WASHINGTON.- Estados Unidos dijo este
jueves que las autoridades iraníes pueden haber provocado la muerte de
más de 1.000 personas en la represión de protestas en las últimas
semanas, que según Washington suponen la mayor crisis política que ha
enfrentado el gobierno de la República Islámica.
Las estimaciones
surgen en un momento en que Estados Unidos aumenta las presiones contra
Teherán y no descarta enviar más efectivos a la región.
"Parece que el régimen pudo haber matado a más de 1.000
ciudadanos iraníes desde el inicio de las protestas", dijo a los
periodistas Brian Hook, el emisario de Estados Unidos para Irán.
El
diplomático reconoció que la información es difícil de verificar porque
el país restringe el acceso a información y mantiene un bloqueo de
internet.
"No podemos tener certezas, porque el régimen bloquea
la información", dijo Hook, que agregó que "varios miles de iraníes han
sido heridos y al menos 7.000 manifestantes han sido detenidos".
Las
protestas estallaron el 15 de noviembre en Irán -que sufre duras
sanciones de Estados Unidos- después de que el gobierno de Teherán subió
abruptamente los precios del combustible.
Hook dijo que la
respuesta represiva del régimen demostró que Irán ha tenido que depender
de la fuerza bruta y que estaba perdiendo apoyo incluso desde su base
tradicional en la clase trabajadora.
"Esta es la peor crisis política que el régimen ha tenido que enfrentar en sus 40 años", dijo Hook.
El
presidente estadounidense, Donald Trump, denunció este jueves la
represión "brutal" de manifestantes, deplorando la multiplicación de
arrestos en las protestas que comenzaron a mediados de noviembre en la
república islámica.
"Es horrible", aseguró el mandatario
estadounidense en una reunión en la Casa Blanca en presencia de
diplomáticos de la ONU. "Están matando a mucha gente y arrestando a
miles de sus propios ciudadanos en una represión brutal", dijo.
La
cifra de muertos presentada por Estados Unidos es mucho mayor a la
estimación hecha por Amnistía Internacional, que habló de 208 muertos,
pero dijo que podría haber más víctimas, debido a las dificultades para
verificar la información.
Irán calificó los altos índices de
muertes reportados por fuentes extranjeras como "mentiras absolutas" y
hasta el momento ha confirmado solo cinco decesos: cuatro miembros de la
fuerza de seguridad que habrían sido asesinados por "alborotadores" y
un civil.
Después, en un discurso más conciliador el guía supremo
de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, dijo que las personas muertas por la
violencia serían consideradas "mártires", siempre que no hubieran
fomentado las revueltas.
Hook detalló que las autoridades
estadounidenses habían recibido fotos o videos de 32.000 personas, y que
estaban basando sus estimaciones en esa información, así como en
informes de grupos externos.
El diplomático estadounidense dijo
que en Mahshahr, una localidad del sureste que alberga a parte de la
minoría árabe del país, había indicios de que la Guardia Revolucionaria
había perseguido a los manifestantes hasta los pantanos mientras les
disparaba.
Según Hook, este incidente dejó cerca de 100 muertos.
Estados
Unidos, que considera al régimen de Irán como su mayor enemigo, hizo un
llamado a los iraníes a eludir las restricciones de internet para
difundir imágenes de las protestas.
La situación actual hace temer
que las tensiones vuelvan a agudizarse al nivel de hace unos meses
cuando Washington acusó a Irán de atacar un dron estadounidense en el
Golfo, tras una serie de ataques contra petroleros atribuidos a Teherán
en la zona.
Un portavoz del Pentágono desmintió el miércoles un
reporte del diario estadounidense The Wall Street Journal sobre un
despliegue adicional de cerca de 14.000 soldados en el área.
Pero
ante las preguntas de los senadores el jueves, el subsecretario de
Defensa John Rood fue menos categórico al indicar que Washington estaba
dispuesto a "adaptar" su presencia "al nivel de la amenaza" en los
próximos días.
Según un funcionario estadounidense que habló bajo
condición de anonimato con la AFP, el jefe del Pentágono, Mark Esper,
planea enviar entre 5.000 y 7.000 soldados como suplemento a las fuerzas
estadounidenses en Medio Oriente, sin precisar el lugar ni la fecha
exactos de este despliegue.
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