jueves, 5 de diciembre de 2019

Una huelga masiva paraliza Francia y desafía a la reforma más arriesgada de Macron


PARÍS.- Una huelga con enorme seguimiento en sectores neurálgicos como el transporte o la educación sometió este jueves a un duro pulso, que va a prolongarse, a la reforma más arriesgada que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha lanzado en su mandato: las pensiones.

Todavía no se sabe con exactitud en qué consistirá el plan del Gobierno para modificar el sistema de jubilación, pero los sindicatos, en horas bajas, tenían marcado este día en rojo desde el día 1 de la era Macron.
Nunca ocultó el presidente que uno de los objetivos de su quinquenio iba a ser reformar las pensiones, para acabar con los 42 regímenes especiales vigentes en la actualidad y fusionarlos en uno por puntos que otorgue los mismos derechos a todo el mundo.
Tampoco se le pudo escapar a Macron que otros gobiernos ya tropezaron antes en ese intento, ni que debería enfrentarse a la resistencia de sectores con capacidad de entorpecer la actividad en el país.
Y así fue. El paro en los ferrocarriles y el transporte urbano dificultó la movilidad y obligó a muchos trabajadores a quedarse en sus casas o a ingeniárselas con métodos alternativos.
La Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) señaló que un 55,6 % de sus empleados secundaron el paro, un porcentaje aún más elevado en puestos clave para el funcionamiento de los trenes como los maquinistas (85,7 %) o los revisores (73,3 %).
También el tráfico aéreo sufrió graves perturbaciones, que provocaron la cancelación de entre el 20 y el 30 % de los vuelos, según el Gobierno. En la educación, cerca de la mitad de los profesores se sumó a la protesta, lo que forzó el cierre de una mayoría de colegios en Francia.

Un paro sin final a la vista

Sin embargo, el verdadero problema para Macron es que esta huelga es indefinida y los peores presagios apuntan a que podría prolongarse semanas, quizá hasta las vacaciones navideñas. Ya en 1995 una movilización de tres semanas contra una reforma similar promovida por el entonces primer ministro, Alain Juppé, acabó haciendo naufragar el proyecto.
Macron se reunió este jueves con el Consejo de Ministros y allí, según han filtrado medios franceses, pidió a su Ejecutivo que “no subestime” las movilizaciones de este jueves pero que, al mismo tiempo, siga firme en la necesidad de reformar el sistema.
El rechazo al plan no se sustanció sólo en la huelga, sino también en las manifestaciones que sacaron a la calle a cientos de miles de personas en las ciudades francesas, la mayor de las cuales tuvo lugar en París.
Para el jubilado Yves Saintemarie, que se desplazó desde una localidad vecina a la capital para participar en la marcha, “quizá haya que reformar las pensiones, pero preservando los derechos adquiridos, porque este sistema es mucho más justo que el que proponen”.
“No es solo cuestión de las pensiones, se trata de que la gente en general vive en la pobreza y la precariedad. Yo soy ‘chaleco amarillo’ y sindicalista, y es necesario que nuestras luchas converjan, hay que hacer caer este gobierno que nos asesina”, dijo.
Otra manifestante, la monitora de circo Catherine Luzet, de 60 años, confesó que no esperaba una reacción de Macron tras la jornada de hoy, sino más bien “una toma de conciencia de toda la gente, que escuchen la palabra de sus hermanos y hermanas”.

Altercados dispersos

Uno de los temores de la jornada era la aparición de elementos radicales, que últimamente no han faltado a un solo acto de protesta de los “chalecos amarillos“. Pese a que hoy hicieron acto de presencia, sus efectos se limitaron a algaradas callejeras que no impidieron un desarrollo pacífico de las marchas.
A las 17.00 hora local (16.00 GMT), 87 personas habían sido detenidas.
Mañana, viernes, los sindicatos mantendrán su desafío, lo que augura una nueva jornada negra en los transportes, que posiblemente se mantenga a lo largo del fin de semana.
Pero la gran prueba de fuego para el Gobierno será la semana que viene. 
El primer ministro, Édouard Philippe, saldrá en una fecha todavía sin determinar para dar más detalles sobre el alcance de la reforma. Solo entonces se podrá saber si Francia se encamina hacia el marasmo.

