WASHINGTON/FRÁNCFORT/TOKIO.- La guerra de precios del petróleo entre Rusia y Arabia Saudí está
sembrando aún más confusión entre los bancos centrales de todo el mundo,
al traer nuevas preocupaciones, entre ellas la apreciación del yen y el
euro y un posible daño a las inversiones en Estados Unidos. Todo ello,
en un panorama económico que ya se ha visto afectado por el rápido brote
de coronavirus.
La decisión de Arabia Saudí de aumentar la producción de petróleo
hizo bajar los precios hasta un 33% el lunes, lo que puede suponer una
ventaja para los consumidores y las empresas con grandes facturas de
energía. Sin embargo, para los banqueros centrales es un problema, ante
la posibilidad de que la inflación descienda aún más y se aleje de los
niveles deseados, lo que añadiría nuevas tensiones a los mercados
financieros mundiales.
Si bien los dirigentes monetarios suelen
considerar que las oscilaciones del precio del petróleo son demasiado
transitorias para influir en sus decisiones, las medidas adoptadas por
Arabia Saudí auguran un lastre más duradero sobre los precios, y han
traído una nueva oleada de volatilidad en un mercado clave de materias
primas que los responsables de los bancos centrales tendrán que
analizar.
Para la Reserva Federal de Estados Unidos, el
hundimiento del precio del petróleo significa que sus esfuerzos por
apoyar la economía con recortes de los tipos de interés pueden verse
frustrados antes siquiera de haberse hecho sentir, y posiblemente
provoque nuevas medidas.
“La caída de los precios de la energía
debería llevar a la Reserva Federal a ser aún más agresiva”, dijo Ryan
Sweet, jefe de investigación de política monetaria de Moody’s Analytics.
Los responsables de la Reserva Federal dijeron que esperaban
que la reducción de emergencia de los tipos de la semana pasada, de
medio punto porcentual, así como los posteriores recortes que los
inversores esperan en las próximas semanas, fomentaran la inversión
empresarial.
Pero una buena parte de la inversión empresarial en
Estados Unidos se asocia con la industria energética, y al nivel actual
de precios la inversión en perforación y exploración ha tendido a
disminuir. Si bien el petróleo barato también pone dinero en los
bolsillos de los consumidores a través de facturas de combustible más
bajas, y puede alentar el gasto en otros consumos, es probable que en
este caso sea menos evidente debido al temor al virus y a las posibles
cuarentenas para combatirlo.
La caída de los precios, que llegó a llevar al crudo ligero
estadounidense cerca de los 30 dólares —aunque el martes registraba un
rebote—, “tendrá un efecto negativo neto en la economía de Estados
Unidos en la medida en que los consumidores se ahorren los ahorros
inesperados”, dijo en una nota Lydia Boussour, economista principal de
Oxford Economics.
Los
responsables monetarios ya han dicho que están preparados para actuar
si las repercusiones económicas del coronavirus empeoran, como se espera
que ocurra si el incremento de las pruebas revela un número de
infecciones mayor que el estimado actualmente.
El giro inesperado
de los mercados petroleros podría modificar la velocidad o el alcance
de algunas de esas medidas. También suscita preocupación por la tensión
entre las naciones pequeñas exportadoras de petróleo, o en los rincones
del mercado de deuda corporativa con importantes apalancamientos en los
productores de energía.
En Japón, los inversores se apresuraron a
comprar yenes, lo que provocó un repunte de la moneda japonesa y
aumentó la preocupación por las perspectivas a corto plazo de una
economía muy dependiente de las exportaciones y, por ello, perjudicada
por el alza de la divisa.
El ministro de finanzas japonés, Taro
Aso, advirtió a los inversores que no elevaran demasiado el yen, y el
gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, señaló que estaba
dispuesto a aumentar el estímulo monetario la semana próxima para evitar
los riesgos de la volatilidad del mercado.
Es posible que los
dirigentes europeos consideren que el impacto inmediato de la reducción
de los precios del petróleo es útil para el crecimiento. Pero si este
escenario conduce a un aumento constante del euro o lastra la inflación,
también podría complicar las opciones para el Banco Central Europeo más
allá de los problemas planteados por el brote del virus.
Si los precios del petróleo siguen deprimidos, “la inflación en la
zona euro podría caer hasta la importante marca psicológica del 0% en
mayo”, estimaron los analistas de Commerzbank.
Las expectativas
de inflación de Estados Unidos ya se están derrumbando, lo cual
constituye otra posible preocupación para la Reserva Federal. Tras la
caída del precio del petróleo y de las bolsas del lunes, los barómetros
de la inflación a cinco años en el mercado de bonos han caído por debajo
del 0,75%, su nivel más bajo desde 2009.
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