LONDRES.- La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle
Bachelet, y el líder de la Agencia de Refugiados, Filippo Grandi, han
realizado un mensaje conjunto a la humanidad, en el que advierten de
que, según respondamos a esta crisis generada por el coronavirus ahora,
dará forma a esos esfuerzos en las próximas décadas. “La crisis expondrá
la medida en que los beneficios de décadas de progreso social y
económico han llegado a los más vulnerables”, han alertado.
“Si alguna vez necesitábamos recordar que vivimos en un mundo
interconectado, el nuevo coronavirus lo ha hecho evidente. Ningún país
puede abordar esto solo, y ninguna parte de nuestras sociedades puede
ser ignorada si queremos enfrentar efectivamente este desafío global”,
aseguran en una declaración conjunta Bachelet y Grandi.
En un artículo publicado en ‘The Guardian’, los líderes de la ONU
afirman que el Covid-19 es una prueba no solo para nuestros sistemas y
mecanismos de atención de salud para responder a enfermedades
infecciosas, sino también de nuestra capacidad de trabajar juntos como
una comunidad de naciones ante un desafío común.
“Es una prueba de la medida en que los beneficios de décadas de
progreso social y económico han llegado a quienes viven al margen de
nuestras sociedades, más lejos de las palancas del poder”, advierten.
Por ello, aseguran que las próximas semanas y meses desafiarán la
planificación nacional para crisis y los sistemas de protección civil, y
ciertamente expondrán las deficiencias en saneamiento, vivienda y otros
factores que dan forma a los resultados de salud.
“Nuestra respuesta a esta epidemia debe abarcar y centrarse en
aquellos a quienes la sociedad a menudo descuida o relega a un estado
menor –exhortan–. De lo contrario, fallará. La salud de cada persona
está vinculada a la salud de los miembros más marginados de la
comunidad. La prevención de la propagación de este virus debe garantizar
un acceso equitativo al tratamiento”.
Por ello, piden que se superen las barreras existentes para una
atención médica accesible y asequible, y se aborde el actual
“tratamiento diferencial arraigado en función de los ingresos, el
género, la geografía, la raza y el origen étnico, la religión o el
estatus social” porque, “limitar el acceso y la participación de los
grupos minoritarios, será crucial para la prevención y el tratamiento
eficaces del Covid-19”.
Ponen especial énfasis las personas que viven en instituciones,
ancianos o detenidos, porque “serán más vulnerables a la infección y
deben abordarse específicamente en la planificación y respuesta a las
crisis” y muy especialmente, en los migrantes y los refugiados,
independientemente de su estatus formal.
“Muchas de estas mujeres, hombres y niños se encuentran en lugares
donde los servicios de salud están sobrecargados o inaccesibles. Pueden
estar confinados en campamentos y asentamientos, o vivir en barrios
marginales urbanos, donde el hacinamiento y el saneamiento con pocos
recursos aumentan el riesgo de exposición”, recuerdan Bachelet y Grandi.
Los expertos aseguran que se necesita con urgencia apoyo
internacional para ayudar a los países de acogida a intensificar los
servicios, tanto para los migrantes como para las comunidades locales, e
incluirlos en los acuerdos nacionales de vigilancia, prevención y
respuesta. De lo contrario, advierten, se pondrá en peligro la salud de
todos y se arriesgará a aumentar la hostilidad y el estigma.
También consideran vital que cualquier ajuste de los controles
fronterizos, restricciones de viaje o limitaciones a la libertad de
movimiento no impidan que las personas que huyan de la guerra o la
persecución y puedan acceder a la seguridad y la protección.
“Más allá de estos desafíos muy inmediatos, el camino del coronavirus
también pondrá a prueba nuestros principios, valores y humanidad
compartida”, advierten.
Al extenderse rápidamente por todo el mundo, con la incertidumbre en
torno al número de infecciones y con una vacuna todavía a muchos meses
de distancia, el virus está generando profundos temores y ansiedades en
individuos y sociedades, agregan.
“Indudablemente, algunas personas sin escrúpulos buscarán aprovechar
esto, manipulando temores genuinos y aumentando las preocupaciones
–lamentan los altos comisionados–. Cuando el miedo y la incertidumbre
entran en acción, los chivos expiatorios nunca están lejos. Ya hemos
visto ira y hostilidad dirigidas a algunas personas de origen del este
asiático”.
Según Grandi y Bachelet, si esto no se controla, el impulso de culpar
y excluir puede extenderse pronto a otros grupos: minorías, marginados o
cualquier persona etiquetada como “extranjero”.
“El pánico y la discriminación nunca resolvieron una crisis”,
afirman, resaltando que los líderes políticos deben tomar la iniciativa,
ganarse la confianza a través de información transparente y oportuna,
trabajar juntos por el bien común y capacitar a las personas para que
participen en la protección de la salud.
“Ceder espacio para los rumores, la propaganda del miedo y la
histeria no solo obstaculizará la respuesta, sino que puede tener
implicaciones más amplias para los derechos humanos, el funcionamiento
de instituciones responsables y democráticas –insisten–. Ningún país en
la actualidad puede protegerse del impacto del coronavirus, tanto en
sentido literal como demuestran la caída de los mercados bursátiles y
las escuelas cerradas, como económica y socialmente”.
Los altos comisionados aseguran que se necesita una respuesta
internacional al virus que garantice que los países en desarrollo estén
equipados para diagnosticar, tratar y prevenir esta enfermedad será
crucial para salvaguardar la salud de miles de millones de personas. “Es
una lección que la solidaridad internacional y los sistemas
multilaterales son más vitales que nunca”, apuntan Bachelet y Grandi.
“A largo plazo, debemos acelerar el trabajo de construcción de
servicios de salud pública equitativos y accesibles. Y cómo respondamos a
esta crisis ahora sin duda dará forma a esos esfuerzos en las próximas
décadas. Si nuestra respuesta al coronavirus se basa en los principios
de confianza pública, transparencia, respeto y empatía por los más
vulnerables, no solo defenderemos los derechos intrínsecos de cada ser
humano. Utilizaremos y construiremos las herramientas más efectivas para
asegurarnos de superar esta crisis y aprender lecciones para el
futuro”, concluyen.
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