, valorando que el
informe elaborado por ambas organizaciones "debería ser una llamada de
atención para el mundo".
"La pobreza no es inevitable para los niños",
ha zanjado.
En este contexto, para abordar y mitigar los efectos de la
COVID-19 sobre los niños de los hogares pobres, UNICEF y Save the
Children han instado a ampliar "rápidamente y a gran escala" los
sistemas y los programas de protección social, destacando las
transferencias en efectivo, la alimentación escolar y las prestaciones
por hijos a cargo.
Todas ellas, han destacado, son inversiones "fundamentales" que
abordan las necesidades económicas inmediatas y sientan las bases para
que los países se preparen para futuras crisis.
Asimismo, UNICEF y Save the Children han remarcado que los
gobiernos deben invertir en otras intervenciones en materia de
protección social, políticas fiscales, empleo y mercado laboral, con el
fin de proteger a las familias.
Esto incluye ampliar el acceso universal a una atención de la
salud de calidad y a otros servicios, así como invertir en políticas
favorables a la familia, como las licencias remuneradas y los servicios
de atención para los niños.
Por último, los organismos han reconocido que, desde que la
COVID-19 "comenzó a causar estragos", muchos países han ampliado sus
programas de protección social, como Indonesia, Mongolia o Argentina.
En Indonesia, el programa Kartu Sembako, que proporciona
asistencia mensual en efectivo para el consumo familiar básico, amplió
su alcance a 20 millones. La asistencia mensual en efectivo para las
familias aumentó de 150.000 a 200.000 rupias indonesias (de más de nueve
euros a algo más de 12).
En Mongolia, el gobierno multiplicó por cinco el subsidio mensual
de su programa de dinero para los niños, que pasó de 20.000 tugriks
mensuales (casi 6,5 euros) a 100.000 tugriks (más de 32 euros) durante
seis meses.
Por otro lado, en Argentina, el plan universal de asignación
familiar por hijo proporcionó un aumento de 3.100 pesos argentinos (algo
más de 41 euros) a sus beneficiarios actuales.
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