PYONGYANG.- Kim Jong Un ha encontrado en la expansión del coronavirus la mejor de
las razones para apretar un poco más el aparato represor de su poder. Su
Gobierno ha incrementado -aún más- sus controles fronterizos con China y
con Rusia, con quien comparte una pequeña porción de frontera, aunque
por ahora no se ha informado de ningún caso en el país. Sin embargo la agencia surgoreana Yonhap asegura que hay al menos 380 afectados.
Y es que una enfermedad como el coronavirus podría causar auténticos estragos en Corea del Norte
debido a las altísimas tasas de malnutrición en el país (que Naciones
Unidas estima en un 43% de la población) y a las dificultades de los
norcoreanos para acceder a los servicios de salud. Más teniendo en
cuenta su situación geográfica, porque su vecino del norte (China)
registra las mayores cifras de expansión del COVID-19, que ya alcanza
los 78.064 infectados y 2.715 fallecidos, según reflejan los últimos
datos ofrecidos por la Comisión Nacional de Sanidad. Tampoco se libra
el vecino Corea del Sur, con más de 1.100 contagios.
El
relator de Naciones Unidas para Corea del Norte, el argentino Tomás
Ojea Quintana, pidió a Pyongyang que no aumentase su aislamiento con la
excusa de frenar la expansión del coronavirus: “Un mayor aislamiento del país no es la respuesta”,
destacó Ojea Quintana en un comunicado donde subrayó que Corea del
Norte “debería permitir un acceso completo y sin trabas a expertos
médicos y actores humanitarios, relajando además las restricciones
informativas”.
A
partir del pasado 22 de febrero, todo el que entre en el país deberá
permanecer en aislamiento durante 30 días y los pocos extranjeros que
viven en el país permanecerán en cuarentena en su domicilio (solo tienen
permitido salir para sacar la basura). Si ingresa un camión en el país
con productos importados, primero debe ser cuidadosamente desinfectado
por especialistas. También se habilitaron camionetas con altavoces para recordar a los norcoreanos las consignas de higiene a las que deben atender.
Pero
no solo se trata de medidas sanitarias. El periódico del régimen
norcoreano, “Rodon Sinmun”, explicaba: “Debería estar prohibido por
completo que grandes grupos de personas se reúnan en zonas públicas,
incluidos restaurantes” (...) “Cenar juntos, hablar los unos con los otros, puede convertirse en el principal terreno de propagación de la enfermedad infecciosa”, sentenciaba el diario. Para evitar grandes multitudes el Gobierno también canceló el Maratón de Pyonyang del 12 de abril.
Naciones Unidas autorizó la exención de las sanciones a Corea del Norte
para que Médicos Sin Fronteras, la Federación Internacional de la Cruz
Roja y la Media Luna Roja (FICR) proporcionasen ayuda en los trabajos de
contención ante un posible brote.
Tomás Ojea Quintana solicitó a las
autoridades norcoreanas que autorizasen la entrada de expertos médicos
ante la crisis sanitaria global y aseguró que “pese a su gravedad, brinda una oportunidad para que Corea del Norte comience a cooperar con la comunidad internacional en pos de un objetivo común”.
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