Para decir "no" a la reforma de pensiones

Más de 800.000 franceses salieron este jueves a las calles para rechazar la controvertida reforma del sistema de pensiones impulsada por el presidente Emmanuel Macron, en una jornada de huelga masiva en los ferrocarriles, escuelas, hospitales y refinerías que busca poner al gobierno en la cuerda floja.
En total desfilaron 806.000 personas,según el ministerio de Interior francés, mientras que el principal sindicato que convocó la movilización, CGT, aseguró que los manifestantes llegaron a ser 1,5 millones.
Las marchas estuvieron desde el principio marcadas por escaramuzas entre policías y manifestantes en París, con un centenar de detenciones.
Otros incidentes salpicaron las movilizaciones en ciudades como Estrasburgo, Toulouse, Rennes.
"Pensiones por puntos, trabajo sin fin" rezaba una pancarta en París. "Esta reforma es simplemente imposible. Además de favorecer al sector privado, este gobierno no hace nada por la gente de a pie", denunció Sophie, una manifestante.
El detonante de este estallido de indignación popular es una nueva reforma del sistema de pensiones que prepara Macron, una promesa de campaña que tiene como objetivo eliminar los 42 regímenes especiales que existen actualmente y que otorgan privilegios a ciertas categorías profesionales.
En su lugar se instaurará un sistema único, por puntos, en el que todos los trabajadores gozarán de los mismos derechos a la hora de recibir una pensión una vez que se jubilen.
Para el gobierno, se trata de un sistema "más justo y simple". Pero los sindicatos temen en cambio que el nuevo sistema atrase la jubilación, actualmente de 62 años, y disminuya el nivel de las pensiones.
Macron, que se ha marcado el objetivo de presentar la reforma ante el parlamento a inicios de 2020, dijo el jueves estar "determinado" a llevar a bien su proyecto "escuchando y consultando".
Su primer ministro, Edouard Philippe, aseguró por su lado que presentará las "grandes líneas" de la reforma a mediados de la semana que viene.

 '¡No hay nadie que nos informe!'

Mientras tanto, Francia funcionaba a medio gas. Alrededor del 90% de los trenes de larga distancia fueron anulados así como un 80% de los trenes de cercanía. Asimismo, la mayoría de líneas del metro y de autobuses de París quedaron paralizados.
Para el viernes las previsiones son de un bloqueo casi total del transporte público en la capital, que se prolongaría hasta el lunes.
Para evitar el caos, muchos franceses optaron por trabajar desde sus casas, o ir andando al lugar de trabajo.
El caos y la desinformación reinaban también entre los turistas, muchos de los cuales se vieron sorprendidos al ver cerradas las puertas del metro. "Ayer compramos billetes y hoy no hay nadie que nos informe", afirmaban Pedro Marques y Ana Sampaio, una pareja de portugueses que pretendían ir a visitar Montmartre.
Tampoco pudieron visitar la Torre Eiffel, uno de los monumentos más populares de París, cerrada el jueves debido a que no había suficiente personal para "abrir en condiciones óptimas de seguridad y acogida al público".
El Castillo de Versalles, en las afueras de París, no abrió sus puertas, mientras que algunas de las exposiciones del famoso museo del Louvre no acogieron visitantes.
También era casi misión imposible llegar al aeropuerto Charles de Gaulle, al noreste de París, debido a que la línea de tren que conecta París con los terminales funcionaba parcialmente y únicamente en las horas pico.
"¡No hay forma de llegar, vamos a tener que coger un taxi!", afirmó irritado David, un turista madrileño que cruzaba los dedos para que su vuelo no hubiese sido anulado.
En efecto, el paro de una parte de los controladores aéreos obligó a la compañía nacional Air France a anular 30% de sus vuelos domésticos y 15% de sus vuelos europeos. Aerolíneas como Ryanair también anularon vuelos.
Las mismas previsiones están vigentes en el tráfico aéreo y ferroviario el viernes.

'¿Qué pasará el lunes?'

Una gran parte de las escuelas y colegios del país tampoco abrieron sus puertas debido a que 51% de los profesores de primaria y 42% se declararon en huelga.
Siete de las ocho refinerías francesas estaban también paradas. Algo "inédito", según el secretario federal del sector del petróleo de la CGT, Emmanuel Lépine.
Policías, recolectores de basura, abogados, jubilados, transportistas y los "chalecos amarillos", el potente movimiento social de protesta surgido en noviembre de 2018 en Francia, se sumaron también al paro.
Los sindicatos amenazan con prolongar la huelga de forma indefinida.
El temor del gobierno es que el país quede bloqueado durante varias semanas, como ocurrió en 1995, cuando la ciudadanía torció el brazo del ejecutivo, que quería ya en ese entonces reformar el sistema de pensiones.
"Para hoy y mañana la gente tomó precauciones, ¿pero qué pasará el lunes?", comentaba preocupado un agente ferroviario en la estación parisina Saint Lazare.

Los sindicatos en huelga paralizan París en un pulso con Macron

 Las redes de transporte público de Francia quedaron paralizadas el jueves después de que los sindicatos iniciaran una huelga a nivel nacional con el objetivo de obligar al presidente Emmanuel Macron a abandonar sus planes de revisar el intrincado sistema de pensiones del país.
Muchas de las estaciones de tren y de metro de París estaban desiertas durante la hora punta, ante lo cual quienes necesitaban desplazarse desempolvaban sus bicicletas, compartían coche o simplemente decidían trabajar desde casa.
Antes del amanecer, policías antidisturbios tomaban posiciones a lo largo de bulevar comercial de los Campos Elíseos, procediendo con el registro de las bolsas de los peatones de cara a una jornada de protestas callejeras en las que el Gobierno ha advertido que podrían infiltrarse grupos violentos.
“El transporte público será muy complicado hoy, como lo será mañana y probablemente también este fin de semana”, dijo ala emisora de radio RTL Jean-Baptiste Djebbari, ministro de Transporte de Francia.
La huelga de los trabajadores del sector público en todo el país es una de las mayores en décadas. Los sindicatos de izquierda quieren paralizar las redes de transporte, cerrar escuelas y provocar la acumulación de basura para obligar al presidente Emmanuel Macron a dar marcha atrás.
SNCF, la empresa estatal encargada de gestionar la red de ferrocarriles del país, informó que sólo circulará uno de cada 10 trenes de cercanías y de alta velocidad. Los operadores ferroviarios Eurostar y Thalys han cancelado al menos la mitad de los servicios que unen París con Londres y Bruselas. La autoridad de aviación civil pidió a las aerolíneas que cancelaran alrededor del 20% de sus vuelos debido a los efectos de la huelga.
Se espera que más de la mitad de los profesores de primaria y secundaria secunden la huelga, mientras que los servicios de urgencias de los hospitales de todo el país operarán bajo mínimos. Los sindicatos del transporte no han fijado una fecha límite para la huelga.
“Lo que tenemos que hacer es interrumpir la economía”, dijo Christian Grolier, un alto cargo del sindicato de izquierda Force Ouvriere. “La gente desea entablar una lucha”.
Los manifestantes marcharán por la tarde desde la parisina Gare du Nord hasta la Place de la Nation.
El ministro del Interior francés, Christophe Castaner, dijo que se espera que miles de manifestantes anarquistas del llamado “bloque negro” y de los “chalecos amarillos” causen estragos. Ordenó el cierre de las tiendas a lo largo del trazado de la protesta. Se desplegaron unos 6.000 agentes de policía, entre ellos decenas de agentes de respuesta rápida en motocicletas.

TENSIONES SOCIALES

El presidente Emmanuel Macron quiere simplificar el complejo sistema de pensiones de Francia, que comprende más de 40 planes diferentes, muchos de ellos con diferentes edades de jubilación y prestaciones. Macron dice que el sistema es injusto y demasiado costoso.
El presidente francés quiere un sistema único basado en puntos, en virtud del cual, por cada euro aportado, todos los pensionistas tengan los mismos derechos.
Los intentos anteriores de reforma del sistema de pensiones han terminado mal. El Gobierno conservador del expresidente Jacques Chirac cedió en 1995 a las demandas sindicales después de semanas de protestas que paralizaron la nación.
Veinticuatro años más tarde, el inminente enfrentamiento no está exento de riesgos para los sindicatos de izquierda de Francia, que han visto disminuir el número de afiliados y el apoyo público en los últimos años.
Los sindicatos quieren seguir siendo relevantes en su oposición a un presidente que se ha enfrentado a oleadas de huelgas por las reformas del mercado laboral y de los ferrocarriles de la SNCF.
Para Macron, el enfrentamiento marcará la pauta para la segunda mitad de su mandato, con reformas más difíciles por venir, incluidas las relativas a las prestaciones por desempleo.
La huelga sigue a meses de protestas de los “chalecos amarillos”, en ocasiones violentas, motivadas por el alto coste de la vida y la percepción de elitismo por parte de la clase política.
Laurent Berger, jefe del sindicato reformista CFDT, dijo que el entorno social es más explosivo que en 1995.
“En términos de tensión, cohesión social y fracturas dentro de la sociedad, ahora es mucho peor”, dijo Berger.

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